Las vacaciones tal y como se habían conocido hasta ahora son cada vez menos demandadas por algunos usuarios, que, lejos de disfrutar de unos días de desconexión, vuelven a la rutina más estresados aún si cabe. Por ello, los planes vacacionales tales como los apartamentos en la playa o el turismo por las grandes ciudades han quedado desestimados para una parte de la población, que prefiere disfrutar de sus días de una manera más alternativa y poniendo el epicentro en el autocuidado.

Es aquí cuando entran en juego los retiros espirituales, fincas rurales que suelen estar situadas a bastante distancia del agitado ritmo de vida urbano. Estas villas son un espacio de gestión emocional donde se realizan talleres para mejorar el autoconocimiento, estar en contacto con la naturaleza y aprender a vivir sin darle tanta importancia a los bienes materiales.

Por ello, las nuevas tecnologías no tienen cabida en este tipo de fincas donde el uso de aparatos electrónicos e Internet es prácticamente nulo. La alimentación es otro de los pilares fundamentales sobre los que se sostiene la vida en las fincas, que suelen abastecerse de sus propios huertos y que siguen dietas vegetarianas. El yoga es una actividad muy practicada, ya que ayuda a equilibrar el cuerpo y el alma según muchos de sus adeptos.

En toda España existen numerosos proyectos emergentes que están tratando de crear espacios para cultivar el espíritu. Sin embargo, sólo hay unos pocos que han podido consolidarse a lo largo de los años, como la ecoaldea Lakabe, ubicada en Navarra, con más de 30 años de antigüedad, que ofrece cursos y actividades, La Semilla de Bolonia, que se encuentra en Cádiz; o el grupo Vacaciones Alternativas, ubicado en la Sierra de Gredos, y que también ofrece talleres para grupos y retiros vacacionales. Situados en la Región de Murcia, podemos encontrar la Finca Doña Sofía María, ubicada en San Pedro del Pinatar, Ashram Jardín, en Alhama de Murcia, y Los Albaricoqueros, en Sierra Espuña.

Jardín de Alhama

Yoga como eje fundamental de la contemplación

En la finca Ashram Jardín de Alhama, situada en el municipio murciano de Alhama de Murcia, el término ´Ashram´, procedente de la tradición del yoga que tiene su orígen en la cultura india, adquiere una nueva dimensión. Tal y como indica Jose María Galiana, uno de los responsables de este proyecto. «Nosotros unimos el yoga con actividades sociales y culturales», dice. En la hacienda se llevan a cabo proyectos de desarrollo personal y actividades «en sintonía con la naturaleza».

Las convivencias se realizan a lo largo de todo el verano y pueden durar o bien una semana o un fin de semana. Algunos de los talleres que se llevan a cabo también están relacionados con la cocina y la alimentación e incluso con la salud en general, según afirman sus directores. Durante el tiempo que los turistas están en el centro se adaptan al ritmo de vida del mismo, proponiéndoles que basen su alimentación en una dieta vegana y que «no fumen ni consuman alcohol». Galiana también explica que, aunque en torno a los retiros espirituales existe el mito de que la gente asiste sola, cada vez son más las familias al completo e incluso los grupos de amigos los que optan por reunirse en este entorno campestre para disfrutar conjuntamente de «unas vacaciones muy relajantes».

La semilla de bolonia

Una finca gaditana para encontrarse a uno mismo

Hasta Cádiz llegaron los creadores de este ambicioso proyecto para encontrar el lugar perfecto en el que comenzar su andadura. Tres italianos procedentes de la ciudad de Torino se adentraron en la Playa de Bolonia, perteneciente al municipio gaditano de Tarifa. Allí compraron una finca abandonada en el año 1996 y comenzaron un trabajo de reforestación del terreno con diferentes especies de plantas autóctonas y un huerto.

El proyecto ha pasado por diferentes etapas. Primero se convirtió en un conocido restaurante vegetariano que, paralelamente, realizaba algunos talleres de danza y teatro. Pero en el año 2004 decidieron darle un nuevo rumbo y por ello cerraron durante cinco años. En 2010 el proyecto reabrió sus puertas convertido en lo que es ahora: un espacio donde prima el respeto por la naturaleza, las relaciones intrapersonales y el autocuidado. En la finca, donde no hay WiFi ni televisión, se realizan talleres de biodanza, pedagogía y perspectiva de género entre otros.

Tal y como afirma Elena Gárate, una de las actuales responsables del proyecto, La Semilla de Bolonia le ha aportado la posibilidad de convivir con personas desconocidas, lo que ha resultado muy positivo para ella, que lleva viviendo en la hacienda 14 años.

La nutrición también se basa en una dieta vegetariana. Tal y como pasa en el murciano Jardín de Alhama, «la alimentación es una herramienta de cambio para transformar el mundo en el que vivimos», comenta Gárate. Señala también que el régimen que siguen se basa en la alimentación macrobiótica. La intención del proyecto es estar en contacto con el medio y simplificar el uso de objetos materiales, tal y como indica.

Es un espacio de autocuidado y espacio de gestión emocional, donde se genera un área de confianza. Poner el foco en los pensamientos, el medio natural, los animales y las plantas. La Semilla de Bolonia abre sus puertas durante unos meses, concretamente desde abril hasta octubre. Durante julio y agosto preparan estancias para grupos que duran en torno a una semana, mientras que el resto de meses el retiro dura un fin de semana. Otra de las partes más importantes de este proyecto, es la oportunidad de convivir en el respeto con personas ajenas a tu entorno, algo que, como asegura Gárate, es «muy positivo siempre y cuando sepas enfocarlo».

La responsable del lugar certifica que son muchas las solicitudes que reciben de gente que desea convertirse en voluntaria y pasar una estancia a largo plazo en la finca. «Hay gente que necesita encontrarse», tiene claro. Lamentan no poder abarcar el amplio número de solicitudes que les llegan eligiendo solo a unos pocos para intercambiar cama y comida por treinta horas de trabajo semanal.

La Semilla de Bolonia también acepta a familias al completo con niños incluso, abogando por una educación basada en el acompañamiento respetuoso de la infancia.