La Región nunca vivió el frente de guerra en sus propias tierras. Este hecho, que es diferente al de la mayoría de provincias españolas, ha hecho que prácticamente no haya fosas comunes de la Guerra Civil en la Región de Murcia; tal como se entiende generalmente lo que es una fosa común: un lugar situado en el campo o en alguna cuneta de alguna carretera regional donde hay enterradas personas sin identificar que fueron asesinadas durante la Guerra Civil o los primeros años de la posguerra sin notificar a sus familiares y sin dar opción a que pudieran hacerse cargo de los cuerpos para enterrarlos en sus localidades.

En cambio, sí hay fosas en los principales cementerios porque según el historiador de la Universidad de Murcia, Antonio Martínez, «los franquistas decidieron fusilar directamente en los cementerios a los murcianos para ahorrarse el transporte hacia los campos santos».

De hecho, en la Región de Murcia las dos fosas más grandes están en los cementerios de Espinardo, en Murcia; y en Santa Lucía, en Cartagena. En ellas se enterraban, además de a los asesinados por el Régimen fascista, a las personas sin hogar que morían y a cualquiera que no tuviera una fosa o panteón propio. Por ello, no todas las personas que hay son víctimas, apunta Martínez.

La excepción, en Jumilla

En la Región de Murcia no se ha abierto casi ninguna fosa en los cuarenta años de democracia, pero hay una excepción que se produjo en Jumilla a finales de los años 60, en pleno franquismo.

En concreto, ocurrió en la pedanía de Fuente del Pino, donde la Guardia Civil mató a cuatro hombres acabada la Guerra.

Todos ellos fueron enterrados por los agentes de la Benemérita en una zona desconocida, pero según el historiador Antonio Martínez, «todo el pueblo sabía dónde estaban enterrados aunque nadie hablase del tema».

Ante tal situación y aprovechando la ´apertura´ de los años 60 del franquismo, las familias de las víctimas acudieron al cura del pueblo y pidieron ayuda para que la fosa se excavase y todos los cuerpos pudieran ser enterrados junto con sus familiares, en el cementerio.

Finalmente, lo consiguieron y los cuatro hombres pudieron ser enterrados.

Eso sí, según narra el investigador de la institución docente murciana, «estaba previsto que se recuperasen los cuerpos con discreción, pero en la pedanía de Fuente del Pino se corrió la voz y todo el pueblo fue a verlo y a apoyar a las familias».