Llegado el mes de junio, con las tardes largas y llenas de luz hasta bien entrada la tarde noche, podemos aprovechar para hacer rutas en busca de anfibios.

Podemos ir, por ejemplo, al Parque Regional El Valle, donde en el tramo de un kilómetro hemos propuesto a los más pequeños de la casa que busquen distintos espacios en los que encontrar ranas en su hábitat natural. Es una actividad muy asequible y cerca de la ciudad de Murcia, cuyo inicio se hace desde la misma puerta del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre El Valle.

Nos podemos encontrar con la rana común, una gran nadadora; el sapo común, con esa tranquilidad inalterable que lo caracteriza; el sapo corredor, que es un gran explorador, y, cómo no, los renacuajos de la rana común, que nos harán dudar al verles en el agua, preguntándonos si son peces o qué son en realidad.

El papel que desempeñan los anfibios a nivel ecológico es de gran importancia por la función que realizan dentro de la cadena trófica. Sirven de sustento como alimento para otros animales y, a su vez, se alimentan de insectos y de otros invertebrados mucho más pequeños, conformando ese equilibro que se establece en la cadena trófica y en la que cada ser vivo cumple su función. Pero no es solo eso, además sirven como marcadores de los cambios ecológicos, porque son ellos -a través de sus reacciones con el medio- los que nos indican el modo en el que el ecosistema va modificándose tanto para bien como para mal. También cumplen un papel importante en el campo de la medicina, ya que producen sustancias que están siendo investigadas para su uso medicinal, por lo que estos anfibios que vemos tan pequeños, tienen un gran potencial no sólo para el medio ambiente en el que viven, sino para nosotros.

Para encontrar estas charcas, nos adentraremos en una rambla, justo la que hay tras el centro de Recuperación de Fauna Silvestre El Valle. Hemos de aparcar en el mismo centro y pedir un plano de la actividad relacionada con las ranas. Nos dirigiremos al final de la valla de color rojo del centro de recuperación, y desde allí encontraremos un pequeño sendero que nos adentra al interior de la rambla; aquí empieza la aventura.

Hemos de ser precavidos, especialmente con el calzado: ni se os ocurra llevar tacón, aunque sea en botas; hay que ir con deportivos o con botas, pero de montaña. Además, si por casa hay palos de los que se usan para caminar, bienvenidos sean, porque nos van a ayudar en la bajada y a lo largo del paseo si queremos apartar ramas.

Es muy recomendable que aprovechemos el paseo para indicarles el poder del agua en la formación de las ramblas, cómo va cambiando el terreno y cómo las raíces de los árboles se van viendo en ese paisaje natural que nos va ofreciendo la ruta, y de cómo la temperatura también varía conforme nos adentramos.

La ruta que proponemos esta semana está enmarcada dentro de una yincana fotográfica que se ha estado haciendo tiempo atrás llamada ´Los secretos de El Valle´, y que se puede hacer de manera autónoma. La zona en la que nos adentramos tiene seis puntos a destacar: en el primero nos recomiendan fijarnos en un arbusto que hallamos en zonas sombrías, como es el Mirto. De hecho, nos indican que el nombre de ´Murcia´ bien podría venir de este arbusto, que tiene las hojas verdes brillantes con puntitos transparentes y con un olor peculiar, parecido al olor del limonero.

Más adelante nos encontraremos con la segunda pista, que va sobre plantas aromáticas. Debemos encontrar el romero, muy apreciado en la gastronomía murciana. Recordemos que sus flores son de colores, desde el blanco, pasando por el azul y llegando al lila.

Siguiendo el camino es la Zarzaparrilla la que nos recibe, y estará en forma de trepadora sobre un enorme pino. Hemos de fijarnos bien en sus hojas, que son muy brillantes y con forma de corazón.

Más adelante nos vamos a encontrar con cuatro charcas. La primera es la más grande, y hemos de estar en silencio porque vamos a ver a estos anfibios tan especiales. También podemos encontrar cerca de las charcas animales que se acercan a las mismas para beber del agua, como las ardillas. Seguro que tenemos rastros y piñas por el suelo que nos indican que por allí pasan muy a menudo.

Para acabar la ruta nos hemos de fijar en un detalle que hay en las charcas, y que son sus algas. Son refugio y alimento de otros seres vivos, y conforman el llamado bosque acuático, tras el que muchas veces se esconden los anfibios.

Adentrarnos en las ramblas de El Valle es una experiencia muy bonita y enriquecedora.