Hay profesiones que hace mucho quedaron sepultadas en el olvido y muchos jóvenes ni reconocerían, pero que son el gérmen de oficios que vemos diariamente. Curtidores, alpargateros o esparteros son los antepasados de los profesionales de la industria textil que elaboraban productos que con la llegada de la moda vintage podríamos comprar perfectamente en cualquier tienda.

Y es que, con el paso del tiempo pequeños artesanos se convierten en grandes artistas. Es por ello que a pesar de que la Región viva en la actualidad un ocaso de los trabajos del ayer, la experta en artesanía tradicional murciana María Jose Díaz ha recopilado en Aquellos oficios casi 40 trabajos del pasado. Estas 340 páginas, publicadas en junio de este año, muestran aquellAs labores que se realizaban en España antes de la llegada de la era tecnológica.

Se hace una especial mención a la Región, donde algunas de estas profesiones tuvieron gran éxito y surgieron de las necesidades recíprocas que se experimentaron entre ellas. Así, se ve como el tinajero proveía al aguador de tinajas en las transportar el agua, un bien muy venerado en la península en la época en la que no existía un sistema de canalización. También se observa cómo talabarteros, albarderos y guarnicioneros se servían del esparto. Un sinfín de profesiones que se van nutriendo las unas de las otras y que se estructuran sobre la sociedad agraria de Murcia.

Como la autora recuerda, «descubrir y entender nuestro patrimonio nos permite conocernos mejor», es por eso que conforme vamos avanzando en el tiempo es necesario reconocer el gran esfuerzo que nuestros abuelos hicieron y lo poco valorado que están sus oficios. El afilador (que aún existe), el relojero, el palmero... trabajos bastante rudimentarios, envueltos en unas condiciones caóticas, que sirvieron para alimentar a muchos hogares.

Otras actividades «surgieron del alma del pueblo», como los cartoneros y jugueteros, que hicieron las veces de héroes en los barrios obreros, pues, con sus creaciones, sacaban una sonrisa a los más pequeños en los tiempos de mayor penuria. Zonas como las de San Juan y San Antolín fueron la cuna de los famosos gigantes y cabezudos, unas figuras con rasgos caricaturescos que forman parte de viejas costumbres (mitad religiosas, mitad paganas) que son ya toda una tradición en la Región: podemos verlos hasta en el popular Entierro de la Sardina.

Son obras y oficios dignos de ser admirados como los 'padres' de las facilidades y mejoras en materia social que vivimos hoy en día. Trabajos desplazados por la tecnología pero que siempre deberían ser recordados con gran admiración por los más jóvenes.

El afilador. Profesión que aún pervive

El afilador o amolador era un hombre nómada provisto de una especie de carretón con una muela dotada de una piedra de esmeril accionada por un pedal de madera. Se buscaba la vida de aquí para allá, afilando y poniendo a punto los instrumentos cortantes o punzantes. Valiéndose de una rueda y algunas herramientas, estaba listo para trabajar, acompañado siempre por su distintivo: una curiosa y primitiva flauta de caña.

Hijuelero. Actividad muy rural

Murcia fue poseedora de la hegemonía relacionada con la producción mundial de hijuela, hasta que la aparición de nuevas fibras sintéticas hizo que los empresarios que a ella se dedicaban cambiasen el rumbo de sus actividades. Y con ello, desapareció la producción de hijuela, una industria doméstica de carácter rural. La seda e hijuela fueron dos industrias señeras murcianas que durante varias centurias destacaron como fuente de riqueza.

Espartero. Gran paciencia

La manufactura del esparto es una de las más antiguas e importantes de todas cuantas se han venido elaborando centurias atrás. Bignia Kuioni, en su libro sobre la Cestería tradicional Ibérica, afirma que el mejor esparto, el más largo se cría en las provincias de Murcia y Albacete, en las zonas de Hellín, Cieza y Caravaca, entre las cuencas del Segura y del río Mundo, en el Catigán, en los cabezos negros y la sierra de las Cabras de Jumilla, como recoge el libro de Díaz.

Palmero. Trabajo que nunca fue un oficio

Desarrollado por los árabes durante los siglos VIII y IX. En la actualidad, los únicos palmerales comerciales existentes se encuentran en España, ubicados concretamente en Murcia y Elche. En otro tiempo eran muchos los huertanos que dominaban a la perfección el arriesgado trabajo de palmerero. Sin embargo, es una profesión extinguida fuera de la Región de Murcia, apunta la autora.

Relojero. España fue pionera

A finales del siglo XVIII, en la ciudad de Murcia, abundaban los apreciados relojeros de bolsillos o de faltriquera. En la actualidad, no hay aprendices, no tenemos una escuela de relojería. Hoy en día, el trabajo se centra en la reparación de extensibles, correas, cambio de pilas o baterías y alguna reparación rápida o limpieza interna que ayude a un mantenimiento básico.

Sereno. Se intentó retomar en la Región

En Murcia, en los últimos años del siglo XVIII, los comerciantes potenciaron la institución de un cuerpo de vigilantes nocturnos; los serenos. El nombre provenía de la llamada que solían hacer cada hora indicando, de paso, la climatología actual: «Las doce en punto y sereno» o «las cuatro en punto y lloviendo». El servicio de serenos se rescató del olvido en mayo de 2007 en algunas zonas de la Región.

Cartonero. El alma del pueblo

La artesanía tradicional del cartón piedra desempeñó un papel trascendental en los festejos populares y en los juegos infantiles. Los populares cartoneros murcianos surgieron del alma del pueblo y florecieron en los barrios más modestos, como los de San Juan y San Antolín en Murcia, en localidades cercanas a la capital como Espinardo y en municipios de Alhama y Molina de Segura. Actualmente, viven su ocaso.

Alpargatero. Actividad de generaciones

Al término de alpargatero se le atribuye un origen árabe. Este oficio se aprendía desde temprana edad al igual que otros tantos, y se transmitía de padres a hijos. Las Ordenanzas de la Ciudad de Murcia establecían que las recias suelas e las alpargatas debían ser de cáñamo con cabos y canales, si bien los alpargateros han utilizado sin distinción a lo largo del tiempo el yute, esparto, cáñamo y también pita.

Curtidor. De origen musulmán

La artesanía del cuero, de clara ascendencia y tradición musulmana, fue una de las actividades más importantes de cuantas se desarrollaron en Murcia durante la Baja Edad Media. En la Región, desde el siglo XIII, el aprovechamiento de la piel y el pelo de los animales, propició la curtición de pieles. Las calles de la Merced y Puerta Nueva de la capital murciana eran ya conocidas en el siglo XV como las Pellejería.

Tinajero. Labor desaparecida

Cuando la economía era rural y no existía el agua potable, la presencia del tinajero doméstico era imprescindible al facilitar el almacenamiento del agua para la familia. Sin embargo, su dificultad de elaboración, tamaño y peso, han contribuido a la desaparición de esta pieza. El tinajero mantenía el agua fresca y potable en el hogar. Los centros de mayor interés estaban en Totana, Caravaca de la Cruz, Cehegín, Lorca y Espinardo.