El buen tiempo se ha instalado con la llegada de la primavera, y en Murcia podemos apro- vechar espacios a pocos kilómetros en los que poder olvidarnos de la semana y de los quehaceres diarios, desconectando con los niños en un entorno de lo más agradable. Por eso, nos vamos de ruta a Javalí Nuevo y a su fantástica Contraparada o Azud Mayor.

Ubicada entre Guadalupe y la Ñora, Javalí Viejo, Puebla de Soto y Alcantarilla nos encontramos esta presa de orígenes árabes y que se remontan a los siglos IX y X. De hecho, es una construcción con historia: tuvo que ser reconstruida a consecuencia de las riadas y gracias al rey Alfonso XII, que insistió en su recuperación a pesar de ser en aquella época una obra con un alto coste de ejecución.

Esta singular presa, lugar del que parten dos acequias conocidas como Alquibla y Aljufia, sorprende por su extensa zona de recreo, en la que bajo una gran pinada y una colección de altos eucaliptus podemos pasar una excelente tarde con los que nunca paran, los peques de la casa. Hay muchas familias que aprovechan estos espacios para hacer picnic, ya que nos encontramos bastantes mesas y bancos repartidos por toda la zona. Precisamente por eso, si se decide ir un buen grupo, hay que ir temprano, no más tarde de las once, para conseguir el sitio con mejor sombra.

Algo a tener muy en cuenta es que estamos en zona de agua, por lo que no se les puede quitar ojo de encima a los peques. En este sentido, también es imprescindible llevar una muda, zapatos incluidos, porque entre una cosa y otra, podemos acabar con los pies más mojados de la cuenta si nos dedicamos a investigar y explorar la zona.

Además, contamos con una zona de juego perfectamente acondicionada que invita a que los niños se queden jugando mientras los padres disfrutan del entorno. A mí personalmente me encantó, porque está nuevo y es muy cómodo tanto para pequeños como para mayores.

Si os caben en el coche las bicicletas pata ir en familia es ideal llevarlas, porque hay un camino junto al río que nos lleva hasta Murcia, hasta el Malecón, pero si tu intención es quedarte por allí es igual de excelente si cruzas por los puentes cercanos, sobre todo uno de madera que es precioso por el arco que hay sobre el mismo puente, en el que recomiendo hacer fotos porque salen preciosas.

De allí, si conseguimos sacarlos del juego, podemos acercarnos a uno de los puentes y bajar a la misma orilla del río. En esa zona de encañizada y de piedras tenemos la oportunidad de que los niños puedan interactuar con las aves acuáticas de la zona, como el gran número de patos que por allí tienen su hábitat. No obstante, la avifauna de la Mota del Río se caracteriza por comprender desde la garza real, la gallineta, focha y garceta común, hasta el ánade azulón o el cisne vulgar. En nuestra ruta nos encontramos con dos ánades que se acercaron a nuestro paso, siendo la sorpresa más agradable de las más pequeñas de la casa.

Os recomiendo llevar una bolsa extra para llevarse cosas que consideremos que no son del medio, y así contribuir a su preservación. Y es que, por desgracia, nos encontramos en las zonas silvestres gran cantidad de basura que dejan personas que pasan por allí y se olvidan de llevarse consigo sus desechos de vuelta a casa o tirarlos a una papelera. Es básico en ese momento de contacto con la naturaleza repetirles a los niños -y mayores- hasta la saciedad, y sin cansarnos nunca, el tema del respeto medioambiental, y de cómo la mejor opción para todos esos animales que allí viven es mantener lo más limpias y cuidadas todas las zonas por las que pasemos.

Y es que ellos nos ofrecen su ´casa´ con amabilidad. Si llevas un trocito de pan del bocadillo, seguro que se acercarán a comerlo si lo lanzas al agua, y si lo lanzas en la orilla, saldrán a comerlo. Pero debemos tener cuidado con qué les damos. Por ejemplo, el pan de molde les puede provocar infecciones respiratorias, y los trozos de pan blanco -por su abundancia de carbohidratos simples- a veces tienen consecuencias en los riñones de estos animalitos. En todo caso, si es pan, que sea integral, y si no se les echa pan, mejor que mejor.

Lo bueno de estas pequeñas excursiones a fin de cuentas es que terminan siendo grandes salidas por el gran descubrimiento paisajístico con el que nos encontramos. Es impresionante que tengamos tan cerca de casa sitios tan realmente bonitos a la par que desconocidos. Os animo a conocer cada rincón cada semana con lo mejor de la casa, los niños.