Falsalarma son uno de los pilares básicos del rap español. Fueron pioneros en el bombo-clap, y respetados por un buen puñado de temas que reventaron altavoces desde finales de la década de los noventa; también son, en consecuencia, uno de los grupos más conocidos y longevos de la escena hip-hop barcelonesa y española. En definitiva, un grupo que transmite autenticidad y, por si no fuera suficiente, un gran compromiso social. Como mandan los cánones de la vieja escuela, sus rimas siempre han sido directas y sus temas, reales, con olor a calle y sonido potente.

Con El Santo y Titó a los micros, el sello de Falsalarma siempre ha sido de calidad y elegancia en todo lo que hacen. Han innovado y ofrecido algo distinto en todos sus discos; desde La misiva (2002) hasta Alquimia (2005), pasando por su ya penúltimo trabajo, La memoria de mis pasos (2018). Ahora regresan a la escena -y a Murcia, mañana por la noche- con Oro y arena (2019), once cortes donde una vez más observan todo lo que les viene de cara para contarlo a pelo, aunque les cueste prisión: la pseudo-democracia, la alienación con las redes sociales, la emergencia climática, la superación, la falta de empatía€ Aún así, son optimistas por naturaleza.

Por todo ello, los de Sabadell siguen uniendo generaciones sin perder el hilo, como en la colaboración con Kaze. Necesitan motivos para latir, y para ellos la música es su razón. En Oro y arena, además, se han rodeado de grandes músicos como Nach, Kaze, Green Valley, Little Pepe, Ose.