Se confiesa una enamorada de nuestra Región desde que llegó con 21 años, con su primera hija. Casada con Chema, es madre de Flavia, de 32 años; Gloria, de 20; y Julia, de 13. «¡Ah! Incluye a mi perrillo Lufus» -añade cuando me ve tomando notas-. Edita desde hace ocho años una muy seguida web de recetas y en octubre prevé presentar su primer libro de recetas. Con Mary Luz Piñeiro hemos hablado de su pasión, la gastronomía, de sus paisajes favoritos y de los mejores veranos de su vida.

¿Desde cuándo estás en Murcia?

Nací en Pontevedra y luego viví en Lalín, Villagarcía de Arosa y Santiago de Compostela, hasta que llegué a Murcia con 21 años y quedé enganchada y cada día me cuesta más volver a Galicia, sobre todo desde que no está mi madre. Cuando voy tengo bastante con tres o cuatro días y ya quiero venirme para acá. Hasta he olvidado el gallego, y eso que estudié literatura gallega... Me van a excomulgar allí, pero ya me siento más murciana. Los gallegos somos emigrantes y yo lo llevo hasta las últimas consecuencias y, en la balanza, gana Murcia por química, amor y modo de vida. Soy feliz aquí donde tengo mis amistades, sabores y recuerdos. Y quiero morir aquí, pero no tengo lugar para que me entierren; me van a tener que quemar (Risas).

¡Como a las meigas!

(Risas) ¡Noooo! No soy meiga, pero mira, mi abuela sí que era una ahuyentadora de meigas.

¿Cuál consideras que es el plato más representativo de la gastronomía murciana?

No voy a ponerme con las marineras o los paparajotes. Los platos que más me han sorprendido en Murcia, y los que más trabajo me ha costado encontrar, son los guisos de trigo, el ajoharina, la sémola, el gazpacho jumillano, o recetas más locales como la empanadilla de patata de Yecla o el pan bendito, también de Yecla. Son cosas maravillosas, o la empanadilla cartagenera, que lleva patatas y vino tinto, la ensalada murciana, el encebollado cartagenero, los andrajos (un guiso con una torta de pasta fresca que se le añade). Y, por supuesto, las cabezas de cordero de Molina de Segura, o una joya como es la morcilla de verano. El huertano suplía la escasez con la imaginación.

¿Cuál ha sido el mejor verano de tu vida?

No soy para nada indecisa, pero para mí es un conflicto elegir cuál ha sido el mejor verano de mi vida. Posiblemente los veranos de la niñez con mis abuelos que cultivaban Albariño. Recuerdo las vendimias en El Salnés. Y esos veranos de playa, bicicleta y libertad, la cocina de mi abuela, la pandilla. Volvía asilvestrada de los veranos y hasta decía ‘carallo’ (¡Eso no lo pongas!), eso sí, al menos no escupía (Risas). Todo el día en la calle y no volvíamos hasta que nos gritaban «¡A comer!» o «¡A cenar!». Vestir como te daba la gana...

¿Y cómo son tus veranos en la actualidad?

Soy muy urbana, muy coqueta, adoro los tacones y ahora solo hago escapaditas a la playa. No puedo estar más de tres días con el pareo y las chanclas. Necesito barras, cine, buen ambiente urbano y algún que otro homenaje gastronómico.

¿Y cómo llevas este verano?

Está siendo maravilloso para mí porque estoy muy tranquila, he superado la ausencia de mi madre y estoy disfrutando de la playa y de la vida. Trabajando en mi libro, me siento como una mamá a punto de parir.

¿Cuáles son tus paisajes favoritos?

Los de mi infancia, el las Rias Baixas; desde que vine aquí, siempre el Mediterráneo, La Manga... También he veraneado en El Algarve, en el sur de Portugal, adoro su modo de vida y su gastronomía, especialmente sus guisos con bacalao.

¿Recuerdas alguna canción del verano?

Me puedo calificar como una hortera, musicalmente hablando; he bailado El chiringuito, canciones melódicas de Manuel Carrasco y Alejandro Sanz, pero se me eriza la piel con Revólver. Carlos Goñi me hace volar. Lo conocí y no me salían las palabras, y eso que no lo veo guapo.

¿Ibas a cines de verano?

No, siempre iba con mi hija a cuestas. Soy más de series, de verlas en casa. No soy cinéfila, soy más de libros y de actividades al aire libre. Soy de entrenar, carne de gimnasio. Me mola entrenar con pesas, música y leer.

¿Y qué te gusta leer?

Dolores Redondo, Isabel Allende, Carlos Ruiz Zafón... Sobre todo novela, también libros de cocina de todo tipo. Como el tiempo es limitado me gusta leer cosas positivas. Me gustó mucho El tiempo entre costuras, de María Dueñas y he releído varias veces El nombre de la rosa.

¿Chiringuito o sombrilla?

En la playa me gusta estar unas horicas y volverme. Más de tres días en la playa no es para mí. El chiringuito sí, me gusta una cervecita fresca.

¿Cuál es tu aperitivo favorito?

Las patatas fritas, las olivas y una cerveza Estrella de Levante o Mahou, lo más sencillo del mundo. Ah, la morcilla de verano es mi debilidad; tengo ya cara de berenjena.

¿Te has bañado desnuda?

Nunca, fíjate. No hubo ocasión en mi vida, siempre iba con una cría. Sí que soy muy de bikini. También he ido a calas nudistas, pero yo con bañador, y sé que eso está feísimo (Risas). De todas formas, estoy abierta a todo tipo de experiencias... habrá que probarlo, ¿no? El tiempo es el mejor patrimonio que tenemos. Yo ya estoy en edad de hacer lo que me salga del ‘unicornio’, sin molestar a nadie (Risas).

¿Qué planes tienes para después del verano?

Tengo muchos proyectos e ilusiones, el primero es presentar mi libro el 2 de octubre en la sala de ámbito cultural de El Corte Inglés. También seguir con mis talleres y cursos de cocina que los disfruto muchísimo, continuar con Julián Vigara en la radio y cocinar para los amigos y compartir lo que cocino.