manol Arias regresa este fin de semana a la Región, y lo hace por partida triple: hoy estará en el Capitol de Cieza; mañana, en el Romea de Murcia, y, el domingo, en el Nuevo Teatro Circo de Cartagena. Y lo hace para meterse en la piel del inolvidable protagonista de una de las novelas más célebres del escritor colombiano Gabriel García Márquez, El coronel no tiene quien le escriba. La adaptación teatral del libro ha corrido a cargo de Natalio Grueso y el encargao de dirigir al consagrado intérprete leonés es Carlos Saura.

Las expectativas están muy altas ante un montaje que reúne a tres pesos pesados como García Márquez, Carlos Saura y usted...

Parece un producto de Amazon que genera muchas expectativas [Ríe]. En realidad el teatro siempre parte de una escritura -en este caso, la obra de García Márquez-, que es lo más importante. Esa es la base. Encontrarte luego con un director como Carlos Saura, a pesar de que yo lo hice en la distancia, es meterte en un mundo muy especial, de imagen y de luz. Carlos ha creado un espacio muy minimalista para que predomine el texto, y es ahí donde entra el tercer elemento, que consiste en intentar caminar por esas losetas que te van colocando delante.

Su papel del Coronel es heredado de Juan Diego, que enfermó y no pudo continuar con este montaje.

Vamos a aclarar que Juan Diego enfermó, pero muy poquito. Lo que tuvo es un catarrazo que no le permitía respirar bien y no le dejaron actuar. Eso suponía aplazar el proyecto y había compromisos. Así que un día me llamó el productor de Zebra y me contó la historia. Me lo pensé ese día y le dije que sí.

Tengo entendido que usted es 'juandieguista'.

Sí. Yo empecé con Juan. Fue la primera persona que me echó un ojo profesional cuando yo tenía 17 años en Éibar. En aquel tiempo me dijo que le buscara en Madrid. Cuando llegué allí no lo busqué, pero lo encontré. Me contactó Tamayo [José Tamayo Rivas] para hacer una función con él y a partir de ahí hice dos o tres cosas más. Desde entones pertenezco a ese grupo que llamamos 'Circuitos Diego', con aquellos que tenemos orígenes muy ligados a él.

¿Fue ese sentimiento lo que le motivó a aceptar este papel?

Sí. La obra habla del respeto a la dignidad de los mayores y mi relación con la obra y con Juan tiene que ver con eso, con el respeto a un pasado y con el cariño que le tengo a una persona que ha estado muy cerca siempre, que sin llegar a ser íntimo amigo ni jefe ni nada ha establecido conmigo una digna relación a través del tiempo.

¿Qué es lo que más le atraía del proyecto?

El hecho de que cuente una historia universal. El montaje está basado en una novela muy especial, en el sentido de que es una obra violentísima en la que no hay ninguna situación violenta, que habla sobre la dignidad y muestra una capacidad de resistencia tan fuerte a los avatares de la vida (al abandono, al olvido, a los últimos días, a recibir el regalo del descanso...) que se convierte en un texto muy poderoso. La obra habla de esa parte de la vida de la que nadie se quiere ocupar y en la que nunca queremos pensar porque es la última.

¿Se aleja mucho la adaptación de la novela de García Márquez?

La adaptación es bastante fiel. Natalio [Grueso] ha hecho una versión limpísima. Yo tengo tres visiones del Coronel: la de la propia novela; la de la película de Arturo Ripstein, que tenía grandes aciertos, y la de esta versión, que ahora nos están pidiendo en América porque invita a un teatro que yo creo que se debe parecer mucho a lo que Gabriel García Márquez imaginó. Él en sus novelas, con la simpleza y la potencia del lenguaje, representaba grandes imágenes y grandes historias, y en el teatro la sencillez de un decorado y la utilización de pocos elementos hace que otra vez la historia cobre volumen en los diálogos, en las emociones. Es una obra muy emocional y ese es el gran acierto de Natalio.

¿Se veía, al principio, en el papel del Coronel?

Sí. Bueno, soy un poco más joven que el Coronel, que es diez años mayor que yo, pero mi delgadez extrema me ayudó a pensar que sí podía hacer el papel. Además, este personaje tiene una forma de evocar y una dignidad militar -que no militarista-, que van mucho con mi estilo, si uno puede tener un estilo, que decir eso es muy pretencioso... El Coronel tiene formas de reaccionar y de hablar con las que me siento identificado. Para este hombre el amor a sus seres queridos está por encima de todo y, en ese sentido, me siento muy a gusto cuando lo trabajo.

En su currículum acumula muchos más títulos de películas y series que de teatro. ¿A qué se debe?

El teatro es como la casa de la amatxo, la casa de mamá. Empiezas en él, te formas en él y luego puedes irte y crear tu familia. Nunca dejas de pertenecer a él, pero puede ocurrir que el cine y la televisión te entretengan mucho, que es lo que me pasó a mí. Pero igual que se regresa a lo orígenes familiares, uno siempre vuelve al teatro.

¿Cómo ve el panorama para los actores en España?

Hay muchos más actores y hay mucho más trabajo, pero está complicado. El panorama ha cambiado muchísimo. Ahora hay muchas posibilidades porque la ficción española ha triunfado en las plataformas digitales internacionales. Hacemos éxitos al nivel de los americanos o de los ingleses, pero cobrados como en Tailandia.