Deserter's Songs (1998), la obra capital de Mercury Rev, es un disco fascinante que marcó a muchos aficionados del rock alternativo en el fin de siglo, escogido como 'disco del año' para publicaciones como NME, y que además supuso un inesperado espaldarazo comercial para una banda que estaba prácticamente desahuciada. El grupo visita Murcia para ofrecer un concierto en el Auditorio Regional este sábado (21.30 horas. 25 euros) .

Tras la salida del grupo del carismático (y problemático) David Baker después de publicar el gran Boces (1993) -uno de los discos cruciales en el indie de los 90 (y para muchos su mejor obra), Jonathan Donahue y Grasshopper tomaron la voz cantante en el heterogéneo grupo y escribieron el ambicioso y psicodélico See You In The Other Side (1995) que, pese a ser un gran álbum, no fue comprendido en su momento y supuso un batacazo comercial importante. Provocó su salida de Beggars Banquet, el abandono del batería Jimmy Chambers, y sumió en una profunda depresión a los dos líderes del grupo que, pese a ser amigos íntimos incluso antes de crear el grupo, dejaron de hablarse.

Deserter's Songs tuvo no poco de revelación para muchos oyentes de finales de los noventa. Otra cosa era saber qué revelaba. La evolución de la carrera musical de Mercury Rev es un misterio dividido en dos. En dos épocas totalmente diferenciadas y con un puente -disco de transición se llama comúnmente- entre ambas que, en esta ocasión, responde al nombre de See You On The Other Side. Dos etapas con dos nombres propios. El de la primera, la que abarca sus dos primeras referencias (Boces y Yerself Is Steam) es David Baker, el que fuera la voz y la locura que convirtió a los de Buffalo en unos bichos raros dentro del panorama independiente de primeros de los noventa.

Una suerte de orquesta de guitarras que conseguía crear fascinantes sinfonías de ruido. En medio, See You On The Other Side, que consiguió equilibrar la excitante electricidad de sus dos primeros trabajos con las ansias preciosistas y el gusto ornamental que caracteriza su carrera hasta hoy. En el camino se quedó Baker y sus problemas con las drogas.

El otro nombre propio es Dave Fridmann, cuya labor de producción ha determinado el sonido de Mercury Rev desde el exitoso Deserter´s Songs. Probablemente el productor más influyente de los últimos años, y cuya técnica ha dado forma no sólo a las nuevas maneras de hacer de Mercury Rev, sino también las de The Flaming Lips, The Delgados, Mogwai o Sparklehorse.

En una entrevista con la revista británica Q en 1998, Donahue detalló lo complicado de aquellos tiempos: "Es un disco nacido de una notable cantidad de dolor porque, tras aquel último tour [el de presentación de ‘See You…’], básicamente nos derrumbamos. Grasshopper ingresó en un monasterio, el batería se largó y yo sufrí dos colapsos nerviosos. Perdí a mi novia e hice daño a un montón de gente que amo. Fue un momento bastante horrible, algo que nunca podré reparar completamente".

La chispa para que Jonathan saliera del bache llegó desde lo inesperado. El álbum de 1998 del grupo de Buffalo -inesperado para sus seguidores quizá incluso menos que para ellos mismos- abrió una extraña y maravillosa brecha en el tejido espaciotemporal de un indie confuso y un poco hastiado a aquellas alturas, tanto para sus emisores como para sus receptores.

La composición del disco supuso el traslado a las Catskills, una zona de los Apalaches en el estado de Nueva York. La grabación también tuvo su dosis de embrujo: coincidiendo en el estudio con The Flaming Lips, que grababan en las mismas fechas también con Dave Fridmann (en su caso, nada menos que The Soft Bulletin), Mercury Rev contaron como “miembros” del grupo con músicos del nivel de Levon Helm y Garth Hudson, de The Band. El disco ofrecía una constelación de canciones absolutamente inclasificable. Lejos de ser una mera anécdota, ese mundo de magia infantil está maravillosamente plasmado en canciones de poder eterno, como el hit Goddess on a Highway, Holes, Tonite It Shows, Opus 40, Hudson Line o The Funny Bird, dignas de una película musical al estilo Pesadilla antes de Navidad, un tesoro de melodías casi pueriles cantadas con voz de elfo oscuro por Jonathan Donahue y envueltas en una delicada tempestad de orquestaciones y ruido por fin domesticado por Dave Friedman, quizá el productor más relevante del cambio de milenio. Muchos nos enamoramos entonces de aquella dulce y lisérgica rareza. Y así seguimos veinte años después, cuando la banda ha decidido que es momento de hacer una gira de cámara para conmemorar casi a escala doméstica aquel hito.

En su concierto, según indica el comunicado de la banda, se recuperarán "muchas de las historias y las canciones que envuelven nuestro desgarrador y clásico álbum de 1998, interpretadas de la manera susurrada y rasgueada en que fueron originalmente compuestas. Esto promete ser un extraordinario vistazo a las fuerzas que casi destruyeron a una banda y a los extraños acontecimientos que nos han conducido a un inesperado regreso".