Es curioso lo que se puede llegar a aprender cuando llega a tus manos un pájaro caído del cielo. En una de las muchas tardes de verano, a la hora en la que las calles de la ciudad empiezan a convertirse en un escenario desértico y en las que todo el mundo busca la sombra y el cobijo del fresco que da cualquier lugar apartado del sol, nos encontramos una cría de vencejo en la calle Santa Teresa de Murcia.

Podría haber pasado desapercibida a la vista, ya que caminaba rápida para ir a comer, pero la mirada se posó en aquel pájaro postrado sobre el suelo, y la inercia sin lugar a dudas invitaba a socorrerlo. Llegar a casa con un pequeño pájaro entre las manos hace que a los niños se les pongan los ojos como platos: ¿¡Pero mamá, qué es lo que traes ahí!?. Pues ni más ni menos que una cría de Vencejo común, un Apus apus. En estas fechas estas aves tienen los nidos entre las separaciones de los edificios, y algunos, con el calor que hace, terminan por caerse o salirse de la zona en la que están, cuando aún no están preparados para el vuelo como forma de vida y de supervivencia.

Prepararle una zona en la que dejarlo es el primer paso. Para ello se recomienda una caja de cartón con un pequeño paño o trozo de tela, y comenzar a hidratarlo con una pequeña cucharilla con la que iremos poco a poco dándole agua para ver cómo responde.

El siguiente paso, tras la novedad, es comentarles a los niños que hay un lugar específico al que podemos llevar este tipo de ave, y es el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre El Valle, a su área de Recuperación. Si en otras ocasiones hemos ido al Área de Educación Ambiental, en este caso nos vamos a dirigir a una puerta que hay siguiendo la valla del mismo centro. Al final hay una puerta a la que hemos de tocar y nos atenderán para recoger el polluelo de vencejo. Aunque se puede llamar al Centro de Coordinación Forestal (968 177 500) para preguntar qué se debe hacer en un caso como este, la recomendación es ir si podemos nosotros de manera presencial al Centro de Recuperación con los niños. Vamos a conseguir que tengan una experiencia altamente gratificante y que les servirá para potenciar el valor de la educación y del cuidado de los animales.

Al hacer esta acción, los pequeños de la casa -y, cómo no, los mayores, en los que nos incluimos el sector padres, madres y hermanos mayores- tomamos conciencia de la importancia del equilibrio entre los ecosistemas entre los que convivimos. El valor de la ayuda, del respeto a la naturaleza y hacia la fragilidad de un ser vivo, quedará como huella en el tiempo y en el recuerdo, pero sobre todo en el hecho de aportar con un pequeño gesto a una gran acción: la continuidad de la vida en su hábitat natural.

La fisionomía de un vencejo nos indica ya de antemano la constitución de un ave que pasará muchas horas haciendo auténticas rutas aéreas, como los aviones y sus rutas por océanos y mares. Y es que estas aves son peculiares y realmente especiales. Su cuerpo se asemeja a una ballesta que surcará los cielos con el resto de vencejos, en grupo, y sorprende cuando investigas un poco sobre cómo se desarrollan, ya que pasan la mayor parte de su vida volando, como viajeros incansables recorriendo el cielo de manera prodigiosa.

Podemos aprovechar para hablarles a los niños del viaje que inician como aves migratorias, puesto que llegan desde las latitudes de África, para criar en Europa. Tienen tal orientación en el vuelo que pueden volver a su lugar de origen aunque estén en zonas totalmente lejanas.

Hay algo realmente fascinante e inexplicable para muchos, y es cómo puede ser que cuando dejan su zona de nido en el que han sido criados puedan estar volando sin descanso incluso un año entero sin parar a descansar. Para ello, claro, se alimentan mientras vuelan, e incluso que duerman en pleno trayecto, como si tuvieran un piloto automático, como los aviones en pleno. Así funcionan estas aves, que son realmente una maravilla.

Así, nuestro viaje, sencillo y humilde en el gesto, se quedará no sólo en ese el Centro de Recuperación, sino que continuará como parte de ese vuelo futuro cuando sea puesto en libertad.

Al alimentarse de insectos muy pequeños, cumplen su papel en la cadena trófica. Son además unos grandes expertos en la climatología: buscan siempre las mejores condiciones climáticas, por lo que, si vemos que se alejan de una zona, es porque vienen tormentas. A muchos kilómetros de distancia, tienen su radar, con el que saben perfectamente qué rumbo es el más idóneo. Son muy rápidos en el vuelo, tanto como que está catalogada como una de las aves más rápidas, y me recuerdan en su pericia a los grandes pilotos acrobáticos del mundo; de hecho, si la patrulla acrobática del Ejército del Aire Español no se llamara Patrulla Águila, bien podría llamarse Patrulla Vencejo.

Con este escenario sobre las manos, es todo un regalo pensar que el viaje en ruta, el viaje en vuelo para este vencejo, como para los otros muchos que llegan al centro de recuperación de fauna, no se queda a ras del suelo. Queda un vuelo futuro que será posible con pequeños gestos como el que hemos hecho, y como el que puedes hacer cuando, por cosas del azar, te encuentres a un pequeño y futuro aviador en medio del camino.