Pólvora y mecha a las risas es lo que pondrán mañana los tres protagonistas de esta comedia teatral, ¡Dinamita!, a la producción del cartagenero Ginés Sánchez, que llega a El Batel. La obra está protagonizada por el actor Guillermo Montesinos, acompañado de Manuel Tafallé y Fernando Vaquero, tres hombres a disgusto con la sociedad actual, que deciden cambiarlo todo. Además, la función en Cartagena será a beneficio de la Asociación Apices que lucha por la Integración Comunitaria de Enfermos Psíquicos de Cartagena.

¡Dinamita! es el título del montaje que le trae a El Batel.

Sin duda se trata de un título muy sugerente. Es la historia de dos actores de cierta edad, interpretados por Manuel Tallafé y por mí, que han abandonado en los últimos tiempos la profesión por problemas y deciden, por separados, ir a un casting de un musical. Se encuentran y comienzan a contarse cosas. Interviene un guarda de seguridad, que interpreta Fernando Vaquero. Es una comedia trepidante, veloz y caótica que provoca la risa al público.

¿Ese ritmo rápido es lo que demanda actualmente el público?

Demanda de todo, pero en comedia buscan que sea hilarante y le haga pasar un buen rato sin menoscabar la profundidad del tema porque son dos personas solitarias y derrotadas que no se rinden. La lucha personal y laboral están presentes en unos personajes singulares que afrontar situaciones un poco fuertes ante quienes mueven los hilos de la cultura.

¿Se realiza una crítica a las políticas culturales actuales?

De alguna manera sale a través de estos actores que cuentan su situación desde un punto de vista subjetivo.

Y, Guillermo, al margen del personaje de Luisito que interpreta, ¿cómo ve el sector?

Pasan los años y está igual. Las reivindicaciones de los años 70 siguen siendo las mismas que ahora. No se toman medidas con respecto a potenciar la cultura y facilitar que el público pueda acceder a ella y en la educación no se abre el acceso a las artes de una manera clara. El panorama es lamentable y seguimos igual porque interesan otras cosas: la rapidez de todo y que la gente esté informada de la manera que le interese a los poderes fácticos. La educación y la cultura están en un segundo e incluso en un tercer plano para quienes pueden tomar las decisiones. Veo complicado que se adopten medidas al respecto porque los intereses a nivel mundial van por derroteros muy distintos.

El personaje que interpreta ha tenido que apartarse de su profesión. Usted lleva vinculado al mundo de la interpretación desde hace décadas ¿qué le hace seguir ilusionándose con cada proyecto?

El ser un profesional desde los nueve años. Toda mi vida he trabajado en esto. He tenido momentos en los que me ha ido maravillosamente bien y otros en los que no tanto. He tocado todos los géneros y en todos he tenido grandes satisfacciones. Nunca he pensado dejarlo y ahora hay personajes que puedo hacer por mi edad. Siempre tengo ilusión en hacer cosas aunque haga menos cine.

Ha hecho mucho teatro, pero si tuviera que seleccionar alguna obra sería...

En los años 70 y 80 estuve en el Teatro María Guerrero y tuve la suerte de trabajar con Lindsay Kemp, una de las personalidades más importante en el mundo de la cultura en Europa. Con él tuve la suerte de hacer 5 Lorcas 5 donde hacíamos El paseo de Buster Keaton, un poema precioso de Lorca. También trabajé con José Luis Alonso, el gran director de teatro, y con Pilar Miró, con quien hice Hijos de un dios menor en la que Kiti Mánver y yo hacíamos de una pareja de sordomudos. A todo ello se unen clásicos como Calderón con El galán fantasma, con que hace un tiempo estuve ya en Zamora.

¿Qué tiene que tener un proyecto para que se embarque?

Tiene que ser un texto que me interese y los compañeros, el director y la producción, serios. Si es de un teatro oficial tiene más garantías de subsistir. Dentro del teatro privado no es que haya crisis, hay una desolación y existe un intento de sobrevivir.