En las tórridas tardes de verano, el calor hay que mitigarlo como sea, y para los del interior, las playas de la costa murciana quedan un poco lejos. Por eso, de toda la vida, el río Segura, sus afluentes y hasta las infraestructuras creadas por el hombre como acequias y otros sistemas de riego, han servido para refrescarse y sobrellevar de la mejor manera el caluroso estío del sureste español.

Al margen de las casi una decena de playas fluviales que existen en la Vega Alta del Segura, todas ellas más o menos acondicionadas para el baño, en Cieza, por ejemplo, las milenarias aguas de la acequia de la Andelma, construida por los romanos y transformada después por los árabes, sirven para albergar el más refrescante y complaciente chapuzón que uno se pueda imaginar.

Sobre todo los que poseen huertas en los alrededores del monte de la Atalaya, que riegan sus tierras con sus aguas, no se resisten entre tarea y tarea agrícola a darse un buen baño en estas cristalinas aguas.

Tres chicas disfrutan de un chapuzón en una playa fluvial de la Región. C. CABALLERO

Pero si algo se ha puesto de moda este verano son los baños en recónditos lugares que se han visto sorprendidos por la apertura de los pozos de sequía en la zona del Cañón de los Almadenes, en el margen derecho del río Segura. Algunos de estos manantiales artificiales arrojan sus aguas desde la montaña a través de diferentes barrancos, creando paradisiacas y pequeñas presas naturales a las que cientos de vecinos de Cieza acuden a bañarse.

El agua, totalmente limpia y transparente, se extrae de las entrañas de la tierra y mana a una temperatura de alrededor de 14 grados centígrados. Literalmente, los que se atreven a zambullirse en ellas, pasan del infernal calor veraniego a un frío invernal tan solo en unos segundos. A pesar de ello, se trata de una experiencia que no tiene precio. Otras zonas de escondidos lugares a los que suelen ir bañistas, se encuentran en el margen izquierdo del cauce, donde también se han abierto pozos cuyas aguas desembocan en la Rambla de Calderones y que después llegan hasta el Segura, cuyo caudal ha aumentado considerablemente en las últimas semanas.

A estos recónditos lugares, hay que sumar las tradicionales zonas de baño en el propio río Segura a las que cientos de personas acuden cada día. Así, en Cieza, el paraje de La Presa, se convierte en un lugar de encuentro, de diversión y de despoje del fuerte calor. También acuden muchos vecinos a la playa del Arenal, a El Menjú, a Las Estacas y, en realidad, a cualquier lugar donde se pueda acceder al río sin dificultad

Un joven se dispone a refrescarse en un pozo abierto en Cieza. CLAUDIO CABALLERO

En Calasparra, sus vecinos, no dejan pasar la oportunidad de pegarse un remojón en las frescas aguas 'segureñas', su paso por el Santuario de la Esperanza, en el Embarcadero o en la Presa de la Mulata, mientras que en Abarán, el lugar preferido es la zona del Jarral, que fue acondicionada hace unos años para un mayor disfrute. En Blanca, prácticamente todo el cauce a su paso por el pueblo se convierte en una enorme playa, aunque principalmente es junto al Club de Piragüismo y en el Arenal donde más blanqueños acuden.