Quienes le conocen lo describen como un auténtico personaje renacentista: profesor, periodista, escritor, pintor y padre de dos hijos. Ha publicado más de 60 libros. El último, El Espejo, una semblanza sobre la gente de Murcia. Gran conversador y con un espléndido e inteligente sentido del humor. Con él hablamos (en la nueva tienda de regalos de su esposa Tanta, en la Plaza de Abastos de La Alberca) sobre los veranos de su vida.

¿Háblanos de tus comienzos?

Nací en el número 2 de la Plaza de Los Apóstoles de Murcia, fui funcionario del Estado durante tres años en Madrid y después pasé a la enseñanza. Me destinaron a Ibiza y no me fui porque no me salió de los cojones (risas). Después tuve una larga etapa dedicado al periodismo como fundador y director de las revistas Tribuna La Muralla y Tribuna de Murcia, además de colaborador en los periódicos La Hoja del Lunes de Murcia, La Opinión, La Razón y La Verdad.

¿Qué historia tiene la foto con tu perro que nos muestras?

Es una foto tomada en el verano de 1963, con mi perro Duncan. Nos la hizo el fotógrafo Tomás Lorente en mi casa de La Alberca. Ese perro le salvó la vida a mi hermana de morir quemada cuando se le pegó fuego a la faldilla de la mesa de camilla. El animal saltó sobre ella, el perro se quemó un poco, pero salvó a mi hermana. Duncan se montaba conmigo en la bicicleta.

¿Aprendiste pronto a montar en bicicleta?

Muy pronto, yo creo que no tendría más de cuatro años. Fue en la calle Jara de La Alberca, con una bici heredada de mi primo José Miguel y directamente con dos ruedas, nada de ruedines. Era una BH. ¿Sabes por qué se llamaban BH? Porque las fabricaba la empresa Beistegui Hermanos, de Vitoria.

¿Cuál recuerdas como el mejor verano de tu vida?

Han sido muchos los veranos de mi vida. A mi edad se echan mucho más de menos los de la infancia, vividos en esa ‘Pax de Franco’. Las vacaciones de juventud fueron más movidas y claro, a esta edad me acuerdo mucho más de los veranos de antes que los de ahora. Aquellos fueron años más tranquilos y felices.

¿Dónde viviste esos veranos?

De crío, en el Verdolay, en La Alberca y, a partir del año 65 o 66, a los 90, los compaginábamos con los veranos en Campoamor. Yo fuí uno de los pioneros en aquel Campoamor mítico.

¿Conociste a tu primer amor durante un verano?

Sí, con catorce años había una chica que me gustaba. Se llamaba Paquita y tenía los ojos azules. Me acuerdo que la llevaba a su casa montada en el cuadro de la bici.

¿Hacías deporte durante los veranos?

Mis deportes favoritos han sido la bicicleta y la vela. En el colegio jugaba al hockey sobre patines y luego en la universidad al hockey sobre hierba. ¡Ah! Apunta que fui pionero en las regatas de la clase Crucero que organizaba la Talbot y las dirigía José Ángel Castillo Vicente, afamado poeta.

¿En qué otros sitios has pasado veranos?

En el año 1973 recorrí toda Europa en un Mini. Desde Murcia hasta Suecia, parando en casas de amigos. También estuve dos veranos en Roma, esos años fueron inolvidables, como el verano completo que pasé en París. Ahora he pasado de la vida mundana a la vida de pueblo.

¿Qué otras playas te gustan?

Me gusta mucho Cabo Roig, que era donte tenía el barco, y Santiago de la Ribera, por las viviencias y porque era el paraíso de mi amigo Tachi Viudes, que fue quien me enseñó a navegar, hermano de Luis Federico y Adrián Ángel.

¿Cuál ha sido tu canción de verano favorita?

¡Hombre!, tengo cuatro: El Rey Criollo, de los Teen Tops; Quinientas Millas, de Ennio Sangiusto; Aline de Christophe y Sex Machine de James Brown del año 71. Cada una de esas canciones se corresponden a los veranos de mis 15, 16, hasta los 18 años. Por aquellas fechas yo frecuentaba mucho la Xairo en Campoamor y el Keeper en Torrevieja, que era mucho mejor que el Pachá. ¡Ah! Y otra cosa yo fui quien le puso el nombre a la discoteca Trips de La Manga. En aquellos años tenía la musica muy presente, y el arte. Todos los cuadros de los TBO eran míos y varios de los Pasadena. En el Pachá pinté más de cuarenta murales. ¡Qué tiempos aquellos!

¿Recuerdas alguna película que viste en un cine de verano?

En el cine de la Plaza de Toros iba al puesto de Carmen la Cascarrulla que me regalaba habas fritas, torraos y avellanas antes de entrar a ver las películas de Antonio Molina, Joselito y Pablito Calvo. Me acuerdo que me daba miedo entrar a la plaza por si quedaba algún toro por ahí y eso que yo, de niño, hacía toreo de salón con ‘El Yoyo’, que era bizco, en la plaza de San Juan,junto a una parada de galeras.

¿Chiringuito o sombrilla?

He pisado poca arena en las playas. Puestos a elegir, más que el chiringuito o la sombrilla, prefiero un barco.

¿Tu aperitivo favorito?

Me gusta almorzar a media mañana un bocadillo de filetes de caballa con un quintico.

¿Qué libros prefieres leer en verano?

Un libro no, Los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós que ensalzan la españolidad y amplían el alma.

También los libros de Frederick Forsyth que terminó su novela Chacal en el antiguo Hispano de Ignacio y Joaquín. ¡Ah! y el libro Luiso (María Matrícula de Bilbao), de Sánchez Silva y Luis de Diego.

¿Qué proyectos tienes a partir de septiembre?

No los puedo desvelar, son secretos de sumario pero sí puedo contar que están relacionados con el mundo del periodismo. La industria editorial ha sido siempre mi gran pasión.