Tres años han pasado desde que Nada Surf, banda con estatus de estrellas de rock y los pies en el suelo, publicaran You know who you are (2016), al que pocos meses después seguiría el álbum en directo Peaceful ghosts, que daría fe del estrado de gracia del grupo. Ahora, Matthew Caws, Daniel Lorca, Ira Elliot y su amigo y colaborador Louie Lino han publicado el noveno álbum de estudio de los norteamericanos, Never not together (2020), que exhibe la capacidad del grupo para evocar grandes emociones forjadas con detalle, ya sea a través de solos de guitarra arrebatadores o voces susurradas. Nada Surf recuperan su espíritu más eléctrico y amplían su visión humanista del mundo a través de canciones de rock optimistas, melódicas y pegadizas.

El disco se grabó en los Rockfield Studios de Gales, de donde han salido algunos de los álbumes más icónicos artistas como Iggy Pop, Oasis, Echo & the Bunnymen o los Flamin’ Groovies. Lo presentan ante el público español a principios del mes de marzo, en una gira que les trae nuevamente a Murcia este jueves con un telonero de lujo como John Vanderslice. Daniel Lorca responde al teléfono.

P ¿Qué tal, Daniel, cómo va todo?

R Muy bien, contento. Nos ha salido un disco muy raro, pero muy bueno.

P ¿Por qué «muy raro»? Lo he oído de cabo a rabo y es un disco excepcional, con auténticos hits.

R Creo que sí, pero nos hemos soltado en alguna que otra dirección que no nos atrevíamos, o que no nos había apetecido hasta ahora. Por eso digo raro. Canciones de siete minutos, por ejemplo.

P Se deja oír maravillosamente bien.

R Sí, yo estoy muy contento. Ha sido un placer tocar con los niños, la orquesta… Hay unas cuantas cositas que nunca habíamos hecho, unos países que no habíamos visitado antes.

P ¿Qué es exactamente lo nuevo?

R Por ejemplo, el año pasado alguien nos dijo: «¿Por qué no hacéis una versión de Popular moderna? Le cambiáis la letra y, en vez de discutir sobre los temas de aquel momento -de los jóvenes, de cómo hay que comportarse- con un tratamiento totalmente sarcástico, la ponéis al día?». Nos pareció una gracia, pero ni de coña. En este disco teníamos una canción, la primera que ha salido, Something I should do, que, cuando todavía no estaba escrita la letra del estribillo, le dije a Mateo: «Oye, macho, por qué no escribes un texto así, heavy, como hiciste en Popular?». Total, que lo intentó y nos pareció bastante guay; al final lo ha hecho. Nunca pensé que jamás íbamos a hacer una canción que pudiera recordarnos a Popular, pero sí.

P Precisamente, la primera vez que os vi en directo fue en un Festimad, con Popular por todo lo alto. Ya hace unos años de esto.

R [Risas] Unos poquitos.

P Something I should do parece que está inspirada en unas declaraciones que Justin Vernon, el líder de Bon Iver, realizó en un podcast sobre las Matemáticas, la empatía y sobre que todos estamos unidos. ¿Cuál es la idea? ¿Prevalece a lo largo del disco?

R Yo creo que sí, porque en el mundo en el que vivimos, con tantas redes sociales (la web está metida en todo), se supone que estamos más unidos, que nos acercamos, pero al mismo tiempo nos está metiendo en compartimentos distintos. Hay más interacciones que nunca; en cambio, se supone que nos estamos enfrentando más que nunca. Es necesario que tengamos un poco de perspectiva. Hay que tener empatía, respeto; no ya intentar llevarse bien, simplemente empatía. Uno de los temas que siempre nos preocupa es la ciencia, el ateísmo, el hecho de que no somos para nada el centro del universo. A las estrellas no les importa la Astronomía, y las Matemáticas son sagradas.

P A propósito de la conexión con el mundo, el estar vinculados es un tema recurrente en las letras de este álbum. Hay otra canción, Looking for you, que salió como segundo single y que también parece incidir en ello, una idea que el poeta persa Rumi ya plasmó en el siglo XIII.

R Pues no lo sabía. Se trata de darse cuenta de que hay que tener paciencia y ver lo que tienes justo delante de las narices, y que a veces pasamos por alto. Mateo dice que habla de ir a ver a un psicólogo que dice: «¿Tú qué buscas, qué quieres de la vida?». Él intentó encontrar algo superprofundo que decir, y no le salía nada específico, y el psicólogo dijo: «¡Si lo tienes justo delante! Lo único que tienes que hacer es estar bien, y de vez en cuando conseguir que haya algún destello fugaz. Pero lo más importante es estar bien», y, claro, ahí te das cuenta de lo afortunado que se puede ser con cosas muy simples, en vez de estar constantemente yendo de un lado para otro intentando buscar una cosa que a lo mejor nunca vas a conseguir. Si tú te mueves tanto, a lo mejor quien te está buscando a ti no te encuentra... Es un círculo vicioso. Párate un segundo, quédate tranquilo, porque lo que estás buscando te va a encontrar a ti.

P Presentasteis otro nuevo single, So much love, antes de que saliera el disco. Es un corte muy romántico y luminoso.

R La letra viene del hecho de que Mateo tiene mucha correspondencia con una amiga que creo recordar que vive en Austin, y hablan mucho. Mateo a ella siempre le firma las cartas diciendo ‘so much love’. Es una canción romántica, pero desde el punto de vista humano, hacia toda la gente. No es una relación entre dos personas, sino entre uno mismo y el resto del mundo. Hay que dejarse llevar por el amor y las cosas positivas; te pueden sacar de cualquier situación mala... Hemos aprendido a hacer eso nosotros mismos. Hay cosas jodidas que si me llegan a pasar hace 20 años me habría querido pegar un tiro, y ahora dejo abrirse ese álbum donde está ‘all that love’, y a partir de ahí, ‘palante’, que luego las cosas siempre se arreglan.

P Aunque Matthew (o Mateo) escriba la mayoría de las letras, creo que todos en el grupo os sentís representados.

R Sí. A veces escribo yo también letras, pero en general suelen ser de Mateo. Las hablamos, y los conceptos se afinan juntos, pero a mí cada día me gustan más las canciones de Mateo, lo cual me parece fantástico, porque yo lo paso fatal escribiendo letras... Y cuando las hago yo, quiere que las cante yo, y la verdad es que lo de cantar es un poco coñazo..., pobrecito. Es mucha responsabilidad.

P Pero se te da bien.

R Sí, pero es que es demasiado trabajo. Luego no puedes charlar con nadie, te tienes que ir a acostar pronto, no te puedes tomar una cerveza, no puedes estar con gente que fuma... Yo ya dejé de fumar, pero bueno. No, es divertido, pero estando con alguien que lo hace tan bien, es mejor que lo haga él.

P Otra canción, Just wait, parece que habla del estado de la cultura juvenil, un poco en la línea de Popular.

R Sí. Popular tenía un ramalazo de sarcasmo muy importante, y al mismo tiempo que estaba dirigida a los jóvenes, criticaba a los mayores, a las tonterías que los mayores dicen a los niños que deben hacer. Esta es un poco lo contrario: es más de corazón, sin el sarcasmo, y dice que hay que esperar a veces para lo bueno, que no hay que preocuparse demasiado, que hay que tener paciencia.

P Este disco lo habéis grabado en los estudios Rockfield, en Gales, por donde han pasado artistas como Echo and the Bunnymen, Flamin’ Groovies, Iggy Pop, Oasis… En alguna canción me parece escuchar ecos de Wonderwall.

R A mí también me pasó eso, creo que precisamente en Just wait. Es que Wonderwall es un muro que hay detrás del estudio; es muy antiguo, parece raro que no se haya caído a trozos. Es el muro del asombro. Ese estudio es increíble. Aparte de que suena fenomenal, hay un rollo muy familiar, porque te quedas a vivir ahí. Hay un salón grande, con un comedor con una mesa enorme, y alrededor están los dormitorios, y yo tenía una cocina; cocino mucho. Todas las tardes nos juntábamos para cenar, y ahí seguíamos tocando. Inmersión total.

P Es una granja, creo.

R Sí, estás rodeado de campo y de tractores. Es un sitio que inspira muchísimo. Estás todo el día metido en hacer el disco. Un sitio guay.

P ¿Qué sentís cuando la gente sigue yendo a vuestros conciertos y siguen emocionándose?

R Es un privilegio. Es increíble. Va gente nueva también, muy jovencita. A lo mejor te conocen por un disco nuevo y luego se empiezan a comprar los antiguos. Es un lujo. Sales ahí y ves a gente que se sabe las letras. El otro día fui a los dos conciertos que León Benavente -que me encantan- hicieron en Madrid y venía gente con camisetas de Nada Surf, y me decían: «Tío, qué guay, ¿qué haces aquí? Déjame que te invite a una cerveza». Yo creo que no me pagué una cerveza en toda la noche [risas]. Y la gente supersimpática. Cuando vienen grupos a telonear y hacen la gira entera -ahora, por ejemplo, lo va a hacer un amigo nuestro, John Vanderslice- nos dicen: «¡Pero qué fans más guays tenéis! Superatentos, muy respetuosos!». Es un privilegio poder hacer esto.

P ¿Qué música os gusta escuchar?

R Yo ahora mismo estoy... No sé, me siguen gustando mucho los Shins. Estaba escuchando también el disco de Metric: para mi gusto demasiado baile-baile, pero me sigue gustando. Y, bueno, últimamente no paro de escuchar a León Benavente: me encanta este disco último que han hecho. También Rufus T. Firefly.

P ¿Cuál es la motivación de Nada Surf para seguir haciendo discos tal como están las cosas ahora?

R Lo pasamos muy bien, nos encanta grabar. Cuando nos juntamos para trabajar las canciones, se pasan los segundos..., nos gusta mucho tocar. Somos fans de todo: de grabar, del equipo... No sé qué me gusta más, si tocar en un festival en el que hay 2.000 personas o en una sala de 200.

P Ahora no sé exactamente dónde vive Mateo. Lo último que sé es que se había mudado a Inglaterra, pero creo que vivís en distintos países. ¿Cómo os las arregláis?

R Yo primero me fui a París hace ya doce años o más, y fui a hablar con Mateo: «Voy a probar esto». Fue cuando eligieron a Bush. Dije: «No me quiero quedar más tiempo con este gilipollas».

P Está la cosa como para volver...

R Pues ya ves. Entonces lo probamos un tiempo y nos dimos cuenta de que como hacemos tantos tours, nos pasábamos la vida juntos de gira, y cuando acababan, yo inmediatamente me largaba por ahí en vez de quedarme en Nueva York, con lo cual no nos veíamos el pelo más que cuando estábamos de gira o haciendo un disco nuevo. Entonces pensé: «A lo mejor no cambia tanto la cosa». Mateo ahora vive en Cambridge, e Ira vive en Florida. Para hacer este disco nos hemos reunido tres veces en Cambridge, a la antigua, como cuando teníamos 20 años, echando horas. Había que tener mucho cuidado con no hacer pausas porque teníamos tres horas; si te pasabas, te cobraban más por el estudio. Íbamos por la mañana y por la tarde, tres y tres, y lo hicimos durante ocho o diez días en cada una de esas tres veces que fuimos para allá. La cuarta fue ya en el estudio de Gales. Y, ya te digo, como hacemos tantas giras, al final estamos mucho tiempo juntos, aunque no vivamos en la misma ciudad.

P ¿Os planteasteis una llamada en el sentido de «vamos a hacer un nuevo álbum, y la idea es esta»?

R No, no, eso nunca. Nunca tenemos hoja de ruta. Ya llevamos nueve discos y, claro, cuando hicimos el sexto yo ya estaba bastante seguro de que haríamos al menos un par más. Si hay una canción que a lo mejor parece que no está del todo acabada, que podría mejorar, se guarda un poquito para ver si algún día mejora. En cambio hay otras canciones que dices: «Esta está». Entonces podemos escoger. Se van como peleando entre ellas.

P Mathilda podría pasar por una canción de Simon & Garfunkel, al menos la primera parte, porque da la impresión de que hubiera varias canciones en una.

R Sí, sí, son como tres movimientos distintos. Yo había escrito la melodía de la parte del centro, y el final me recuerda un poco a los Beatles. Es un poco: «¿Por qué no?», podemos permitirnos una cosa así un poco rara, y no tiene por qué ser una canción de tres minutos para que te la pongan en la radio.

P ¿Dirías que vuestro verdadero primer álbum como Nada Surf sería Let Go? ¿Es verdad que pagasteis la grabación con billetes de uno y de cinco dólares, o es una leyenda?

R El segundo disco fue muy raro porque el sello quería ocho o nueve versiones de Popular, y eso obviamente no lo íbamos a hacer. Nos peleamos, tardamos un buen tiempo en recuperar el disco, y yo organicé una gira, porque no teníamos sello, no teníamos manager, agente para los conciertos... Total, que organicé una gira para llegar de Nueva York a Los Ángeles, que era donde habíamos grabado el segundo disco -bastante caro porque lo había pagado el sello-, pero, entretanto, el productor que habíamos usado compró el estudio y nos dijo: «Os dejo grabar aquí por nada, por costes, así que se me ocurrió la idea de ir hasta allí de gira, grabar el tercero y volvernos de gira por el sur. Teníamos The proximity effect, que era el segundo, y lo publicamos nosotros mismos. Lo pagamos yo y la abuela de Mateo. Hicimos no sé cuántos miles de copias del disco y lo vendimos en lo que tardamos en llegar a la costa oeste: unas tres semanas o quizás un mes de gira. Y, claro, teníamos un saco de dinero enorme, pero la mayoría eran billetes de cinco y de un dólar.

P Ibais con cash.

R Claro, claro, estábamos no en B, estábamos en D. Entonces yo creo que esa libertad que teníamos de estar totalmente fuera del esquema y de no tener ningún tipo de apoyo, al mismo tiempo quería decir que no teníamos a nadie esperando para escuchar las canciones nuevas, para decir: «esto sí», «esto no». Estábamos, de verdad, en un vacío total, y nos salió un disco muy libre, por eso lo llamamos Let Go, porque nos dimos cuenta de que we had the go, de que nos habíamos dejado ir. Ya con eso fue como la segunda etapa, también porque se dice que tienes toda la vida para escribir tu primer disco, y el segundo lo tienes que componer en poco tiempo. Lo hicimos tras romper con Electra, y estuvimos en paro casi tres años, y en ese tiempo nos pusimos a vivir otra vez la vida real, a trabajar. Tuvimos la oportunidad de volver a escribir un libro sobre la vida real como si fuera otra vez nuestro primer disco.

P En 2017 celebrabais el decimoquinto aniversario de Let Go, una experiencia que no sé si impulsó la planificación primera de este Never not together.

R No. Pero nos imaginábamos que íbamos a volver pronto; siempre lo echas de menos. Mateo es incapaz de no componer. Es casi inevitable. Tenemos la suerte de que nos sale bien, aunque es mucho trabajo estar de gira...; acabas destrozado porque es una vida muy rara, pero lo pasamos muy bien, y cuando te has cogido un tiempo de descanso, te apetece un montón volver a salir.

P ¿El nuevo disco viene con intenciones pacificadoras, dada la coyuntura internacional?

R Trump, el gilipollas, es muy gallo y muy blablalá, pero creo que no nos meterá en una guerra. Hay muchas letras en este disco que critican la situación del mundo moderno. Lo que decía antes: estamos metidos en compartimentos. Se supone que cada vez más conectados, pero cada vez hay más campos distintos, y cada vez se odian más los unos a los otros; cada vez se escuchan y se respetan menos. Por eso falta empatía y respeto, y las cosas reales. Lo que dice la letra de que las Matemáticas son sagradas: ahora mismo está en juego la verdad, hay que tener mucho cuidado de no meterse en campos de un lado y del otro, y de la propaganda, y tener cuidado de dónde salen las noticias, y no creerse todo. Esperemos que sí, que sea un antídoto.