Dentro de los cantes de Cartagena, el grupo más numeroso es el de las tarantillas, siendo la primera de ellas creada en 1891 por el Rojo el Alpargatero, padre. El Rojo, en 1888, había puesto en candelero la taranta cante matriz, siendo éste un cante hegemónico que, a partir de su estructura, aporta gran parte de musicalidad al resto de tarantas menores, las cuales adoptaron el nombre de tarantilla. Una vez que se confirma que estos estilos mantienen como denominador común a la taranta cante matriz, fue sencillo determinar que las más antiguas (creadas por el Morato, Pajarito y Rojo hijo) gozan de personalidad propia, lo cual le viene concebido en función del lugar de procedencia, en este caso la Sierra Minera de Cartagena y La Unión.

Es cierto que, a partir de los años 60, coincidiendo con el inicio del festival de La Unión -donde por primera vez se cantó y premió la tarantilla del Rojo padre (después llamada 'Minera')-, a raíz del éxito obtenido, mirando de reojo las publicaciones y comentarios de diferentes autores, se comprueba (por las afirmaciones así lo parece) que a partir de entonces el 'cante por tarantas' es patrimonio exclusivo de Andalucía; y lo comentamos así porque solo hay que ajustarse a la estela dejada por los estudiosos en sus obras para comprobar que en la bibliografía flamenca, a partir de 1962, comienza a hablarse de un cante muy particular cuyo origen está en la Sierra de Almería, conocido con el nombre de taranto, y que a diferencia de las tarantas de Cartagena, está provisto de compás y apto para el baile.

Otra modalidad de cante de procedencia andaluza es la taranta que tiene su origen en Jaén. Sobre este estilo históricamente se sabe que cuando los sones folclóricos de la provincia jienense comenzaron a ganar espacios, formando parte del pueblo minero de La Carolina y los yacimientos de Arrayanes, de dicha simbiosis eclosionó la taranta de Linares; siendo algo más tarde cuando de los cantes atarantados procedentes de Cartagena, Almería y Jaén, una vez convertidos en patrimonio del Flamenco, al amparo de ellos surgieron otros prototipos que alcanzaron la categoría de tarantas personales; recordando, entre las más conocidas y de mayor difusión, las tarantas popularizadas a nivel personal por importante cantaores como Manuel Vallejo, Pepe Marchena y Juan Valderrama.

Una vez que los nuevos cantes fueron afianzándose en el mundo del flamenco, para valorar la influencia musical que cada uno de estos estilos mantienen, se hizo necesario incidir en los diferentes parámetros musicales de todas aquellas tarantas que actualmente se conocen con el fin de ratificar si alguna de ellas, individualmente, albergaba la posibilidad de constituirse en un cante con posibilidades de convertirse en generatriz.

Como los resultados no fueron del todo satisfactorios, se llegó a la conclusión de que ninguna de las tarantas mencionadas (excepto una) tiene reconocida descendencia directa; confirmándose que no llegaron a engendrar una prole. Por lo tanto, dada la importancia que un aserto de este calibre conlleva a la hora de referirse a la tarantilla, parecía adecuado saber por qué los estilos nacidos en Cartagena y La Unión son conocidos a través de un nombre tan peculiar.

Interesados en descubrir cuándo apareció el apelativo, y qué inspiró a los promotores para otorgarle esta denominación, recurrimos a Antonio Piñana, experto en el tema, puesto que la información le fue transmitida por el hijo del Rojo, quien le aseguró que «el nombre de tarantilla fue el diminutivo adoptado por una serie de estilos atarantados cuyas formas musicales representan una estructura melódica un tanto inferior a la taranta cante matriz». A través de la discografía antigua y más actual, ha quedado de manifiesto que la proliferación de las tarantillas sólo se produce en un lugar concreto de la zona levantina; y, siendo más exactos, podemos asegurar que, al margen de la Región de Murcia, desconocemos, por ahora, si en otra zona de la geografía española existe alguna otra localidad que goce del privilegio de poseer un estilo que contenga estas características, o algo parecido. De ahí que sean Cartagena y La Unión las más favorecidas, en base al legado que dejara el hijo del Rojo, quien le transmitió a Piñana un amplio repertorio de los diferentes estilos; siendo lo más interesante de esta colección de tarantillas que cada una se subrogó el nombre de su creador: Tarantilla del Rojo, padre; del Pajarito; de Pedro el Morato; del Rojo, hijo; de Pencho Cros; y la 'Piñanera', creada por Piñana, padre.

La proliferación de tarantillas en La Unión y Cartagena no hace más que justificar el aserto divulgado por Piñana y Grau cuando decían que «la taranta cante matriz es generadora de otros cantes, y que de ella se fueron nutriendo todas las tarantillas que se crearon en Cartagena».