Las vacaciones pueden convertirse en una oportunidad para afianzar la relación de pareja y conseguir que, a la vuelta a la normalidad, se vea más reforzada. Pero también pueden ser el detonante de la ruptura. La convivencia no siempre es fácil y en este periodo de asueto se comparte mucho más tiempo, lo que puede llegar a poner de manifiesto problemas que se maquillan con la rutina del día a día.

Los datos indican que en torno a un tercio de los divorcios y separaciones se producen en el tercer trimestre del año. «Entre el 30 y el 40 por ciento de las parejas que, cada año, recurren a la mediación para separarse, se concentra en septiembre. Tras las vacaciones se nota un pico importante porque al romper la rutina hay muchos más roces», explica Helena Ruiz, de Modera Murcia, quien, por otra parte, recomienda a las parejas que así lo hayan decidido que valoren la opción de la mediación «para resolver los conflictos de pareja porque ambas partes ganan».

Además, señala que cuando una relación termina en ruptura tras el verano «es porque ya venía dañada con anterioridad. Las vacaciones no han sido el motivo, pero sí que suelen aumentar el tamaño de las diferencias».

Con ella coincide la sexóloga y terapeuta de pareja Mónica Sánchez Martínez, que destaca que «el principal problema para que se generen conflictos durante el periodo vacacional en la pareja es la falta de comunicación. De hecho, la falta de comunicación es el origen de todos los problemas de pareja. Por ejemplo, de los sexuales, que se solucionan, en muchas ocasiones, solo con hablar».

Pero no vale con hablar de cualquier forma, «el WhatsApp no es un buen método». Mónica Sánchez insiste en que los servicios de mensajería perjudican la relación porque se deja a un lado la comunicación verbal y los momentos que se comparten cuando esta tiene lugar. Y son esos, según explica, sobre los que se construye la pareja.

Según esta experta, las claves para que las vacaciones no terminen con dos personas dándose la espalda pasan por hablar y que cada uno «sea consciente de que tienen que pasar tiempo de forma individual, con los amigos y con la familia y haciendo actividades que les llenen porque eso va a reforzar la relación». Las vacaciones también son necesarias para que uno reconecte consigo mismo y esa parte no hay que abandonarla, por eso explica la experta que «si a uno le hace feliz leer un buen libro y el otro mientras tanto prefiere dar un paseo, que lo hagan así. Pero eso, además, debe seguirse durante todo el año», porque esto ayudará a mejorar la confianza y la comunicación.

«Si la pareja no está acostumbrada a comunicarse, pasar todo el día junta puede llegar a agobiarles. Además, hay que tratar de favorecer la comunicación durante estos días libres y no olvidar que en una relación hay que ceder», destaca la terapeuta.

No idealizar las vacaciones

Son el periodo más deseado del año para todos y es muy fácil caer en la idealización. «Por eso es muy importante rebajar las expectativas de las vacaciones y vivir el presente. A menudo surgen imprevistos que se escapan de lo que habíamos imaginado para estos días, pero debemos aprender a disfrutar de cada momento, tratando de ver la parte positiva de esas situaciones inesperadas», explica Mónica Sánchez.

No obstante, en palabras de esta experta, idealizar las vacaciones no siempre es malo, ya que «uno siempre puede intentar que las reales se parezcan a las imaginadas, pero dejando a un lado la frustación si no se consigue y, sobre todo, hablándolo con la pareja y no dando por hecho que va a querer lo mismo o que va a hacer por cumplir deseos que tal vez desconozca que tenemos», señala Mónica Sánchez.

Otra cuestión importante, muy relacionada con la comunicación, es la motivación a la hora de planificar las vacaciones. Compartir con la pareja qué se espera y llegar a acuerdos en los que ambos salgan ganando, aunque tengan que ceder una parte.

Por ello, son clave la paciencia y la actitud positiva. «No hay que echarle la culpa a la pareja si algo no sale bien». Además, el periodo estival no debe suponer una carga de compromisos sociales que no sean deseados por ambas partes, ya que pasar demasiado tiempo con miembros de la familia o amigos con los que uno de los dos se sienta incómodo puede ser el origen de muchas tensiones que, en ocasiones, son difíciles de verbalizar y se exteriorizan en forma de discusiones.

Así, no hay que maldecir ni echar la culpa a las vacaciones, ya que muchos de los problemas que aparecen durante este periodo «vienen de muy lejos y no se han sabido gestionar», señala Mónica Sánchez. El verano, explica, no es la causa de las rupturas y hay que verlo como una oportunidad para comunicarnos, estrechar lazos y reavivar también la atracción sexual.

La relación no se construye a golpe de WhatsApp

No cualquier comunicación vale. A pesar de formar parte de la sociedad más conectada y mejor comunicada de la historia, no sabemos hacerlo bien. Así lo explica Mónica Sánchez, que aconseja «que la pareja no hable por WhatsApp». Por varias razones. Por un lado, a través de las aplicaciones de mensajería instantánea no se entiende el tono de las frases y «eso puede llegar a provocar malentendidos y discusiones». Por otro lado, «hay parejas que se cuentan todo por WhatsApp y al llegar a casa no saben qué decirse, se sienta cada uno con su móvil, dejan de lado la comunicación verbal».