En esta ocasión quiero hablaros de 'Los guardianes protectores de la huerta', una ruta de interpretación que hemos hecho con la Asociación EcoAmbiental, de la mano de Juan Antonio Buendía Leal y con la colaboración de la Junta Municipal del Cabezo de Torres; un recorrido con el que hemos tenido el placer de descubrir el legado hidrológico y arqueológico con el que contamos en el Cabezo de Torres y Monteagudo.

Nos cuentan que hace mil doscientos años, o incluso mucho antes, el valle que conocemos donde se sitúa la ciudad de Murcia actualmente, era una laguna inundada; una zona que hacía imposible el asentamiento de las personas, que terminaban por buscar ese emplazamiento en la cordillera sur junto a las montañas. Prueba de ello son los yacimientos que nos encontramos en las zonas de Zeneta, en el Cabezo Gordo, con el yacimiento argárico, al igual que por la zona de Beniaján. Por la zona de Algezares nos encontramos con el Santuario íbero de La Luz, que data del siglo IV a.C, y en la Alberca, Cobatillas, Santomera y Monteagudo también encontramos primeras zonas de población.

El río que conocemos como Segura tuvo con anterioridad otros nombres: los romanos lo llamaron Thader y los musulmanes Río Blanco -por el color lechoso de los badlands-, y no es hasta el siglo XVI cuando recibe su actual nomenclatura, atendiendo a la sierra en la que nace. Sabiendo esto, la ruta atraviesa doce puntos de interés en torno a su cauce: Molino Armero, Alberca medieval, Huerto Hondo, Palacio de Larache, Palacio del Rey Lobo, Castillo de Monteagudo, Albercón, Senda de Granada, Batalla Huerto de las Bombas, Azarbe Alto Campuzano, Castillo Cabezo de Abajo y Virgen de las lágrimas.

La primera parada es en el Molino Armero, que data del siglo XII-XVIII, en el Cabezo de Torres, en el que se trabajaba el pimentón, y en un lateral del mismo hay todo un muro que pertenecía a una alberca musulmana. Nos dirigimos desde allí en dirección al carril de los Borjas, al Huerto Hondo. El paisaje es fantástico, y los huertos de limoneros desprenden un olor espectacular. Se respira huerta en su máximo esplendor.

El Palacio de Larache -siguiente parada-, contaba con una serie de habitaciones a pie de suelo, y en la zona de abajo se encontraban las habitaciones para los criados.

Es un palacio asociado a la alberca medieval por la que hemos pasado con anterioridad, una residencia personal que también cumplía las funciones de hospedaje de alto nivel, para agasajar a embajadores y a grandes autoridades que pasaban por la Murcia del Rey Lobo, cuyo palacio -nuevo stop en la ruta- se encuentra junto al Castillejo de Monteagudo, en una zona privada, que ha sido en gran parte cedida por sus propietarios para que sigan los proyectos de excavación que actualmente cuentan con una gran expectación no sólo a nivel nacional, sino mundial por el valor histórico del yacimiento. Es espectacular poder ser testigos tan de cerca del trabajo que llevan a cabo los arqueólogos y todo el personal voluntario que está a pie de excavación dejando sus horas y su tiempo a favor de la cultura y el conocimiento.

Pero esta zona no es sólo legado de los árabes, porque cuando llegó el siglo XVIII y la Guerra de Sucesión, esta zona vive un episodio histórico, la Batalla del Huerto de las Bombas. Hay que remontarse a 1706, cuando una familia que estaba en el Molino Armero afirmó haber visto una imagen de la virgen que lloraba, algo que el cardenal Belluga achacó a la pena que sentía por la contienda, y necesitaba que se unieran a su lucha. Y allí, entre campesinos y un tercio de irlandeses que se instalaron por el castillejo, el castillo de Larache y el Cabezo Abajo, rodearon al ejército, obligándolos a entrar por Espinardo. El cuatro de septiembre por la noche, inundaron los huertos y quedaron atrapados. Con lo que el ejército contrario se volvió atrás, y Murcia no fue tomada, siendo la primera batalla que perdía el ejército protestante en suelo español.

La cuestión con esta ruta es el recorrido histórico que hacemos por la huerta, pensando que la verdadera historia es la que vivimos cada día, cuando la historia de verdad es la que ya está escrita y la tenemos bajo nuestros pies. A pesar de ser una ruta de unos 5 kilómetros, es totalmente recomendable hacerla con los niños, siempre y cuando llevemos la mochila surtida con bocatas y bebida para ir parando por el camino. Os aconsejo de verdad, poneros en contacto con EcoAmbiental Murcia por Facebook, para seguirles en las distintas salidas que hacen por los legados históricos y culturales de la Región; son totalmente gratuitas y están guiadas por gente fantástica y apasionada por la historia. Enhorabuena por ser ellos los auténticos guardianes del legado histórico de nuestra Región.