Los primeros fríos llegan con el calor de las castañas asadas en la lumbre, con los tostones llenando las fuentes de las casas, y con el olor a leña. Pero además, estos días, allá donde mires, el olor y el sabor se acompañan del naranja y el negro, en un festival visual en el que estos colores cobran un protagonismo especial.

Son días, no solo de Halloween o de Todos los Santos, sino momentos en los que lo tétrico tiene una mayor presencia visual por cualquier sitio por el que nos movamos. No es de extrañar haberse tropezado con niños vestidos de vampiro, de brujas con escobas a rastras, de zombis o de esqueletos. Son días de fiesta.

Para mí, que uso cualquier escenario posible para adaptarlo a los tópicos aplicables a la enseñanza, estos días son realmente divertidos por la temática tan variada de la que podemos hacer uso, tanto para disfrazarnos como para decorar los espacios en los que juegan los niños. En un tiempo en el que abusamos de todo lo que ya va elaborado, sobre todo en disfraces o en adornos, la imaginación puede desplegarse con todo su esplendor.

No importa la diferencia en los colores que elijamos, en la combinación de prendas que el resto del año no usamos; en estas fechas podemos vestirnos sin estar pendientes de la aprobación externa, solo de la propia imaginación. Por eso aconsejo comprar lo menos posible y usar las manos para construir cosas, junto a los niños; busquemos un segundo uso a todo aquello que nos suponga un soporte para pintar o pegar cosas. Botones, tapones, hilos, lanas, restos de bolsas de papel, cartones del desayuno, de los cereales, de las latas de atún..., cualquier cosa sirve para ser repintada y pegada en un panel, o donde queramos. La cuestión es crear, y los niños están deseando hacerlo.

No tengamos miedo a hablarles de la muerte, pero no como una pérdida, sino como una forma de seguir viviendo en los que nos quedamos aún en este viaje que es la vida. Es una fecha muy especial en la que los cementerios se llenan de flores y luces como puertas de entrada a ese mundo desconocido y en el que pensamos que todos aquellos que partieron comparten nuestro amor.

Las tradiciones de llevar flores a los difuntos, de limpiar las tumbas y de presentar nuestros respetos a los que nos precedieron son una bonita forma de enseñar a los niños el valor del respeto hacia los seres queridos. En los cementerios se entrecruzan historias que nunca se perderán en el olvido, de los que partieron demasiado jóvenes, de los que se fueron de un día para otro, o de quienes perecieron tras una larga batalla contra su propio cuerpo. Son enseñanzas duras, pero reales, con las que los niños construyen ese imaginario de qué es la vida y qué es la muerte a través de lo que viven con nosotros y con los mayores.

Este año, por ejemplo, un profesor de inglés de un colegio de Educación Primaria se marchó un jueves para irse para siempre un domingo, y todos aquellos pupitres quedaron huérfanos del teacher Peter, que les dejó los cuadernos a medio corregir y muchas lecciones por recibir. Con esto os vengo a decir que, en estos días en los que la muerte se convierte en juego, en el truco o trato, la pérdida de quienes más amamos y queremos en la vida se hace más llevadera si se habla de ella.

Podemos aprovecharnos del cine, y en estas fechas hay unos clásicos que hay que ver sin lugar a dudas. Que no falten: Pesadilla antes de Navidad, La novia cadáver, El retorno de las brujas, Casper, La familia Adams, Eduardo Manostijeras, Bitelchus, Frankenweenie, Monster House: La casa de los sustos y, sobre todo, Coco. Tim Burton es uno de los directores con mayor reconocimiento en el mundo cinematográfico en cuanto a este tipo de películas.

Temáticas diversas que se entrecruzan en estas fechas, en las que se puede hablar de las costumbres que hay en otros países, como es en México, y en el ritual de las familias en torno a los difuntos. El tema perenne del recuerdo de las personas, de las vivencias y, sobre todo, del aferrarnos a los momentos que nos regala la vida como un auténtico tesoro mientras podamos vivirlos. Lo efímero, que se traduce en todo lo que nos rodea y que a veces no valoramos hasta que se produce una pérdida, puede ser nexo de unión para hablar de emociones.

Si tienes tiempo, usa este fin de semana para visitar a los que ya se fueron, para recordarles y, sobre todo, para encender la llama del entendimiento, del diálogo entre generaciones. Usa el disfraz, la máscara, la pintura y todo cuanto tengas a tu alrededor para soltar la vida que hay en todos nosotros y disfrutarla, llena de abrazos y de sonrisas.