Reñida, muy reñida final de la 26ª edición del CreaMurcia Pop Rock, que proclamó vencedores a The Meatpies. Se tuvo que recurrir al voto de calidad, y fue refrendado por el público en un espontáneo aplausómetro. El podio de los elegidos reservó segundo puesto para Pájara Rey, siendo la tercera posición para WAW. Heterogénea y excelente finalísima representativa de los 40 grupos inscritos, en la que podrían haber tenido hueco bandas como Decembird, Mez-K o New Ways, que podrán disfrutar también de una subvención para locales de ensayo, incluso otras como Old Coin y Crows of Shepperds, que se quedaron en las puertas. Difícil trabajo de selección para el jurado, buen trabajo de los organizadores, y una burbuja, la de la música murciana, que no flaquea ni se desinfla.

Los primeros en actuar fueron WAW, compitiendo con el Mundial, y con una agenda cargada de eventos. Su música tiene un gran componente dramático, y sus actuaciones se convierten en divertidos espectáculos performánticos (mientras les presentaban ellos permanecían ajenos sentados en una mesa y sillitas plegables simulando jugar al dominó) . Les va el rock, el crossover de los 90 de bandas como Red Hot Chili Peppers (su nombre, confiesan, viene By the way), y conjugaron la influencia de los Chili o Guns and Roses con Frank Zappa y sus Mothers of Invention por su sarcasmo y su actitud desvergonzada, o directamente escatológica, más próxima quizás a Mojinos Escozíos. Quizás sea lo que les sale, a lo que contribuye la exhibición de sus torsos desnudos mostrando la palabra ''sex''. Desde luego son muy loables sus ansias de experimentación sonora, punzante sentido del humor y un apego a eclécticas formas musicales que viajan desde el rock funk a la psicodelia cañí, y les han convertido, pese a su bisoñez, en los más destacados representantes de la contracultura murciana. Pero el tiempo pasa, y aún corre más rápido en el escenario, donde no puede haber un segundo para veleidades que te aparten de tu objetivo.

Podría haber sido esta una final de finales de los 80. Nada nuevo bajo el sol, pero se trata de buscar sorprender o, al menos, llamar la atención, y eso último lo consiguieron todos, especialmente Pájara Rey, un grupo de recién llegadas que citan a Angelica Lidell y su agitador poema La casa de la fuerza. La cosa pinte bien para estas Pepi-Luci-Bom que recuerdan la época inicial de la Movida madrileña (Alaska y los Pegamoides, Kaka de luxe), y a bandas actuales como Los Punsetes o Las Odio, propulsadas por el potente motor rítmico de Belchi, que militó en Inkeys. Punk new wave, o, como dicen, ellas Jijipunk, que con su modesta carta de presentación, rudimentaria y minimalista (a lo Young Marble Giants), y su actitud riot, se colaron en la final con su asombroso impudor, su desfachatez, su irrespetuosa franqueza, y también su originalidad. La vida son cosas sería lo más parecido que se ha hecho por estos pagos al Part time punks de Television Personalities; todo un himno generacional y un homenaje a la filosofía amateur y a la baja fidelidad (si ya no lo haces es porque no quieres).

The Meatpies ya había llegado a la final hace un par de años (les arrebataron el triunfo The Purple Elephants con una actuación que aún se saborea). Esta vez salieron a por todas. Los 'Pies' siguen la estela de los clásicos, y lo combinan con rock más épico y un pop de bonitos arreglos, una fórmula infalible que da como resultado canciones con magia, sin olvidar los guitarrazos ni las armonías vocales. Son de esas bandas que salen cada bastante tiempo, de lo mejor que le ha pasado al rock murciano desde Mclan. Van y vienen con sus guiños a los Beatles o la CCR, entre constantes cambios de ritmo y estilo como quien cambia de camisa, pero lo que mejor les sale son canciones directas que ponen al público en pie.

The Meatpies sonaron compactos, sobrados de fuerza y recursos, subyugando a todos excepto a aquellos cuyos prejuicios les impiden gozar con lo que no sea novedad. Fue un gran concierto de rock, algo denso a ratos, dorado fondo de catálogo que ellos recrean a su manera, y la liaron a lo grande con un espectáculo que incluyó imágenes psicodélicas y pelotas gigantes sobrevolando el público. Arrasaron como vendaval. Dicen que, aunque llegue tarde, la dicha es buena.

El cantautor ferrolano Andrés Suárez actuó como invitado presentando Desde una ventana, y no defraudó a su legión de seguidores; aunque quizás habría sido mejor un cierre con otro corte distinto al de cantautor.