El pianista Ignasi Terraza, primer músico español en recibir el premio del Jazz Sanjavier, aportó su jazz con mayúsculas acompañado por un trío con mucha solera, que sumó al fantástico armonicista Anonio Serrano. Abierto y de gran sensibilidad, el jazz de Ignasi Terraza es seguidor de la tradición. Mantenerse cerca de la melodía, y al mismo tiempo improvisar, hace posible que la gente reconozca el tema y perciba y aprecie la improvisación. Es parte de la impronta de Terraza, que nos recuerda desde su piano el swing de Bill Evans, Oscar Peterson y Tete Montoliu.

Terraza mantiene una estimulante complicidad con su grupo, derrochando humor, emoción y personalidad. Su jazz pulcro, candoroso, tiene estilo y swing; su fuerza rítmica, claridad de ideas y economía con las notas dan a su música un sonido muy personal, elegante y fresco.

La extraordinaria facilidad de Terraza para combinar su exquisito swing con armonías más disonantes y arbitrarias es muy propia de Monk. El pianista catalán contó con la inestimable colaboración de Horacio Fumero (el contrabajista argentino, que empezó en la música en España con Gato Barbieri y formó parte del grupo estable de Tete Montoliu), el poder en la sombra, y Esteve Pi a la batería (posee la magia del swing y en sus baquetas es una auténtica maquina de ritmo), que estuvieron atentos a los desarrollos del pianista catalán con aportaciones concisas y correctas.

Por otra parte, Antonio Serrano, con un instrumento que le cabe en el bolsillo («un músico tan grande con un instrumento tan pequeño», dijo de él Terraza), y del que arranca una colección de sonidos inverosímiles, es un músico difícil de encasillar. Su lenguaje es amplio, sorprendente, capaz de nutrirse de Gershwin, y a la vez encajar un palo flamenco, ritmos latinos, o brasileños. Terraza arrancó su recital del más puro jazz con un tema nuevo, Groovin for Jaume, y continuó con uno de sus 'hits', Emotional dance; para el siguiente tema, un bebop acelerado de Charlie Parker, Relaxing at Camarillo, se unió la armónica de Serrano; luego se quedarían solos piano y armónica para el clásico Alfonsina y el mar, que interpretaron con exquisita sensibilidad, entrando a continuación de lleno en un homenaje al maestro Toots Thielemans, con Old friend y la que sin duda es la composición más popular del armonicista belga, Bluesette, que Toots solía presentar como 'mi número de la seguridad social' por los derechos de autor que la canción le había generado en su larga vida.

La parte final del concierto propició un dúo entre Serrano e Ignasi Terraza que llevaron a cabo un mano a mano con un tema propio de Serrano, Estudios, donde las ideas iban como rayos de armómica a piano y viceversa, en un intercambio casi físico de energía.

Con la referencia en la memoria de Toots Thielemans y sus dúos con grandes pianistas, el piano de Terraza y la armónica de Serrano nos permitieron escuchar a dos voces sensibles e inquietas. Desde el punto de vista técnico, para un pianista el dúo es como una extensión del piano solo, porque requiere una sólida mano izquierda propia de las interpretaciones en solitario, pero además incorpora la conexión y el diálogo con otro músico.

Finalizaron con una reunión de todos los músicos en una conjunción musical que demostró sus cualidades interpretativas, Sweet Georgia Brown, popularizada por Louis Amstrong, que se convirtió en uno de los momentos álgidos de la velada. Y regresaron con un alegre bis recordando otro gran éxito de Thielemans, Sesame Street, que Serrano inció tocando unas notas en el piano mientras Terraza lo presentaba. Un recital fresco, profundo, lírico, que ofreció una de las músicas más grandes de todo el festival.

'The big easy' por una noche

Walter 'Wolfman' Washington es una de las más destacadas figuras de la escena musical de Nueva Orleans. Con su banda, The Roadmasters, actuaba por primera vez en Jazz San Javier, recién fichado por el sello Anti, para presentar su nuevo álbum en solitario, My Future Is My Past. Su sonido mezcla las raíces del blues con elementos del funk, el R&B, el soul y el jazz (Nueva Orleans es la cuna del jazz, la ciudad mestiza en cuyos bares y burdeles se tocó siempre el mejor jazz), pero lo que predominó, dada su escasa voz, fue el funk y los instrumentales.

Arrancaron -'Wolfman' sentado en un taburete- con un instrumental jazzy Valdez in the country, para seguir con funk: Shake your bootie from side to side (el funk está en casa esta noche, dijo con una voz profunda y tabernaria para introducirla). De su ultimo disco le sacó brillo a un tema imperecedero del soul, Save your love for me, de Nancy Wilson, con arreglos muy personales. Antes de At night in te city, un groove soul con sus aullidos, advirtió de que en Nueva Orleans mola ir de noche a sitios donde te han dicho que no vayas.

Abrasó con el swing de un clásico oscuro de Jimmy Hughes, Steal away, el rompedor éxito soul del 62 que puso en el mapa los estudios Fame de Muscle Shoals; es casi irreconocible, transformada por Washington en elegante jazz propulsado por su guitarra, tocada al estilo de Wes Montgomery; también mostró sus habilidades con el wah wah en Only you, un tema funky jazz, pero lo más espectacular resultó Ain't that loving you un blues de Jimmy Reed, que incluyó un excelente solo de guitarra de Washington, en parte tocado con sus dientes a modo de púa.

Los Roadmasters desplegaron su amplio espectro musical con variedad de estilos diferentes: blues, jazz, funk, R&B, gospel, soul... Se escucharon ecos de Sly Stone, Ray Charles, T-Bone Walker y Johnny "Guitar" Watson. Al final, cada miembro de la banda se exhibió en un largo instrumental para despedir un concierto en el que Washington puso su alma y sus sentimientos, aunque no su voz, y que convirtió el auditorio en 'The Big Easy' por una noche.