En 1985 dieron con una combinación de melodía y distorsión que todavía resuena. Ahora, treinta años después, The Jesus and Mary Chain presenta todo su Psychocandy -álbum debut de los escoceses- en directo, lo que no pudieron hacer en su momento, y lo hacen en Murcia, en el Warm Up.

Hay que remontarse a principios de los ochenta, cuando los hermanos William y Jim Reid, que estaban en el paro, grababan maquetas en algún cuatro pistas destrozado, configurando lo que sería la imagen estética y sonora del grupo, escuchando a la Velvet y a los Sex Pistols. Había un montón de chavales por ahí metiendo distorsión y feedback a sus guitarras baratas, pero lo que consiguió The Jesus and Mary Chain, a diferencia del resto, era un componente malvado, casi enfermizo. Eran diferentes, y su proyecto suicida, apto para pocos.

Se mudaron a Londres y el prestigioso semanario NME les nombró como «el mejor grupo del mundo». Durante un tiempo, también se los conocería como «los nuevos Sex Pistols», algo a lo que contribuyó decididamente su el single Upside down -uno de los mayores éxitos de ventas de la historia de la música independiente-, tras el cual la prensa contribuyó a la creación del mito con artículos que exageraban el caos de sus directos. Pero entre las polémicas -incluidas detenciones por posesión de drogas- y los éxitos cosechados durante la segunda mitad de los ochenta y la década de los noventa, las tensiones entre los Reid acabaron por disolver la banda.

En 2007, The Jesus and Mary Chain tocaron en Coachella y volvieron a girar juntos, y tras idas, venidas y peleas, volvieron a dirigirse la palabra para un nuevo álbum, Damage and Joy (2017), cuyo título no puede definir mejor la trayectoria de estos escoceses, donde el sonido turbio y extremo que dispensaban -a contracorriente- en una década completamente dominada por el pop sigue manteniendo su áspera vigencia. Hablamos con Jim Reid.

¿Por qué tardasteis tanto en regresar y en decidir sacar un nuevo álbum?

Tardamos bastante en reunir la banda porque había un montón de heridas que curar. En 1998, cuando nos separamos, no podría haber imaginado que volvería a tocar con los Mary Chain, pero discusiones que parecían tan importantes entonces, después de tantos años parecían casi triviales. En cuanto a lo de hacer un álbum, el plan siempre fue ese. Tardamos más en hacerlo de lo que nos habría gustado, pero, una vez hecho, creo que volveremos a grabar pronto.

¿Cómo fue volver al estudio para grabar Damage and joy ? ¿A qué se refiere el título?

En realidad, como siempre había sido. Casi diría que, como la tecnología ha avanzado, hasta se hizo más fácil y rápido todo el proceso. En cuanto al título, es una traducción literal del alemán ' Schadenfreude', que significa 'alegría por la desgracia ajena', pero esa no es realmente la razón de llamarlo así; simplemente nos gustaba cómo encajaban esas dos palabras juntas: parece describir no solo el álbum, sino a los Mary Chain en general: daño y alegría a partes iguales.

Parece que el principal problema era que teníais diferencias tu hermano y tú sobre cómo enfocar el álbum. ¿Cómo lo habéis resuelto? ¿Os odiáis tanto como sugiere Facing up to the facts ?

Cuando nos reunimos por primera vez para hablar del álbum, teníamos ideas diferentes sobre cómo debía ser, sí; este fue uno de los motivos de tardar tanto en sacarlo adelante. Después de dejarlo aparcado varios años, nos dimos cuenta de que con el paso del tiempo parecía que volvíamos a estar de acuerdo. No nos odiamos, pero a veces da la impresión de que sí. Discutimos, mucho, nos gritamos y ocasionalmente llegamos a las manos, pero forma forma parte de lo que es, y supongo que no puede ser de otra manera.

Una novedad en Damage and joy es que no lo producís vosotros; además, se grabó en Londres, Dublín y Granada, en el estudio de Martin Youth Glover. ¿Por qué?

Nos preocupaba perder el tiempo en el estudio. El último disco que hicimos fue Munki, y acabó con la banda. El estudio es un entorno muy claustrofóbico. No estábamos seguros de cómo nos íbamos a llevar, así que se nos ocurrió la idea de usar un productor, en parte como fuerza pacificadora, pero también para ayudarnos con los cambios tecnológicos que decía. Resulta que William y yo nos acabamos llevándonos bien, así que por ese lado no habría sido necesario, pero de todas formas funcionó muy bien.

No recuerda a ningún álbum en concreto, sino que parece una síntesis de toda vuestra carrera previa.

Era importante que, cuando regresáramos con un nuevo disco después de una ausencia tan larga, fuera inmediatamente reconocido como un disco de los Mary Chain. Decidimos utilizar elementos de nuestros diferentes periodos y darle un sonido más actual.

¿Cómo vivisteis la celebración que supuso la gira del treinta aniversario de Psychocandy ? ¿Influyó para meteros al estudio?

Diría que fue «un viaje por el callejón de los recuerdos», pero en realidad no lo fue porque... no recuerdo mucho de 1985. La gente llevaba tiempo intentando que hiciéramos esa gira, y siempre nos resistíamos, porque realmente no le veíamos sentido, y luego nos dimos cuenta de que nunca habíamos tocado en directo este disco; tiene bastantes canciones que nunca incluíamos en nuestros set lists y, las que sí tocamos, eran caóticas a menudo. Al principio, cuando nos resistíamos, era porque no nos interesaba hacer un concierto al estilo de los Jesus and Mary Chain de 1985, pero luego, la idea de hacer el álbum entero tocando aquellas canciones que nunca habíamos tocado en vivo antes, de repente parecía tener sentido después de todo. Y con el treinta aniversario aproximándose, pensamos: «Hey, joder, vamos a intentarlo».

¿Aprecias una gran diferencia entre la industria musical de hoy en día y la de hace veinte o treinta años? ¿Qué piensas de la irrupción de Spotify?

El negocio musical es irreconocible hoy en día respecto a cómo era cuando empezamos. Hay cosas buenas y malas. La tecnología hace que grabar música sea más fácil, e Internet facilita la difusión de esa música, pero sigues necesitando a alguien que lleve esas canciones ante la atención de la gente. Los sellos discográficos se han convertido esencialmente en agencias de publicidad, pero todavía parecen dirigidas por el mismo tipo de 'vendedores de coches de segunda mano' con trajes de Armani. Sobre Spotify, está genial para quien escucha música, pero es un desastre para el músico; devalúa la música de una manera insidiosa. Encontrar un nuevo álbum que me encantara cuando era joven era como descubrir un tesoro enterrado, pero ahora, plataformas como Spotify y Apple Music hacen que la música parezca de usar y tirar, insignificante. Tengo que escuchar a mis hijos poner música cuando los llevo en el coche y alucino porque no parecen escuchar una canción hasta el final, y parece gustarles un tipo de música diferente cada dos semanas. La música está situada demasiado cómodamente junto a los nuggets de pollo en el mundo actual.

En Amputation , que abre Damage and joy , cantas sobre sentirte «como una amputación del rock'n'roll». ¿Qué quieres decir?

Los Mary Chain nunca hemos encajado en ningún sitio. Es una canción bastante antigua, de cuando la banda realmente no existía y daba la impresión de que ya no le importábamos a nadie; vivíamos casi en el exilio, nos habían echado de la fiesta. Expulsados, extirpados, amputados.

Oye, ¿es cierto que vuestro sonido característico se debe a un pedal defectuoso que os vendieron?

En realidad no era un pedal de distorsión roto, pero el tipo que nos lo vendió pensaba que sí, y creía que nos estaba tangando. Era un pedal de distorsión Shin-Ei. ¡Nos vendió el sonido de guitarras de los Mary Chain por cinco pavos!

Al parecer, tenéis canciones suficientes para otro álbum. ¿Vais a entrar al estudio para grabarlas?

Sí, el plan es grabar un nuevo álbum este verano para publicarlo en 2020.

¿Qué se siente revisando material de cuando eras muy joven, ahora ya bien entrado en la edad adulta?

No sé qué edad tienes, pero yo tengo 57, y una cosa que aprendes si vives lo suficiente es que la sabiduría no llega con la edad. Quizás parezca viejo, pero no me siento distinto a cómo me sentía cuando tenía 20, así que es perfectamente natural para mí tocar estas canciones que compusimos cuando éramos jóvenes.