Esta viernes llega al Teatro Circo de Murcia Un enemigo del pueblo (Ágora), versión libre de Álex Rigola producida por Kamikaze que plantea un debate entre sociedad e individuo y, sobre todo, un alegato por la libertad de expresión que, hasta pocos días antes de su estreno, contaba con el polémico Willy Toledo entre el reparto.

Lejos del «teatro canónico», la adaptación de Un enemigo del pueblo de Rigola sobre el texto de Henrik Ibsen busca superar al cine y la televisión como solo puede hacerlo el teatro, «rompiendo la cuarta pared», con un patio de butacas cargado de espectadores a los que en un momento de la obra se invita a participar y a votar, modulando con sus discursos y decisiones el desenlace.

Nao Albet, Israel Elejalde, Irene Escolar, Óscar de la Fuente y Francisco Reyes son los cinco actores que plantean la trama: las aguas del balneario que constituye el motor económico de un próspero pueblo de la costa están infectadas y sanearlas requeriría unas obras costosísimas y el cierre temporal del centro. ¿Debería hacerse pública esta información, dañando a toda la región, o deberían anteponerse los intereses personales de los implicados a los de toda la sociedad?

«Más que de emociones, lo que se origina aquí son tensiones entre lo que queremos éticamente y lo que estamos dispuestos a hacer, un problema de cada día», explica Rigola, para quien «no hay buenos ni malos» en los distintos posicionamientos.

Para hacer aún más cercana esta cuestión, la barrera entre el actor y su personaje se difumina. Así, Francisco Reyes es Fran, mientras que Irene es Irene Escolar, que ya había participado en un montaje poco convencional de Vania junto a Rigola. «Es un mito que el actor sobre el escenario desaparezca tras el personaje, y aquí me siento más desnuda que nunca», señala la actriz sobre una idea extendida en el medio que esta obra trata de subvertir, obligando a sus intérpretes a ser «personas» durante todo el montaje y a vivirlo «en tiempo presente» cada día para convencer a los espectadores de sus razones.