De mayor quiero ser piloto. Fue una de las frases más repetidas por los más pequeños ayer en la jornada de puertas abiertas que organizó la Academia General del Aire (AGA) en la Base Aérea de San Javier con motivo de su 75 aniversario. Desde primera hora del día, familias llegadas desde todos los puntos del litoral marmenorense, del resto de la Región y de la geografía española pudieron ver de cerca los aviones con los que los Ejércitos defienden en el aire a sus países. Aeronaves españolas, americanas, italianas, francesas o alemanas fueron presa de flashes, selfies y traqueteo de los visitantes.

Y es que, la Academia quiso mostrar sus recursos aéreos, tanto humanos como mecánicos. Así, los propios pilotos sirvieron de guía por los cuadros de mando de los diversos aviones visitables -no todos tuvieron la cabina abierta-. Como suele ser habitual en estas citas, los que más disfrutaron con la visita fueron los niños, aunque muchos padres y abuelos también marcharon con una sonrisa en la boca tras sentarse a los mandos del conocido F18, de un Eurofighter o del C101 Aviojet, con el que la Patrulla Águila recorre los cielos con sus acrobacias.

De hecho, en la primera hora de la exposición, abierta a familiares e invitados, fueron muchos los veteranos que acudieron a volver a enfundarse, una vez más, su mono de vuelo, aunque fuera en sentido figurado. Incluso, con los modelos más antiguos, alguno contó a los pilotos guía anécdotas de vuelo durante su carrera y sus horas ante los mandos de los diversos aviones.

La exposición de aeronaves se situó entre la zona de hangares y el parking militar operativo de la Base Aérea de San Javier y contó con aviones de transporte -como el imponente Airbus A400M o el C130 Hércules-, civiles, de patrullas acrobáticas, aviones escuela -como el F5-, helicópteros -como el HA28 Tigre- y cazas -entre los que el Harrier fue uno de los protagonistas-.

Asimismo, junto al recorrido por los aviones, hubo simuladores de vuelo, tiendas aeronáuticas, exhibiciones de material militar de las unidades participantes, así como stands de patrocinadores y muestras de destreza de diversas unidades. Todo al servicio de los miles de ciudadanos que acudieron a la jornada de puertas abiertas que, pese a que a primera hora contó con algo de lluvia, con la entrada del personal civil el cielo dio una tregua y dejó una mañana plácida para disfrutar de los aparatos.

SIETE HORAS

La exposición pudo verse desde las diez de la mañana hasta las cinco de la tarde, momentos antes de que tuviera lugar una exhibición aérea, que se pudo ver desde las playas de Santiago de la Ribera y que sirvió de aperitivo para la programada hoy, con la visita del rey Felipe VI, y que también se podrá ver desde las playas ribereñas.

Siete horas en las que las familias pudieron poner a prueba sus conocimientos aéreos de la mano de los propios pilotos, que instruyeron a pequeños y mayores. Así, la familia Sánchez-Godínez al completo vivió la experiencia de subir al avión que utiliza la Patrulla Águila para sus acrobacias. «Es imposible», dijo el progenitor, a la que añadió: «Verlos ir por el aire como quien pasea por la calle y ver de cerca el avión y el espacio que tienen para maniobrar... Son auténticos héroes». El pequeño de la familia lo vio más fácil: «si tiras de los mandos, el avión sube; y si les empujas, baja». Lección aprendida.

También los López de la Fuente-Pastor hicieron migas con los soldados americanos que esperaban en los vehículos de transporte ligeros para mostrar el V22 OSPREY. «Las hélices arriba, ¿para qué sirven?», preguntó el mayor de los hermanos a su padre. «Así pueden despegar en vertical». «¿Como el Harrier?», repreguntó el joven, ante la mirada atónita de los americanos debido a los conocimientos del chaval. «Mi familia siempre ha estado vinculada de una forma u otra a la aviación», pareció disculparse el padre, antes de continuar el recorrido.

En definitiva, una jornada de entretenimiento para familias y aficionados, que sirvió para demostrar que los ídolos del aire, pueden tener genes españoles.