La capital murciana se tiñe cada Viernes Santo del color morado de la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que recorrerá desde bien temprano las calles de la ciudad para brillar con esplendor de la imaginería del Barroco murciano. La grandiosidad del Barroco se viene a condensar a nivel escultórico en la obra de nuestro reconocidísimo escultor imaginero, Francisco Salzillo.

Es por ello que hoy, viernes Santo, aprovechando la Semana Santa y el despliegue procesional que hay por las calles y ese ambiente festivo y tan murciano, podamos enseñar a los más pequeños algo relacionado con una época realmente especial, el Barroco, y contextualizarles de primera mano ese arte escultórico que representa el fervor y la cultura murciana asociada en estas fechas.

El arte y la cultura se unen con letras mayúsculas si hablamos de Francisco Salzillo y Alcaraz, un murciano que nació en el siglo XVIII y nos regaló esa obra exquisita que trazó con esas manos con las que nacen los auténticos artistas. Quizá fuera su sangre napolitana, por parte de padre, la que le configuró una finura particular a la hora de modelar, ya que era escultor; y con los vientos y la luz de la tierra murciana, terminaran de modelar a ese hijo que pasó a ser parte de todos los murcianos.

Este año, el cartel que representa la Semana Santa murciana es obra del pintor Zacarías Cerezo, acuarelista con una dilatada trayectoria, y que ha representado este año en el cartel, el paso de La Oración en el Huerto. Ese Barroco que ha captado con la representación de la obra de Salzillo y con el fondo de esa maravillosa torre de la Catedral, elemento icónico del Barroco español.

Es también este año pregonera de la Semana Santa, una compañera de los medios, Encarna Talavera, que, si bien el pasado año lo era en las Fiestas de Primavera, este año se hace con la Semana Santa. Es de agradecer el valor que le da al papel de la mujer en estas fiestas, porque ensalza el valor de la mujer en todos los aspectos de la vida, siendo la premisa del amor, el santo y seña que nos une en la vida.

La Semana Santa conlleva una serie de sonidos, de ritmos procesionarios y de costumbres que se van repitiendo año tras año y pasando de generaciones de padres a hijos, en los que la tradición hace gala con la generosidad del nazareno. Los caramelos, las estampas, las monas con huevo, y todo eso que queda para siempre cuando te asomas a los ojos de un niño con su mano alzada pidiendo un caramelo.

Marchas procesionarias que suenan en todas esas bandas de música que acompañan a cada paso que sale, llenando además del incienso que se respira entre paso y paso, de un ambiente embriagador que resuena cada año por estas fechas, quedando para el recuerdo del año siguiente.

Quiero recomendar esta semana el que los pequeños tomen un poco de conciencia sobre qué hay más allá de la procesión en sí misma, quién se encargó de hacer ese trabajo que portan nazarenos a sus hombros, así como todo aquello que va de manera implícita enlazado con cada paso.

Desde los arreglos florales, así como cada puntada dada a cada traje que sale en cada persona, aquellos que realizan los famosos caramelos que se reparten, las confiterías que preparan monas, las familias que llevan desde la noche anterior preparando bocadillos tipo pulga, y todas las personas que ponen lo mejor de sí en estas fiestas. Oficios que se entrelazan para que el ambiente festivo alcance todo su esplendor con cada pequeño detalle que engrandece el trabajo bien hecho.

Antonio Ríos es uno de los mejores floristas que ha dado la región, siendo la floristería Fernando con sede en la Plaza de las Flores, la cuarta generación que ha arreglado tronos por toda Murcia. La Caída y San Juan que salen hoy, Viernes Santo, son obra de esas manos que con esmero llenan de olor y color los tronos.

La fe mueve montañas o, al menos, es la esperanza a la que nos aferramos cuando la vida nos mueve de manera imprevista, para quien cree, o para quien no, para quien vive la religiosidad en estos días o para quien carece de la misma, hay algo que une a todas las opciones vitales y es la cultura. Por eso es importante enseñar y trasladar a los que vienen tras de nosotros, a ese legado etnológico y propio de la huerta y de las costumbre murcianas, siendo una de ellas, las procesiones y su vivencia.

Cartagena, Lorca, Yecla, Jumilla, Ricote, La Alberca, La Unión, todos y cada uno de los pueblos y ciudades que configuran esta región de contrastes, albergan procesiones a lo largo de la Semana Santa. No puedo evitar emocionarme en estas fechas al recordar a aquellos que ya no están, pero que lo estuvieron y compartieron en otros años ese trasiego de reservar sillas, preparar meriendas y llenar bolsas de caramelos que nos duraban hasta el verano si cabe.

Algo a tener en cuenta es el sol a la hora de sentarse a ver una procesión, y más si es con niños. Os recomiendo encarecidamente ver la dirección de sol y elegir unas sillas con sombra, los peques lo pasan fatal si están al solanero. Al igual que hay que tener acopio de bebidas y de cosas que suelan comer, porque empezada una procesión es complicado levantarse del sitio y salir a buscar algo, así como ir al baño.

Al finalizar la procesión los niños se quedan maravillados con la marcialidad del paso de los caballeros legionarios que forman parte de la Brigada Paracaidista. Confiemos que el buen tiempo acompañe, ya que tenemos por delante aún unas Fiestas de Primavera a la vuelta de la esquina.