Punto y final. La edición de La Mar de Músicas 2018 ya es historia. Y se despidió a lo grande, con otra aclamada banda en lo alto del escenario. El Auditorio Parque Torres era el lugar elegido para que un grupo mítico de los años ochenta pusiera el broche de oro a una edición que quedará en el recuerdo. Una edición en la que pasó por la ciudad portuaria todo un ganador de Eurovisión como Salvador Sobral, una edición en la que Texas reapareció después de años en el ostracismo para recordar al público cartagenero que siguen muy vivos, y una edición en la que la colombiana Totó La Momposina se llevo el premio La Mar de Músicas, como homenaje a toda una carrera en la que ha impregnado de ritmos caribeños cada rincón del planeta.

Eran las once de la noche en el Auditorio Parque Torres de Cartagena. En un concierto único en España, The Human League, el grupo al que David Bowie calificó como «el futuro de la música», saltaba al escenario para dedicar al público cartagenero su mejor repertorio.

Pero la fiesta no acababa ahí. La última actuación del festival en su edición de 2018 la protagonizaba, como no podía ser de otra manera un grupo danés. El pequeño país escandinavo era el protagonista este año de La Mar de Músicas, y la gente ha conocido un poco más su cultura y su música. Liima era el último de los grupos daneses en actuar, cuando el reloj ya marcaba las dos de la mañana. Con el finlandés Tatu Rönkko, este grupo tocó al ritmo de su jazz para conquistar a los espectadores. Eso sí, aún quedaba tiempo para el recital del grupo Den Sorte Skole para poner la traca final, con los compositores Simon Dokkedal, Martin Hijland y Martin Fernando Jakobsen como protagonistas. Fue un viaje hacia la oscuridad de la música, donde antiguos fantasmas y futuros robots se comunican a través de espirituales y celestiales ritmos poéticos.

Una mezcla de registros de todo el mundo que no se suele ver sobre un escenario. Otro ejemplo de la innovación y la imaginación que rodean a este festival.

Un poco antes se acabó la fiesta en el CIM, en la antigua Facultad de Economía. Soléa Morente, la hija de Enrique Morente, demostró que lleva el flamenco en las venas, pero tiene la capacidad para adaptarlo a los tiempos modernos con un ligero toque de pop. De hecho, no se considera a sí misma como una cantaora.

La música africana también permaneció en primera línea de batalla hasta el último día. En la plaza del Ayuntamiento se vivió el último concierto gratuito del festival. Otra vez, un grupo no muy conocido se gana al público en un escenario incomparable. Recién llegado de Guinea Ecuatorial, Álex Ikot llegó acompañado de algunos de los más grandes músicos africanos, como Manu Dibango o Youssou N´Dour. Y esto fue lo que lo dio de si la 24ª edición de La Mar de Músicas. El próximo mes de julio, cuando arrecie de nuevo el calor veraniego, llegarán las bodas de plata de un festival que sigue manteniendo su esencia un cuarto de siglo después.