Ricardo Ruipérez, la otra mitad de M-Clan, se estrena con su primer disco en solitario, En la distancia corta, que hoy presenta en directo en el Auditorio Regional. Producido por José Nortes, ha contado con un elenco extraordinario de músicos, entre los que destacan el piano y el órgano de Luis Prado, habitual en M-Clan, el bajo de Candy Caramelo, los coros de Txetxu Altube, Sergio Bernal a la batería y las guitarras del propio Nortes, además de las cuerdas de Manu Clavijo y los metales de Miguel Malla. Esta es la base desde la que Ruipérez ha facturado un álbum confesional, rebosante de sinceridad, con un reconocible menú de rock y folk americano, de medios tiempos. Nunca antes cantante, casi nunca guitarra solista, siempre ha mirado desde un segundo plano, con más profundidad, pero ahora, con la madurez como acompañante y aprovechando la pausa pactada de M-Clan, se ha tomado el tiempo necesario para dejar que afloren esas emociones intensas en canciones con influencias propias del rock que ha vivido (Tom Petty, Ron Sexmith, Bruce Springsteen). Si Carlos Tarque se ha dado el gusto de subir el volumen al diez, Ricardo ha preferido bajarlo un poquito. «Este soy yo», dice Ricardo Ruipérez en esta obra que esta noche presenta en Murcia.

En la distancia corta. Ya es un hecho. ¿Cómo te sientes?

Bien, con muchas gana de que la gente lo escuche, de que la crítica, los medios, empiecen a opinar; un poco también con esa cierta incertidumbre acerca de cómo va a ser recibido. Es un disco tan de verdad, tan honesto, que hay una parte muy importante de mí ahí, y quiero saber la opinión de la gente.

Tú hablas de la ética de la canción.

Sí. Yo entiendo la música como canciones; no soy muy afín a estilos ni a banderas. Me gustan las canciones. Intento, en mi parcela de compositor, trabajar la canción sin prejuicios, sin complejos, e intentar llevármela hasta donde ella me pide. Me gustan canciones de gente muy diversa, de artistas diferentes, porque creo que la canción prima sobre el artista.

Y En la distancia corta , ¿qué es lo que prima? Aparte de ese título que ya de por sí revela más o menos lo que nos decías: que es un disco confesional e íntimo.

Es un disco muy personal, sí. Esta nueva etapa, este salto al vacío, este salir de mi zona de confort, tenía que ser de una forma muy honesta y sincera. Cogí las canciones que lo eran más, porque también tenía muchas otras que no lo eran tanto y las deseché. Es una forma de desnudarte. En el momento en el que estoy, no tengo miedo a nada.

Entonces, ¿no tenías referencias claras o por lo menos conscientes en este disco? ¿Todo ha sido un fluir de canciones?

Sí. En otros discos, en estudio hay muchas referencias en cuanto a sonido: «Quiero sonar como la batería de George Harrison en este disco», «Este slide que sea como?». Aquí no trabajamos así. Dejamos fluir nuestra imaginación. Logicamente, el subconsciente trabaja con ciertas influencias, pero es una cosa mucho más libre. También era cosa de dejar que en el estudio se siguiera componiendo, no ir ahí a grabar como una máquina lo que ya has compuesto, sino dejar cosas abiertas.

Y has trabajado con José Nortes.

Desde el principio mandándole material, sí. Se sorprendió mucho; las canciones le gustaban bastante y juntos fuimos seleccionando. Es un geniecillo de estos que entiende la música y la ejecuta de una forma muy rápida. Estoy muy ligado musicalmente a él, a ese rock más melódico, más light, en el que prima más la canción, la letra, que la actitud, la pose o la bandera, y Nortes me ayudó mucho en este sentido. Cuando hablé con Warner también llamamos a Ricky Faulkner: quería hacerlo, pero estaba ocupado; además, pensamos que Nortes iba a darle un plus. Lo llamó Bonilla [ejecutivo de Warner], y [Nortes] le dijo: «Por Ricar, lo que haga falta» [Risas], y entonces ya dije: «Necesito una persona así». Una persona para hacer este disco que confíe en mí al 1.000%.

¿Tú también confiabas en ti? ¿Y los que te rodeaban? ¿Tenías dudas, como dices en la canción?

Sí... Tenía muchas dudas, pero mi determinación y mis ganas fueron el motor que me hizo tirar hacia delante. Es cierto que la gente que trabajaba conmigo, si bien confiaban en parte, no me habían visto nunca cantar, ni hacer un disco en solitario; también era difícil para ellos, rollo: «Hostia, a ver qué vas a hacer...». Otros colegas me decían: «Conociéndote, estará bien; si no, no lo harías».

Antes decías que desechaste muchas canciones para que el contenido del disco fuera exactamente el que querías. El resultado son 12 canciones en las que predomina el medio tiempo. Algo más reposado que M- Clan.

Para eso se hace esto. Tanto el disco de Tarque como el mío tenían ese objetivo: salirnos de ese patrón, de esa forma de trabajar juntos durante tantos años, y poder hacer cada uno lo que nos diera la gana.

En el caso del rock americano en España, Carlos Goñi quizás fue uno de los precursores.

Y he de decir que ha firmado una de las mejores canciones que se han hecho en este país de rock americano; bueno, ha hecho varias... Aparte, nos conocemos de hace muchos años y, de hecho, le mandé el disco terminado hace unos meses. Le sorprendió para bien: me alabó mucho el disco, las canciones y la forma de componer, y, si te digo la verdad, me dio mucho gusto [Risas].

Esa reconfortante palmada en la espalda cuando necesitas contrastar tu trabajo.

Claro. Necesitas siempre el espejo de los demás, saber qué opinan. En este caso, además, no iba enseñando el trabajo a la gente durante el proceso de creación del disco, así que andaba un poco a ciegas...; confiaba en mi productor y en las canciones, pero nada más. Por eso tengo tantas ganas de que la gente lo escuche, y digan: «El Ricar lo hace así».

¿Este es uno de los discos -contando los de M-Clan- más luminosos que has grabado hasta la fecha?

Bueno, sobre todo es una colección de canciones muy personal. Los temas de M-Clan que son míos -míos enteros hay pocos...-, cantadas por Tarque se van a otro terreno. Pero sí, creo que este disco tiene luz; o, no sé si luz o sombra, pero tiene, sobre todo, verdad.

¿Es fácil, llevando tantos años en la música, saber qué hay que hacer para que dé resultados?

No he querido tirar de trucos. Hablar de cosas que no suenen a mí o que no pueda defender luego en directo, ser prisionero de ese tipo de canción..., no, no quería algo así. Quería ser lo más sincero posible y luego hacer los arreglos que siempre he querido hacer en mis canciones. Me encantan los metales...

Aquí has hecho buen uso de ellos.

Sí. Contábamos con Miguel Malla, que es un arreglista maravilloso, y ha entendido lo que quería a la perfección. A mí esa línea de rock con metales muy New Jersey me ha gustado siempre mucho, igual que me gusta Van Morrison.

Queda claro. ¿Te habías planteado antes este disco y ahora era un buen momento para llevarlo a cabo aprovechando el parón?

Realmente cuando decidí hacer un disco fue cuando Tarque vino a mi casa y me dijo que iba a empezar una carrera en solitario. Entonces dije: «Yo voy a hacer lo mismo». Así de simple. «Voy a intentar a hacer un disco con mis canciones. No sé por dónde voy a tirar, pero quiero hacer mi música». Había fantaseado con esa idea, pero nunca se había dado la oportunidad. Esto no nace de una planificación; nace de una arrancada de caballo. Mucha gente se echó las manos a la cabeza: «¿Pero tú eres capaz?». No me lo decían, pero lo pensaban.

¿Lo sabías por la cara que ponían?

Claro. Las palmadas en el hombro, la desconfianza? Se ve, se percibe.

Eres muy cabezón como para salir adelante con todo eso.

Era mucho más que cabeza. Era un ser o no ser. Así de simple. Y soy.

La duda hamletiana, como en tu canción.

Sí. Me ha costado cierta revolución interior, mental, ¿eh? Pero se puede, claro que se puede.

Supongo que, aparte de ponerte tú en el foco, ahora tú eres el foco. Antes estabas a un lado...

Sí, en un segundo plano.

No en un segundo plano, porque tú no eres de segundos planos. El caso es que siempre se tiende a seguir al cantante, al frontman , pero M-Clan erais Carlos y tú.

Éramos y somos, pero, de cara al público, Tarque tiene un 75% y yo un 25%. En el escenario el protagonismo lo lleva él.

Me refería a que quizá esa inseguridad -no sé si llamarlo así- estaba en descubrir tu voz; demostrar no solo que sabías hacer canciones -eso ya lo habías demostrado-, sino que tenías una voz propia. ¿Has hecho ejercicios, por ejemplo, para hacerte con tu voz?

No demasiados. Ahí me ayudaron mucho Txetxu Altube y Nortes. Nos pusimos a cantar delante de un micro y fue relativamente fácil porque uno también tiene oficio, pero de ahí a encontrar una sonoridad, un tono que no fuera un obstáculo para mí... Costó dar con ello, pero dimos y ahora a estamos en otro punto. Ahora tengo confianza total, y mi voz es una voz particular como la de tantos otros. De hecho, hablando con Charlie Bautista, nuestro teclista en M-Clan, me decía: «Capo, tú no eres de plan B, tú tienes que cantar como sea, tienes que contar tus cosas. Ese es tu plan A», porque yo le decía: «Hay que buscar un plan B si eso no se puede hacer».

¿El plan B era poner un cantante?

Sí, y llegué a probar a gente muy buena, pero era un plan B.

¿A quién probaste?

No te lo voy a decir, pero eran cantantes muy buenos. Pero no era la verdad, era una impostura.

Todos los artistas, o la mayoría, admiten que tienen complejos, pero la cuestión es asumirlos y salir adelante. ¿Tú has pasado por ese trance?

Sí, todos. Si yo te contara lo que oigo de los más grandes..., ¡se te caerían los palos del sombrajo! Pero la cuestión es normalizar estas cosas, y tener confianza en uno mismo. Y los pies en la tierra, que no estamos salvando vidas, no somos cirujanos; hacemos canciones y las defendemos como podemos. Hay gente que cuando va a salir al escenario se caga encima, tiene pánico, pero luego no se nota. Esas son las miserias y al mismo tiempo las grandezas de cada uno; la fragilidad.

Fragilidad hay en este disco, donde te desnudas, pero ¿de qué podríamos decir que están hechas tus canciones?

De emociones, sentimientos. No estoy inventándome un personaje como cuando compones para otros. Perales, cuando hizo la canción de ¿Y cómo es él?, la hizo para Julio Iglesias, pensando en él, imaginándose su historia personal. Cuando compones para otros te pones en la piel del que lo canta. No es lo mismo componer para Sergio Dalma que para Malú. Pero cuando lo haces para ti, las mociones pasan por tu corazón y por tu cerebro. Eso es lo trascendente.

Llevas casi 30 años de carrera. ¿Qué has sacado de todo esto?

La música me ha llevado por un camino que no era el planeado, y está siendo mucho más largo de lo que pensaba. Al principio era cosa de reunirse con amigos para tocar, pero ahora, de pronto, tengo una carrera relativamente buena hecha, mi vida es la música, y yo ahora comienzo otra etapa en la que tiene todavía más importancia el nivel personal. Ahora tengo el orgullo de decir: «Lo conseguimos».

Has hecho realidad tu sueño de cuando comenzaste.

Sí, hace años.

Tocar en grandes estadios?

Sí, y conocer a toda la gente que conocemos, pero yo creo que lo más importante ahora es ser buena persona. El glamour, la pose..., todo eso se pasa y queda la esencia de la música. Todos buscamos cariño, sentirnos queridos, y las canciones son nuestro cebo. Por eso la gente no se quiere bajar del escenario, porque es una forma de recibir un cariño que no está al alcance de todo el mundo. Miguel Ríos, Manolo García?, ¿cómo se van a bajar? Se quieren morir ahí.

¿La paternidad cambia mucho la vida de un rockero como tú?

Sí, indudablemente. Pero he de decir que yo fui un rockero light siempre. Un poco miedoso.

No tirabas teles por la ventana del hotel, pero tampoco eras light ...

Todo eso se pasa, y al final queda el compromiso, la responsabilidad con tu profesión. Si tengo algo que me hace sentir orgulloso de mí mismo es que siempre me he dedicado en cuerpo y alma a mi profesión. Y siempre me he sentido 'pro'. No hago las cosas por aparentar; si me meto en algo, me meto a tope.

¿Y cómo llevas la conciliación?

Muy bien. Llevo una vida muy estable: estoy con mi pareja desde hace prácticamente 20 años y tenemos una familia maravillosa. Lo de la pose, la chupa de cuero..., a mí todo eso realmente me la suda, y me río de ello; ya lo pasé. Decía Fito en una canción: «Qué importante es el rocanrol, y qué prescindible es el cuero», se trata un poco de eso. A la hora de subirte a un escenario tienes que ser el mejor, pero abajo eres una persona igual de miserable que los demás. Nosotros hacemos canciones, y subimos a un escenario para ser felices y cantarle a la gente. Nada más.

Dedicas dos canciones a tus hijas, Aitana y Daniela: Ángel dorado y Daniela .

No las hice pensando que entraran en el disco, la verdad. Son canciones que nacen en un momento determinado y ahí se quedan. Pero luego, a la hora de escoger los temas, Ángel dorado, que es muy de verdad, entró. Con Daniela tenía otra más antigua, pero se quedó fuera porque pensaba que no estaba a la altura... Y, claro, me dijo: «Papi, ¿a mí no me has hecho ninguna canción?».

Además son gemelas.

Sí, tienen 12 años. Le dije: «No, cariño, en otro disco ya te haré una», pero se me quedó ahí esa espinita y un día tuve un sueño: era una canción, la melodía y el estribillo. En el sueño aparecían Pascual, Oti, Tarque... Yo tenía una idea, quería cantarla, y decía: «Parad, parad, que se me olvida». De pronto me desperté y tenía el tema en la cabeza. Grabé la melodía en el móvil y, cuando fui al estudio por la mañana, se lo conté a Nortes y me dijo: «A grabarla ahora mismo». Me puso una acústica y grabé el tema, pero no tenía letra. Y como era una canción como muy íntima, me dije: «Voy a hacerle una letra a Daniela», y me salió del tirón, en media hora. Y la dejamos así, como estaba. Ese día venía Manuel Clavijo a hacer cuerdas, y le pedí que metiera un violín, pero nada más; así se quedó. Verás que tiene hasta mi pie marcando el ritmo. Es una canción desnuda, pero de verdad, sentida. Se la enseñé a Daniela, se quedó un poco pensativa y preguntó: «¿Por qué le cuentas a la gente todas esas cosas de mí?». Le dije: «Ya lo entenderás cuando seas más grande».

Ya has tenido oportunidad de presentarte con tu banda.

Sí, en el festival de Carthagineses y Romanos. Fue un poco el testeo, verme en directo, cantando, la banda sonando -que es maravillosa-, y, bueno, con muchas ganas de empezar a tocar y de hacer camino.

¿Llevas canciones de M-Clan?

Sí. Toco dos o tres canciones, depende del día, del momento, el público... Toco El tren que nunca cogimos, que es un tema que hice con Lapido; también Dando vueltas, que es un tema mío con un poco de letra de Lapido, y luego a veces puedo hacer Souvenir, Noche de desolación..., depende. Es un recurso, porque no puedo hacer veinte temas nuevos. También hago alguna versión. Tengo que ir creciendo poco a poco.

El siguiente paso mirando hacia delante es la reunión de M-Clan por el veinte aniversario de Sin enchufe . ¿Cuál es el plan?

El año que viene Tarque y yo nos juntaremos para ver qué canciones vamos a hacer, qué repertorio. El disco saldrá para final de año, para ya girar en 2021. Mientras tanto, yo estaré con lo mío, componiendo y tocando.

¿Está previsto que vuestras carreras particulares continúen después?

El tiempo lo dirá. Yo no quiero hacer planes a tan largo plazo; prefiero ir poco a poco, ir viendo cómo me encuentro. Quiero ser sincero y no ir haciendo cosas que no quiero hacer, o que no sienta.