El canario Bejo es uno de los referentes de la nueva oleada vinculada con el hip hop y el trap. Hace poco de rapero, pero es que él difiere del tópico del ‘gangsta’. Su logo , el clásico dibujo infantil de un pene, es tan simplón y magnético como sus canciones, su manera de rapear y su estética, que conforman un universo (el ‘bejismo’) con lenguaje propio. Rap festivo, vacilón. Lleva tiempo siendo uno de los protagonistas de la nueva ola de la música urbana española, en solitario y con su grupo, Locoplaya, un trío canario que completan Uge y Don Patricio. En sus conciertos, con ‘look’ playero, reparten caramelos, fruta, pelotas hinchables… Algo así como una fiesta infantil para niños mayores.

En una carrera de menos de tres años, Bejo ha revalorizado mangos, rimas cacofónicas, tropicaleo, tiras para gafas, incluso dibujos a rotulador, sea o no verdad que ha despachado uno de ellos por más de 100.000 euros en Ebay.

Bejo presenta Parafernalio, su segundo largo sin discográfica pero con extraordinarios vídeos como los que le lanzaron al éxito en el anterior disco. Una vez más, el álbum funciona como contenedor de los temas que ha ido soltando en el último año. Cuenta con las bases de socios habituales como Horror.Vacui y Nico Miseria además de otros como Cookin Soul, Beauty Brain, Lativo Produce, DJ Pimp o Ba$$ilones, que estrenan colaboración con el canario: productores que proceden de diferentes puntos y que de la mano del MC asentado en Madrid están creando un sonido de vocación y repercusión internacional.

En Parafernalio se aprecia una intención de evolucionar su sonido, cada vez más alejado del rap propiamente dicho y más próximo a los sonidos latinos: hay vientos, ritmos de samba, un acordeón al más puro estilo Gotan Project y hasta, por vez primera, autotune en Hágale. El universo del canario se expande. La onda oscilante de sus directos se compone básicamente de rap noventero (hay mucho de él en su nuevo largo) o trap, bien downtempo, con rupturas constantes de sonidos del Caribe.

Bejo, por surrealista y alucinada que pueda sonar mucha de su música, es el puente entre la vieja escuela de rap (atenta a la rima original y más parca en el sonido) y las últimas camadas urbanas, anárquicas en el verso y eclécticas en el beat. Una característica propia es su dominio absoluto de las redes sociales, por lo que muchos lo consideran 'El puto amo de internet': en YouTube sus videos rápidamente alcanzan las 500.000 vistas y superan el millón al tiempo. El más exitoso en estos términos es, sin dudas, Mucho con sus humildes 10 millones de visualizaciones. Es uno de los artistas que marcan el minuto en la actualidad desde un underground que (vistas las cifras) hace tiempo dejó de serlo. Evita tópicos y esquiva las modas más evidentes.

Por ello sorprende que, contra lo que suele ser habitual en los últimos tiempos, reconozca influencias del rap español de los noventa y cite a Sólo Los Solo, Nach, Toteking, 7 Notas 7 Colores o Mala Rodríguez entre sus inspiraciones.