No todo es indie, rock y pop en esta pequeña Comunidad. También hay festivales de jazz, entre los que sobresalen Jazz San Javier y Cartagena Jazz, se mantienen otros como el de Yecla y, desgraciadamente, han desaparecido los aún añorados festivales de Lorca y Murcia, que fueron cruciales en el asentamiento definitivo del género en nuestro país.

Resulta toda una heroicidad dedicarse al jazz, pero algunos lo intentan. Por fortuna, y pese a todo, en este país los músicos de jazz son cada vez más en número y también en la diversidad de sus expresiones, y músicos como los que componen el Egio Jazz Quartet -Pedro Egio (piano), Sergio Valcárcel (bajo), Sebastián Mondéjar (percusión, guitarra, banjo y armónica) y José Riquelme, 'Mike' (batería)- van definiéndose a cada paso; el más reciente es Crazy progression (2017), su segundo disco, compuesto por temas propios y estándares del jazz y del rock sinfónico, que presentan luchando nuevamente contra todo tipo de dificultades. Por suerte, su vocación y falta de prejuicios les permiten ser cercanos y llegar a público más refractario, no necesariamente erudito en materia de jazz, y dar luz a una música con un swing impecable y un punto experimental que lo mismo vuela muy alto que levanta el polvo de las carreteras secundarias. Pedro Egio, profesor de filosofía y pianista ciego, y Sebas Mondéjar, el percusionista poeta, nos ponen en antecedentes.

Como Egio Jazz Trío publicasteis hace unos meses vuestro segundo álbum, Crazy Progression . ¿En qué coordenadas sonoras se mueve este proyecto?

Sebastián Mondejar: Egio Jazz Trío nació hace ya bastantes años en formato clásico (piano, contrabajo y batería) de la mano de Pedro Egio, con un sonido y un repertorio tradicional, pero en los últimos tiempos, con una formación estable y la incorporación del baterista José Riquelme, 'Mike', hemos venido incorporando timbres nuevos, composiciones propias y versiones, fusiones, recreaciones personales de estándares de jazz o incluso del pop y el rock sinfónico.

Pedro Egio: Y en Ítaca vamos a estrenarnos con el órgano Hammond, no te digo más.

Sois un trío/cuarteto, pero os multiplicáis como una big band .

P. E.: Vaya, eso es todo un halago, ya quisiéramos nosotros. Pero todo se andará.

S. M.: Yo me siento siempre empezando, siempre aprendiendo. Me gusta colaborar con otros y que otros colaboren conmigo, sacarle partido a nuestras pocas o muchas habilidades y a nuestra experiencia personal; hacer de eso un camino compartido.

Tete Montoliú, Georges Shearing, Art Tatum, Ignasi Terrasa?.¿Qué tal se mueven los ciegos en el jazz?

P. E.: Pues citando a esos maestros, tú mismo estás contestándote. Yo no estoy ni mucho menos a la altura de ninguno de ellos, pero me siento muy cómodo haciendo jazz. Por cierto, hay más ciegos importantes en el jazz, desde luego: Marcus Robert, Ray Charles, Bert van den Brink?

¿Cuáles son la influencias musicales del Egio Jazz Quartet? ¿Quiénes son sus ídolos?

P. E.: Hay tantos? Pero, por nombrar a dos que me han influido mucho, Keith Jarret y Chick Corea.

S. M.: Influencias hay muchísimas, multiplicadas por cuatro. Yo he bebido de muchas fuentes y he vivido mi propia historia. Pero más que ídolos, yo los llamaría padres o maestros. Si tuviera que elegir sólo a uno, sería Charles Mingus.

¿Habéis hecho el disco que queríais, el que habéis podido o el que os han dejado hacer?

P. E.: Hemos hecho el disco que hemos querido y podido. Respecto a lo tercero, la verdad es que nos hemos sentido totalmente libres, no nos hemos dejado intimidar por nada ni por nadie [Ríe].

S. M.: Hemos dado un pequeño paso para la humanidad, pero un gran paso para nosotros? Y lo hemos pasado bien, que es lo importante.

¿Cómo se lleva ser músico de jazz en Murcia?

P. E.: No sé cómo les va a otros; a mí, desde luego, no demasiado bien. Puede que algunos sobrevivan, pero creo que se pueden contar con los dedos de una mano. Tal vez los más solicitados sean los bajistas.

S. M.: Murcia no se diferencia mucho del resto de ciudades españolas. Pese a la falta de apoyo, hay una actividad creciente, pero casi todo lo que se hace actualmente es fruto de la autogestión.

¿En qué medida es importante la técnica para interpretar jazz?

S. M.: Pues en altísima medida. La técnica genera confianza, abre caminos, aporta habilidad y recursos. Pero no lo es todo. Cualquier persona con buen oído y sentido del ritmo tiene ya la mitad del camino ganado. El resto depende de la dedicación, la constancia y los pasos que uno vaya dando en ese camino.

¿Consideráis la improvisación como la base del jazz?

P. E.: Hombre, tiene un peso importante, pero no todo es improvisación; y lo que sí lo es suele construirse sobre unos cimientos, una estructura. Nosotros no hacemos free jazz.

S. M.: Pero tampoco estamos cerrados a él, ni a algo aún más inclasificable: la improvisación libre. La improvisación, en el jazz, es fundamental, aunque en sus inicios, en sus raíces, no lo fue tanto hasta que músicos como Charles 'Buddy' Bolden, Jelly Roll Morton o Sidney Bechet abrieron la veda.

Hoy, en nuestro país, existen muy buenos músicos de jazz y música creativa, pero hay escaso apoyo por parte de los responsables que dirigen la cultura. ¿Cuál es vuestra opinión al respecto?

S. M.: Yo no me resigno, no pierdo nunca la oportunidad de reivindicar el jazz, un género conciliador, civilizador, que atrae y reúne a gente de todas las edades, todos los continentes, todas las culturas, que comporta y transmite tantas buenas vibraciones? Pero me niego ya a quejarme, no voy a darles más ese gusto. Es preferible dejarlos en evidencia. Así que no me queda otra que seguir trabajando honestamente, haciéndolo lo mejor que sé.

En diversas ciudades han sido suprimidos algunos festivales de jazz. Por poner un ejemplo, el de Murcia, con un historial de treinta ediciones; aunque, en cambio, han surgido otros festivales más comerciales. ¿Qué opinión os merece este tipo de decisiones?

S. M.: A mí, de primeras, me parece un agravio comparativo enorme. Tirar por la borda un festival como el de Murcia, de esas características, pionero en su espíritu y en su forma, por el que a lo largo de tres décadas pasaron las más grandes leyendas internacionales del jazz, fue una decisión totalmente injusta y arbitraria.

P. E.: Qué podemos decir nosotros? Es una pena que se favorezcan unas músicas y se desprecien otras. Los aficionados al jazz también pagamos con nuestros impuestos muchos festivales y festejos que ni nos van ni nos vienen. Lo justo sería que nos compensaran con un poco más de atención.

Para Robert Glasper, si el jazz ya no es lo que era, se debe, en parte, a la cobardía de quienes lo interpretan. ¿Algo que apuntar?

S. M.: No soy muy partidario de sentencias ni afirmaciones tan tajantes. Pero es cierto que el jazz está plagado de clichés. Más que cobardía, yo lo llamaría falta de valentía, que no es lo mismo; falta de valentía para saltar barreras, para romper con lo establecido. Falta de valentía para huir, valga el oxímoron, de lo que nos anquilosa. Pocos músicos lo consiguen, pero mostrar algo propio siempre es un acto de valor.

P. E.: Muchos es que ni siquiera se lo plantean. Hay músicos muy técnicos, pero muy poco o nada creativos, que tocan siempre igual, sin salirse del patrón, sin aportar nunca nada nuevo.

¿Se puede afirmar que el jazz goza de buena salud en Murcia?

P. E.: Hombre, creo que en general sí. Otra cosa es si recibe la atención que merece.

S. M.: El jazz goza de muy buena salud en Murcia, y cada día aumenta la cantera, pero no hay circuitos ni apoyos institucionales que lo favorezcan; es una pena. ¿Os acordáis de cuando existía la Big Band del Conservatorio? De haber tenido continuidad, ¿dónde estaríamos ahora?