La actriz Lola Herrera (Valladolid, 1935), una de las grandes damas del teatro, vuelve a la Región con uno de sus trabajos más elogiados, Cinco horas con Mario, un monólogo obra de Miguel Delibes que lleva representando más de 35 años y que le ha supuesto un aluvión de aplausos allí donde lo ha representado. ¡Ah!, por cierto, se trata de su última gira interpretando a su querida Carmen Sotillo, por lo que la cita es inexcusable.

En concreto, la obra, bajo la dirección de Josefina Molina, se subirá este domingo a la tablas del Teatro Guerra de Lorca, en un montaje que permitirá al público reflexionar sobre asuntos eternos del ser humano como la culpa, la soledad, la incomunicación o el sentido de la vida. Porque Cinco horas con Mario es, entre otras cosas, un documento vivo que habla de las preocupaciones económicas, religiosas, políticas, sexuales y morales imperantes cuando Delibes escribió esta obra, en 1966. A través del lenguaje de Sotillo, su protagonista, dejó todo eso retratado con nitidez, de forma que la vida española de entonces llega a palpitar viva en sus palabras.

En una simple escenografía, cuyo elemento principal es el ataúd donde descansa el cadáver de Mario, Herrera descarga las amarguras, reproches y confesiones de lo que fue 'su' matrimonio. Carmen es una mujer insatisfecha, poco instruida, que no alcanza a su marido catedrático. Es también un poco racista -«Los hombres negros son igual que los blancos, pero los negros con los negros y los blancos con los blancos»-, pero está alumbrada por un gran sentido común, es aguda, lista y práctica. Y desde luego, tambien tiene sus secretos.

Y, claro, después de más de tres décadas en el papel, Lola Herrera parace hecha para interpretar al personaje de Delibes. «Está insuperable, magnífica, creo que se identifica tanto con Carmen que es ella misma. Es simpática; el público a lo largo de la función ríe sus apuntes de humor. Pero al final se desmorona en una confesión que nadie prevé. Jura y jura ante el cuerpo inerte de Mario que no sucumbió a la pasión que la perseguía, pero en su mismo arrebato, nadie la cree. Y cae el telón», apunta la crítica Cuca Alonso, que este verano sucumbió a los encantos de Sotillo -la última de la vallisoletana- en el Teatro Jovellanos de Gijón.