l ballet de El Jardín de las Delicias (2016) de la compañía canadiense Marie Chouinard fue presentado este domingo en el auditorio del Parque Almansa dentro de la programación de la 49 edición del Festival Internacional de Teatro, Música y Danza de San Javier. El espectáculo, que vivió su única representación en nuestro país en el marco de su actual gira, tuvo de una calurosa acogida por parte del público del festival.

Se trata de una obra por encargo, realizada con motivo del centenario de la muerte de El Bosco y a petición de la Jheronimus Bosch 500 Foundation de Holanda. El Jardín de las Delicias es una de las obras más bellas, enigmáticas y misteriosas de este autor holandés, que vivió entre los siglos XV y XVI a caballo entre la rigidez de la moralidad del medievo y los nuevos conceptos aperturistas del hombre del renacimiento.

Chouinard ha hecho de la pieza coreográfica un relato poético abierto a todos los sentidos. La obra coreográfica, como la pictórica, se divide en tres actos: El jardín de las Delicias, Infierno y Paraíso. Sobre el ciclorama y dos paneles circulares colocados en la boca del escenario se proyecta el tríptico de El Bosco. En el centro, la panorámica del cuadro y, a los lados, las escenas que a Chouinard más le han llamado la atención.

Los bailarines van apareciendo en escenas pequeñas, poco a poco hasta llenar el escenario. Semidesnudos, tan solo cubiertos por un tanga color carne y polvo blanco en todo el cuerpo emulando la apariencia de las figuras blanquecinas del cuadro.

Chouinard reflexiona sobre los pecados de la carne; sin excesos, solo mencionando lo más relevante. Le atrae la linealidad de las figuras pictóricas y crea para lo corporal movimientos igualmente esquemáticos, planos, que cuando aparecen en grupo son enérgicos, con acciones básicas como saltar, caer, rodar, agitarse. La plástica la resumen las figuras de los bailarines en movimiento: instintivos, impulsivos, orgánicos, esféricos para las composiciones individuales y duetos y más rígidos y geométricos para las escenas grupales.

La excelente dramatización de los interpretes, junto a la gran sabiduría en la composición escenográfica y coreográfica de las distintas temáticas, son el resultado final de una sabia dirección y de una fértil imaginación por parte de Marie Chouinard que conquistó al público de San Javier.