Histriónico y dramático, pequeño gran hombre, Bunbury (que tomó su nombre de un personaje de Wilde) ha vuelto a los escenarios, en una gira que mañana llega a la Plaza de Toros de Murcia, con nuevo disco, Expectativas, su noveno en solitario; un álbum en el que muestra su desencanto con los tiempos políticos y sociales actuales, y un universo musical que le emparenta con grandes cronistas como Tom Waits, Leonard Cohen, Lou Reed y Bob Dylan.

Impenitente rockero, siempre a la búsqueda de nuevos territorios, se las ha arreglado para moverse con dignidad dentro del mainstream, sin perder norte ni personalidad. Y ya se sabe, Bunbury es un personaje que se reinventa cada día. No es que se haya vuelto humilde, pero sí parece menos cargado de pretenciosidad. Siente devoción por el mundo del circo, por el cabaret, por una cierta bohemia canalla...

Detrás de los cambios de registro y la pirotecnia queda la búsqueda, y Expectativas supone otra vuelta de tuerca en la obsesión del artista aragonés por acercarse a las raíces de músicas tradicionales de corte americano y latino, asumiendo riesgos y expresándose con absoluta libertad.

Bunbury combate con rock la desesperanza de la realidad. Intenta reflejar en las letras el tiempo que le ha tocado vivir. Toda la parte social es desoladora, oscura y extremadamente desesperanzada. No ve por qué sentirse optimista. En Cuna de Caín canta: «El exilio es mejor que nuestra prisión de mediocridad y vulgaridad»; un exilio que para él pasa por el arte. Ese sentimiento de desencanto es el que encapsula y desarrolla en Expectativas, que arranca con un título tan elocuente como La ceremonia de la confusión.

En cuatro años, Bunbury ha pasado de esperanzas a expectativas con el que puede considerarse desde ya su trabajo más versátil, innovador y actual, de sonido limpio e inspiración callejera, con canciones que buscan refugio en el amor, el arte y hasta en la meditación, pero que también hablan de guerras civiles entre hermanos o se preguntan si realmente nos hemos vuelto todos tontos.

Un disco que su propia nota de prensa define como el más «carnívoro, feroz y diagnosticador» de su carrera. Y es que el zaragozano está empeñado en no tomar el camino fácil. Arriesgando. Sin demasiadas ganas de complacer por complacer. Expectativas es también (o lo parece) un homenaje a Bowie -quizá inconsciente e inevitable- tras su desaparición, pero no forzado o impostado.

Bunbury, que vive en Los Ángeles, se siente muy cercano, por todo lo que pasa en Estados Unidos, a España y México, un país que ama y en el que tiene un público tan importante como el español. A estas alturas, tras el gran éxito con Héroes del Silencio y en solitario, es un artista referencial, al que admira, por la gestión de su obra y su triunfal salto a Latinoamérica, la generación de músicos españoles que han desarrollado sus carreras en el siglo XXI.

Se diría que Bunbury está en pie de guerra, tanto por su grueso sonido rockero como por sus textos cabreados, y en Murcia aterriza de nuevo con su banda, Los Santos Inocentes. Un artista imperecedero, siempre alerta y siempre innovando, que pide a su público que «apueste» por el rock and roll. Una buena apuesta.