En 1937 la Universidad de Murcia se llenó de hombres mutilados que deambulaban por el claustro de la Merced apoyados en rudimentarias muletas y ayudados por abnegadas enfermeras que habían dejado sus trabajos para atender a quienes regresaban heridos de la contienda.

El hecho de ser Murcia una ciudad de retaguardia durante la Guerra Civil, la convirtió en un lugar donde eran operados y se recuperaban de sus heridas en el frente las tropas republicanas.

La propia Universidad de Murcia se transformó en hospital, aunque las carencias, como comenta el profesor de la misma Pedro María Egea Bruno, eran tan enormes que se empleaban orinales para hacer transfusiones de sangre. El paisaje humano del claustro de Derecho, acostumbrado a estudiantes, profesores y libros, se trocó durante un tiempo por el de médicos, enfermeras, hombres llenos de vendajes y tullidos con muletas.

Se calcula que desde su inauguración el 1 de mayo de 1937 atendió a un promedio de 245 enfermos diarios.

No fue el único hospital de sangre de la capital, otros edificios tan emblemáticos como el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza (hoy licenciado Cascales), el Casino y el Colegio Marista del Malecón, que se había inaugurado muy poco antes, también se habían dedicado a esta actividad.

El inmueble que había albergado (y que seguiría haciéndolo después) la Universidad de Murcia, era el más amplio: 360 camas que se diseminaban por buena parte de sus instalaciones, incluyendo pasillos y galerías en los que la intimidad era escasa, como puede comprobarse por las fotos, donde se pueden apreciar los orinales debajo de las camas.

El profesor Pedro María Egea Bruno describe aquellas instalaciones: tres quirófanos, un servicio radiológico y radiográfico, especialidades médicas, sección de vendajes y esterilización, y refectorio, así como cantina, cocinas, y hasta una biblioteca se daban cita en aquel edificio, en el que una parte estaba destinada a cuartel de las Brigadas Internacionales.

Aunque llamado en sus comienzos hospital Federica Montseny, pronto se le conocería como Hospital Militar Universidad.

Un año después de su inauguración, los enfermos que albergaba fueron trasladados a Barcelona. Buena parte de los que se quedaron corrieron la peor de las suertes.

Foto: Brigadas Internacionales.