Poncho K es un confeso admirador de Miguel Hernández, y sus textos desprenden un firme compromiso estético e intimista. Después de más de una década actuando en todos los escenarios posibles, desde clubs a festivales, su credibilidad ha crecido, y sus seguidores, siempre fieles, aumentan concierto a concierto, disco a disco. Y lo más importante es que, en este tiempo, el sevillano ha mantenido el aliento creativo por encima de tiempos de crisis, sin desviarse de sus ideas, sin alterar el ánimo ni el espíritu.

Comenzó a los 15 años con una banda de punk, y debutó en solitario en 2001 con el álbum No quiero empates, al que siguieron otros cinco álbumes de estudio, un directo y tres libros (dos de poesía y uno de prosa), y en todas y cada una de sus referencias ha mantenido su esencia de «rock con pinceladas flamencas, poesía callejera».

Lo último de Poncho K es 11 Palos, su séptimo disco de estudio, que presenta en Murcia -Garaje Beat Club, a las 22.00 horas- y rebosa contundencia como un potro desbocado, melancolía de la que te puedes cortar las venas, arte, letras soñadas en la mente de cualquiera, sonidos de guitarras que lloran, voz desgarrada como nunca y estilos imposibles de calificar. El poliédrico artista se ha reencontrado con su cara de canalla y con la que mira para dentro.

Malsujeto es el grupo invitado.