Sigamos hoy, si les parece, con alguna ruta por España, porque nuestro país es inagotable y de lo más interesante que se puede ver. Si tienen unos días, pueden irse a Ronda, que es de Málaga, pero está muy bien situada para lo que les propongo, y hospedarse, si les va bien, en el parador que es, como casi todos, en sí mismo una experiencia. Desde allí se puede hacer la ruta de los pueblos blancos: Ubrique, Grazalema, etc., que, de verdad, son preciosos, vistos de lejos como manchas blancas en el paisaje, y luego para pasearlos, ver sus bosques de abetos y pinsapos, y comer, que la oferta es grande y variada. Ya que están por allí, podrían quizás hacer lo que hicimos nosotros cuando fuimos: saltar de allí a Gibraltar, coger una habitación en un hotel y conocer la ciudad, que es más fea que Picio, pero que tiene interés por aquello de ver todas las chorradas inglesas allí, metidas con calzador en el sur de España. Al día siguiente les recomiendo una excursión estupenda y muy especial. Tomen un barco y crucen el Estrecho para llegar a Tánger, a pasar el día. Está muy cerca y aquello es otro mundo en todo el sentido de la palabra. Un recorrido por el zoco, unas compras, una comida en alguno de los magníficos restaurantes que hay allí (por ejemplo, el del hotel Minzah) donde te puedes comer un pescado sensacional, o una cosa que comen los ricos y que se llama langosta que está de cine, y, por la noche, regresar a la península. Todo lo que les acabo de decir se puede hacer en una semana o algo menos.

Otro sitio al que hay que ir es Extremadura. La floración del valle del Jerte es muy bonita, pero no se pierdan la de Cieza y aledaños porque es tan bella como aquella. De Badajoz pueden pasar olímpicamente, pero Cáceres no tiene desperdicio. Su centro histórico es de los más grandes y más llenos de lugares de interés de toda España. Y luego están los pueblos: Mérida que tiene un teatro romano absolutamente impresionante (cuando fui la primera vez no pude evitar el golpe teatral que me invadió, y me subí al escenario y declamé: «¡Tendrá pena de muerte quien entierre a Polinices!», porque un servidor ha representado Antígona, y me quedé tan pancho). También está cerca Trujillo, que tiene una plaza inolvidable. De hecho, cada vez que hemos pasado por allí, por ejemplo, camino de Portugal, hemos parado en Trujillo y hemos comido o cenado en esa plaza, o bien una carne de cerdo que hacen muy especiada, que te sienta fatal pero que está buenísima, o bien unas perdices en escabeche, que para qué vamos a hablar.

También en Cáceres está el monasterio de la Virgen de Guadalupe. Es un lugar bastante especial, sobre todo porque lo fueron construyendo durante casi 500 años, así que parece un libro de historia del Arte. Tiene partes de estilo gótico, mudéjar, renacentista, barroco y neoclásico. Y, sobre todo, tiene unos cuadros de Zurbarán que se te caen al suelo al verlos. Es una visita que merece la pena totalmente.

Y, en el extremo contrario, en el sureste, está Almería, que es un sitio que tenemos ahí al lado y al que vamos poco. Para mí, además de la costa, que tiene lugares estupendos, el mayor encanto de Almería está en cruzar la provincia en diagonal entrando por Vera, por ejemplo, y viajando hacia Granada. El paisaje, al principio, es seco, casi desértico -de hecho, a una parte lo llaman ´el desierto de Tabernas´-, y comprendes por qué allí se rodaron aquellos westerns espagueti. También están las canteras de mármol de Macael, que son muy espectaculares, y, poco a poco, según te vas acercando a Guadix, el paisaje se hace sierra arbolada y es otro mundo, mucho más verde y fresco. La ciudad de Almería también merece una visita, sobre todo a la Alcazaba.

Y ya está bien por hoy, que me parece que me estoy poniendo un poco pesado.