Uno de los ingredientes básicos para disfrutar del verano es la compañía de un buen libro, aquel que nos tenga entretenidos y enganchados con la atención suficiente como para no dejar página sin pasar y acabarlo lo antes posible.

Es un recurso que nos lleva a cualquier lugar del mundo que sea descrito con palabras, puesto que el poder de la imaginación hace la gran tarea de amoldar los escenarios conforme vamos avanzando en la lectura.

Leer en verano ayuda en buena manera a fomentar el hábito lector en nuestros pequeños, alejados de la obligación de lecturas marcadas por las pautas escolares. Aquí se les abre un amplio abanico de elección, en el que los niños y niñas pueden empezar leyendo aquellos temas que más les atraigan y apetezcan. La cuestión es enfrascarles en el apasionante mundo de la lectura.

Los beneficios de leer en edades tempranas son numerosos, por no decir infinitos. La riqueza del vocabulario que se va interiorizando casi sin darnos cuenta en el disco duro de nuestra memoria, nos permite ir adquiriendo una comprensión lectora que se va acrecentando con los años y libros leídos.

Tenemos una oferta muy variada y de fácil adquisición, puesto que por suerte hay muchos sitios en los que venden libros destinados a todo tipo de público y gustos.

Incluso para los más aventajados por la velocidad lectora que adquieren y por el interés en seguir leyendo, las bibliotecas son una buena elección para ampliar nuestras referencias bibliográficas. Puesto que además de las lecturas que están en boga o en alza, supeditadas a las grandes editoriales, tienen un fondo mucho más amplio que el de los mostradores de las últimas publicaciones.

Es decir, el personal de bibliotecas está muy familiarizado con los libros y nos pueden ayudar a descubrir tanto nuevos autores como nuevas colecciones en función de la edad. El tema de las colecciones es un buen reclamo para enganchar a los niños a la lectura. Si cogen de buen agrado el primer libro de una colección, os puedo asegurar que van a estar deseosos de seguir leyendo el siguiente.

Leer es algo que podemos hacer en infinidad de sitios, llevar con nosotros un libro se puede hacer con suma facilidad porque ocupan poco espacio y no necesitan cuidados especiales, como quedarnos sin batería, como ocurre con otros objetos electrónicos.

En torno a los ocho y diez años contamos con una colección de libros muy seguida por los peques de la casa: La diversión de Martina. Una niña que empezó como youtuber colgando vídeos de cosas que se le ocurrían, y que empezaron a seguirla convirtiéndose en un fenómeno de masas para los niños.

Sus vídeos reflejan cosas divertidas y ocurrencias simpáticas que hacen mucha gracia, en la que los niños se sienten reflejados porque son las cosas que también les pasan en su día a día. Martina Valeria D'Antiochia empezó con un libro con el que tuvo mucho éxito de acogida, y ya nos encontramos por el número seis.

La colección de Jeff Kinney es muy seguida por el público entre los diez y adolescentes, con unas ocurrencias realmente geniales. El Diario de Greg es un superventas que se ha hecho con la atención no sólo de los lectores sino también del público cinematográfico. Son realmente divertidas todas las cosas que le pasan a sus protagonistas, la etapa de secundaria y los institutos dan mucho juego con todo lo que puede ocurrir en la vida de un joven empezando como quien dice a vivir nuevas aventuras.

Os recomiendo además de leer los libros, ver en familia la película de El Diario de Greg, son risas aseguradas al mostrar el papel de las madres y de los padres en la lucha diaria por educar a nuestros.

Los típicos roles en una casa con niños de diversas edades, y el día a día que nos hace que hasta que lo que peor nos pueda suceder, acabe sacándonos una sonrisa y no perder el desaliento.

Recomendaciones

No dejarse llevar por varios libros si vamos a hacer la compra o iniciar una colección. Hemos de ver primero la atención que les genera a nuestros peques un solo título y el tipo de lectura para el que se sientan apasionados en su tiempo de descanso. Observemos sus reacciones, cómo disfrutan con una temática y, a partir de ahí, ya podemos fomentar la lectura sin miedo.

Un aspecto motivador es la hoja de libros leídos, que recomiendo tener en la puerta de la nevera en la cocina. Es muy sencillo de hacer. Hacemos una pequeña tabla con las semanas de vacaciones, con varias entradas para anotar el título del libro, las páginas y un emoticono al final que pondremos con pegatinas de caritas sonrientes. Como la lectura lleva tiempo, cada libro debajo debe de llevar anotaciones diversas, es decir, las páginas por día que hemos leído y al final es ponemos estrellitas.

Los niños verán de modo gráfico la evolución en páginas correspondida con un emoticono sonriente o con una estrella. Es como una recompensa en la que les estaremos fortaleciendo ese hábito lector, ellos se ven recompensados con nuestra aprobación de manera externa. Así que les premiamos en cierto modo y ellos también ven de manera gráfica sus logros en el día a día lector.

Cuando acabe el mes, el premio puede ser ir a por el siguiente libro, teniendo así nuestra pequeña libreta a título particular de los libros que van leyendo.

Una cosa que también es muy útil es que nos cuenten sus impresiones, qué les ha parecido, qué personajes son los que más les gustan y cuáles no, pero sobre todo que nos hablen y cuenten cosas acerca de la lectura. De este modo les estamos ayudando a que construyan el discurso y la oratoria, les prestamos atención, fomentamos la comunicación, pero sobre todo les damos recursos para la vida a través de la lectura.