Aunque estudió Filosofía, el mundo de la radio ha sido su gran pasión y su auténtica vocación. Amante de la historia, las tradiciones de Murcia y de la Semana Santa, en general. Está casado 35 años con Teresa y son padres de dos hijos: Alberto, con 33 años, y Elena, con 22. Su voz es conocidísima a través de las ondas desde que comenzase en Radio Cadena Española y pasó por diferentes emisoras hasta llegar a la Ser. Con Alberto Castillo hablamos, junto a la playa del Puerto de Mazarrón, de su trayectoria, sus aficiones y sobre los mejores veranos de su vida.

¿Por qué no me dices tu año de nacimiento?

Sobre mi edad sólo puedo decir que tengo menos años que la Catedral y más que el Moneo (Risas).

¿Cuándo supiste que te dedicarías a la radio?

Estuve en Los Maristas toda mi vida y empecé a estudiar Filosofía, pero gracias a Adolfo Fernández y Radio Juventud entré en la Escuela de Radio y me saqué el título de la REM-CAR, firmado por Manuel Fraga Iribarne, ministro de Información y Turismo... con el águila rampante. Después estuve tres años en Radio Cadena Española. Puse en marcha la emisora de Murcia de Radio 80, que pertenecía a Edica, y luego pasó a ser propiedad de Antena 3. Dos años después dirigí la emisora en Cieza y de allí me fui a Málaga, diez años, con temporadas en Sevilla y Granada. Hasta mi vuelta a la Ser en Radio Murcia, desde 1995 hasta 2014.

También eres articulista en prensa escrita, ¿no?

Fui columnista diario en el periódico El Sol, que fue el primero en regalar libros los domingos, y hoy soy colaborador en el diario LA OPINIÓN con mi sección ´La Murcia que se nos fue´. Cuando estuve en Andalucía tenía tertulias semanales en televisión y también soy tertuliano de la 7-TV, pero la radio es mi medio, es mi vida, mi novia y mi amante. No cambio la magia de la radio por nada.

Lo que mucha gente no conoce es tu primera vocación religiosa...

Estuve durante tres años en el Secretariado Diocesano de Catequesis (en el Obispado) con un entrañable y querido sacerdote que hizo las veces de mi padre, que había muerto muy joven, en 1975. Ese sacerdote es el Padre Jesuíta Manuel Matos. Estuve casi tres años ´entre sotanas´ y divulgando el catecismo. Esa etapa marcó mucho mi vida, fue del año 76 al 78, todos los días, en unas dependencias del Palacio Episcopal con una monja que se llamaba Teresa. Fue una etapa muy importante en mi vida.

¿Cuál ha sido tu mejor verano?

Todos. Mis primeros años fueron inolvidables, en Alicante hasta los ocho años, en El Postiguet, en un piso cerca del Ayuntamiento. Después, unos años en el campo, en Balsicas, luego La Ribera, trabajando en el balneario de La Encarnación, en el hotel de recepcionista y dormía allí los tres meses de verano. Desde hace 8 ó 9 años veraneo en el Puerto de Mazarrón. Todos han sido buenos veranos, además de los diez veranos de Málaga, donde vivía enfrente del mar, en el paseo marítimo de La Malagueta.

¿Recuerdas alguna anécdota?

Me acuerdo del verano del 92, que lo pasé en la Expo de Sevilla, con 50 grados, y poca gente puede decir que se ha bañado en toda España como yo. Eso fue con el programa Caravana de Verano, con Leche Puleva, en Antena 3. Recorrimos toda la costa española, desde la Costa Brava hasta San Sebastián. Había días que no sabía ni dónde estaba. Un día en Huelva se me rompió la dirección del Seat Ritmo y vino la Guardia Civil y me preguntó que en qué hotel estaba y no supe decírselo (Risas). Por suerte se lo describí y ellos lo reconocieron.

¿Ibas a cines de verano?

Eso era imprescindible, en La Ribera y en el cine Imperial y la Plaza de Toros de Murcia. Soy un enamorado y coleccionista de cine español y hubo dos películas que me marcaron. Nuevo en esta plaza, la biografía de Palomo Linares. Vinimos del campo a ver la película y el cine tuvo que dar dos sesiones porque estaba hasta la bandera. La otra fue San Francisco, con Clark Gable, Jeanette MacDonald y Spencer Tracy, que me marcó psicológicamente, sobre el terremoto de San Francisco. Estuve muchos años acojonado con los terremotos.

¿Recuerdas alguna canción del verano?

¡Hombre! Soy de la época de Los Bravos, Los Pekenikes, Los Diablos, Fórmula V... También soy muy romántico y me gustaba Mis manos en tu cintura, de Salvatore Adamo.

¿Fue en verano tu primer amor?

No, en verano se rompió (Risas). Fue un amor de infancia-juventud con una niña del colegio de Las Luisas. Ella se fue a Torrevieja y yo a La Ribera, tendríamos 13 años. Fue como una novela de José LuisMartín Vigil, Primer amor, primer dolor. Con Tere sí empecé en verano, la conocí en el barrio del Carmen, iba en la pandilla de mi primo y pasamos todo el verano mandándonos cartas.

¿Eres más de chiringuito o de sombrilla?

No está reñida una cosa con la otra. Sombrilla y luego cervecica. Y por la tarde me voy a las piedras del rompeolas a leer hasta las nueve.

¿Qué lees en verano?

Leo todo el año, pero en verano devoro libros. En lo que va de verano he leído Canción de Sangre, de Jorge Molist; La maldición de la Casa Grande, de Juan Ramón Lucas, que me lo recomendó Paco Bernabé; La novia gitana, de Carmen Mola (que es pseudónimo); Tangerina, de Javier Valenzuela, periodista de El País; Una columna de fuego, de Ken Follett; Volver a Canfranc, de Rosario Malo... Me paso el verano leyendo como puedes ver.

¿Has practicado nudismo?

Sí, todos los días, cuando me ducho (Risas). No he ido nunca a una playa nudista, y eso que Andalucía fue puntera. En la playa es donde se ve la gloria y la miseria del cuerpo humano, aún con bañador. Así que mejor no verlas sin él.

¿Cuál es tu paisaje favorito de Murcia?

Mi rincón favorito es el balneario de Archena. Murcia me gusta entera, Cartagena, Lorca, Yecla... Soy un enamorado de mi Región.

¿Qué planes tienes?

Tengo la tentativa de sacar un libro con el material de mis artículos en LA OPINIÓN, pero sacar un libro, y ya tengo tres publicados, es algo muy serio y lo pienso mucho antes.