Hay un entorno natural protegido catalogado como ´Espacios Abiertos e Islas del Mar Menor´, en el que se encuentran, además de los correspondientes humedales periféricos del Mar Menor y los Cabezos, una serie de islas o islotes en el interior de la laguna salada.

Cinco islas que, según el tamaño y la lejanía a la línea de costa, se engloban en dos categorías: Islas Mayores e Islas Menores. Por su tamaño las podemos reconocer fácilmente: las Islas Mayores son la Isla Perdiguera y la Isla Mayor o del Barón; estas son competencia del término municipal de San Javier. Las islas menores serían las tres restantes: Isla del Sujeto, Isla Redonda o Rondela e Isla del Ciervo; perteneciendo estas tres islas al término municipal de Cartagena.

La Isla del Ciervo está unida por una barrera de modo artificial a la Manga, que dicho sea de paso, tiene dos ayuntamientos -a pesar de que llevan muchos años pidiendo tener uno propio, y no llega-; resulta curioso por la lejanía a los ayuntamientos a los que pertenece y porque impiden, en cierto modo, una unificación en las necesidades de esa zona costera, dos criterios en su gestión que, al final, terminan por dejar a veces una zona tan importante manga por hombro, y nunca mejor dicho.

Pero hablemos del mar, que es lo que nos interesa hoy, porque vamos a acercarnos a una de las Islas más bonitas que hay en medio de la laguna salada. Nos referimos a la Isla del Barón que constituye una imagen que miles de personas captan con sus cámaras, verano tras verano; las puestas de sol con la isla de fondo son realmente espectaculares, es todo un regalo a la vista cuando el sol se pone en el horizonte y deja paso a las noches estrelladas de verano.

La laguna interior o Mar Menor tiene una extensión de 135 kilómetros cuadrados, siendo especial esta zona por la temperatura de sus aguas. La alta salinidad de las mismas le confieren ese carácter. A los niños, y a cualquier persona que tenga una inquietud por saber un poco más de este entorno privilegiado en el que nos movemos, les podemos hablar de la isla, incluso desde la lejanía. Hay lugares en los que se ve realmente cerca, como la zona de La Manga a la altura del kilómetro 7, cerca del antiguo Casino, que ahora hace las veces de hotel. También desde la playa de los Nietos, en su paseo, la vista a la isla es realmente de postal. Recordemos que los antiguos propietarios, y la mayoría de los que han vivido en la misma, salían del mismo Club Náutico de los Nietos hacia la isla del Barón en barcos de pescadores en aquella época, y ahora en lanchas y barcos de infarto.

Cuentan los vecinos que en la actualidad son abuelos muy mayores, pero que cuando ellos eran niños eran numerosas las grandes fiestas que allí se hacían, que duraban días y que cargaban barcos llenos de provisiones para la despreocupación de esos días de celebración.

La auténtica diversión en este caso viene de la mano de un pequeño barco en el que navegamos, un 3,50. En una embarcación de iniciación a la vela de menos de cuatro menos ponemos rumbo hacia la Isla del Barón para bordearla con cuatro tripulantes a bordo.

Es un barco pequeño y de fácil manejo, siendo accesible para llegar hasta la playa por su timón abatible. Es muy importante que los niños vayan con sus correspondientes chalecos, el achicador de agua, gorra y protección solar. Nuestras pequeñas viajeras toman el mando del barco con las instrucciones de un experto marinero, Jose Juán Valverde, que les indica con precisión las debidas indicaciones en el aprendizaje del control del barco. Navegar en familia es una experiencia inolvidable.

Y así, siguiendo sus lecciones, aunque nuestro monitor lleva el barco, una toma el timón con la vela mayor, y otra lleva el foque o vela pequeña, que va cazando poco a poco según le indican.

En nuestro caso, salimos de las playas de La Manga. Uno de los momentos que más gusta a las pequeñas es cuando el viento y las velas hacen su mayor función, la del impulsar el barco, esa velocidad que se coge y tener el poder en las manos de controlar la dirección hacia la que dirigirnos. Veremos medusas a nuestro paso, y aprovecharemos ese tiempo para hablarles del tipo de vegetación que hay en las islas, que son en realidad afloramientos volcánicos. En la mayoría de ellas predomina el matorral de tipo mixto, con espinares, palmitos y lentiscares. Han de aprender el vocabulario y la terminología de lo que nos rodea, y la mejor manera de enseñarselo es oralmente, transmitiendo saber, regalando conocimiento, para que ellos en su andadura vital lo vayan ampliando con su curiosidad por saber cada día más. En cuanto a la fauna, la curruca rabilarga, el mochuelo y el cernícalo vulgar son aves protegidas. De hecho, hemos de contarles que las islas son zonas de descanso en los trayectos y desplazamientos que hacen las aves acuáticas, así como que son lugares especiales para anidar.

La Isla del Barón es propiedad privada, pero eso no impide que podamos bordearla y navegar en su proximidad; es un bien patrimonial, al menos para todos los que por allí andamos, porque lleva un trocito de toda la historia que construimos cada verano junto a la misma.

Si estamos en zona de costa al caer la tarde, debemos aprovechar para observar el cielo cuando son las ocho y media, pues sobre esa hora se ven muchísimas aves que cruzan el cielo en dirección a la Isla Grosa en el Mar Mayor.

Mirar lo que nos rodea es un auténtico tesoro y valorar cada día todo lo bueno que tenemos tan cerca es un auténtico milagro de la naturaleza.