En 2011, Clare Mackintosh renunció a su puesto de oficial de policía y, tres años después, publicó su primer libro de novela negra. «Ser policía me ha beneficiado muchísimo», reconoce a Efe la escritora, que vuelve con su tercera novela, S i te miento, una historia que pivota alrededor del suicidio.

Siete años han pasado desde que Mackintosh dejase de lado la comisaría para ver el crimen desde otra perspectiva y, con tres libros bajo el brazo, ha recibido alabanzas como la de Paula Hawkins, la autora de La chica del tren: «Nadie escribe los giros argumentales como Clare Mackintosh», afirma.

«Me encantó tener ese tipo de feedback con Paula, es increíble. Estoy muy agradecida, fue algo que me sorprendió. Cuando me hice escritora, me sorprendió lo mucho que se apoyan los escritores de novela negra», asegura la británica, que antes de debutar en el género trabajó también como periodista y consultora de redes sociales.

«Los escritores no se apuñalan por la espalda -continúa-, ni quieren que los demás fracasen, sino que todo el mundo quiere que a todos les vaya bien y que los lectores lean. La gente es supergenerosa y te apoya muchísimo».

Los celos y las fechorías las dejan para sus novelas, y en esto Mackintosh juega con ventaja por su formación policial en el departamento de investigación criminal: «Ser oficial de policía desde luego me ha beneficiado muchísimo. Sobre todo me dio una visión muy práctica sobre cómo la gente funciona y vive».

«Los libros que quería escribir eran los libros que se parecían más a los casos complejos con los que había tenido que lidiar como policía, donde no tenía ni idea de lo que había pasado, quién estaba mintiendo y quién no», apostilla.

Así, después de sorprender con Te dejé ir y de abordar el debate del uso de las redes sociales en Te estoy viendo, regresa con Si te miento, una historia sobre el suicidio que edita de nuevo Debolsillo.

Hace un año, Caroline Johnson eligió acabar con su vida de forma brutal: un suicidio planeado para ponerle fin a todo, del mismo modo que lo hizo su marido meses atrás. Su hija, Anna, ha luchado desde entonces para superar la pérdida, el vacío y el dolor de un desenlace que aún no ha podido comprender.

«Al final se trata de reflejar la vida real, en el sentido de que coges un tema pero no es más que la punta del iceberg. Si alguien se suicida, es muy improbable que todo haya sido un camino de rosas, ha debido de haber problemas. Alcoholismo, drogas, abusos físicos, problemas mentales... Tiene que haber algo», recalca.

Ahora, con una hija pequeña a su cargo, Anna echa de menos más que nunca a su madre, y las dudas sobre su muerte y la de su padre no hacen sino crecer con el paso los días. Sin embargo, ¿es posible que indagando en el pasado esté poniendo en peligro su futuro? ¿Es posible que sus padres no se suicidaran? ¿Es posible que, después de todo, sea mejor vivir en la mentira?

«La lección fundamental es que, pese a que el pasado define quiénes somos y tiene un impacto en nosotros, no tiene que definir nuestro futuro. Podemos tomar decisiones y dejar el pasado atrás y construir nuestro propio futuro, que es lo que hace Anna en este libro», comenta la escritora.

«Poco a poco», dice Mackintosh, está encontrando «su voz» en la literatura, y su cuarta novela, que acaba de terminar, y cuyo título y argumento «no puede decir» aún, siente que le ha costado «mucho menos» elaborarla y escribirla.

«No podría leer ahora Te dejé ir, querría cambiar muchísimas cosas. Como con cualquier trabajo, cuanto más lo haces, mejor lo haces, y yo desde luego siento que tengo mucha más fluidez al escribir ahora. Estoy aprendiendo todo el rato, con los libros que leo, no solo con lo que escribo», asegura la escritora. De ese libro y del segundo ha vendido los derechos de pantalla, un trabajo tedioso, el de guionista, con el que está aprendiendo el «arte de la brevedad».

«No pienso volver a ser policía, así que a los lectores les toca aguantarme, me temo», concluye Mackintosh.