Llega una de las etapas más ansiadas por los niños, las vacaciones de verano, y también la etapa más temida para padres y madres, que llegadas estas fechas se encuentran con la papeleta de qué hacer con los niños cuando están trabajando; o, en el mejor de los casos, en nuestros días libres, qué hacer con esas horas tan largas con los críos sin perder la paciencia ni el buen humor.

Pues bien, tenemos la receta perfecta para que los más pequeños amanezcan cada día con ganas de más, y es armarse de cariño y de un buen set de materiales para hacer manualidades con los que llevarlos a cualquier parte, ya sea con los abuelos, con los familiares que echan una mano o con los amigos que se juntan en casa para amenizar las tardes. Una buena caja en casa llena de cosas con las que trajinar hará que las horas sean coser y cantar.

No hace falta tener una maleta especialmente indicada para esto, nos va a bastar una simple caja que podemos encontrar en cualquier supermercado o, incluso, en casa, ahora que sacamos los ventiladores y su embalaje queda vacío. Pero si la caja de cartón es un engorro, os recomiendo una de esas de plástico con asas, que son como una maletita; estas pueden ser muy cómodas a la hora de transportarlas.

A los niños siempre hay que hacerles partícipes de la mayor parte de cosas que hagamos, si bien, esta aventura de cómo llenar el ocio va a ser de mayor calidad si nos atenemos a sus preferencias en cuanto a materiales, texturas y colores, así como los gustos propios de los peques: los hay apasionados por los dinosaurios, el espacio, la naturaleza, el fútbol..., la cuestión es que tenga como telón de fondo algo que les enganche.

Vamos a construir un armatoste sencillo y barato a la par que novedoso, la mar de chulo y útil; de hecho, una caja siempre es el artefacto que más potencia la imaginación de los niños, les hace que el juego simbólico que es tan importante en edades tempranas lo desarrollen mientras juegan. Esa faceta en la que imitan el mundo en el que se desenvuelven y, a su vez, construyen por medio de la imaginación el mundo que ellos quieren o que consideran. Recomiendo escuchar a los niños en esas conversaciones de juego, en cómo verbalizan, cómo resuelven a través de algo tan sencillo la complejidad del mundo interno que se abre paso a diario con la convivencia con el resto de personas.

Les diremos que vamos a elaborar una caja mágica, la caja de los sueños de las vacaciones, su caja de trabajo. Y ahora es importante contar con las cosas con las que vamos a llenarla: una tarde la podemos emplear en decorar la caja, y eso le va a dar cuerpo y resistencia. Podemos pintarla con témperas; eso sí, sobre una zona de trabajo, una mesa con un mantel de plástico y papel de periódico. Cuando esté seca, mi consejo es que le deis una buena mano de cola transparente, que la dejará brillante; y también podéis incorporar purpurina en esta fase.

Ahora toca llenarla. Hay que ser meticulosos en este aspecto, porque los niños piden hasta decir basta. Así que hay que ir a presupuesto cerrado; decirles: «Chicos, tenemos tanto dinero, y cuando se acabe no hay más material para la caja». Eso sí, antes de ir a la tienda, mirad por casa, aprovechando todo lo que nos encontremos.

Empezamos con la lista: pinceles al menos tres, y que uno sea de brocha gorda y los otros dos más finos. Con la brocha gorda pueden dar pasadas a grandes zonas sin cansarse y los finos son útiles para desarrollar la psicomotricidad fina, usarlos con las acuarelas y para los pequeños detalles. Una caja de ceras tipo Manley también nos puede ser muy útil -son las mejores con diferencia-, y, por supuesto, lápices de colores que sean de una calidad media tipo Alpino. Os recuerdo que hay lápices malísimos que en cuanto ponen la mina sobre el papel se quiebran. Además, un buen sacapuntas y un par de gomas.

Tampoco nos vendrá mal tener pegamento de barra -de hecho, al menos dos-, un bote de cola, un rollo de Fixo y un par de tijeras que corten bien, pero de punta redondeada. Cartulinas, folios de colores, folios blancos y alguna troqueladora de papel con formas, que también puede dar mucho juego.

Y ahora solo queda empezar a construir cualquier cosa que se nos ocurra con todo lo que se desecha en casa. Desde las hueveras, los cartones de leche o zumo una vez gastado, los envases de yogurt, los rollos del papel higiénico? Todo lo que reciclamos lo podemos usar para que ellos desarrollen su creatividad e imaginación. Botones e hilos..., todo se puede pegar y reutilizar. Quizá el verano sea la mejor etapa del año porque tenemos lo más preciado de cada casa con nosotros, pero debemos prepararnos; ahora, es tan sencillo como ponerse manos a la obra con ellos.