Las matemáticas son un lenguaje de la ciencia, y a través de ellas se puede describir el universo. Ese pensamiento es el que llamó la atención del científico Anastasio Díaz-Sánchez para dedicarse a estudiar la física de la materia. «Siempre me he preguntado el porqué de las cosas, desde que era pequeño, y hasta el día de hoy me asombra el hecho de poder predecirlas a través de leyes matemáticas», comenta el susodicho. Murciano de nacimiento, estudió Física por la UNED, hizo el doctorado de Ciencias Físicas en la propia Universidad de Murcia, durante la tesis vivió en Alemania e inmediatamente después, en el año 1999, se fue con una beca a la Universidad de Nápoles. A día de hoy, Anastasio ha conseguido uno de sus mayores logros a nivel profesional: en julio descubrió una galaxia mil veces más brillante que la Vía Láctea.

Durante su etapa escolar fue «buen estudiante» y siempre destacaba en Física con sobresalientes, aunque en la adolescencia estuvo rezagado durante un par de años «porque es lo que esa conflictiva edad conlleva a veces», afirma. Tampoco lo ha tenido nada fácil, pues «soy de un barrio pobre y no tenía recursos para estudiar», rememora Anastasio. Sin embargo, con esfuerzo todo se consigue.

Actualmente vive en la ciudad portuaria, ya que lleva 17 años como profesor en la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), y en 2004 decidió dedicarse científicamente a la astrofísica junto con un grupo de profesores. Gracias al director del Instituto de Astrofísica de Canarias y al mismo tiempo Doctor Honoris Causa por la UPCT, Rafael Rebolo, el grupo de científicos integrado por Díaz-Sánchez y el instituto canario llevan colaborando durante 13 años para intentar entender cómo funciona el universo. «Seguimos varias líneas de investigación», comenta el físico murciano. «Estudiamos las estrellas de baja masa y planetas, los cúmulos de galaxias lejanos y, en concreto, quisimos estudiar una galaxia que se encontrase parcialmente en sus orígenes para entender también los inicios del universo», explica con detalle.

Todo comenzó en 2015, cuando acudieron a la base de datos de la NASA, que tiene un total de 700 millones de objetos, y encontraron entre ellos una de las características de esta galaxia. «Que sea muy lejana significa que ahora mismo la estamos viendo desde sus orígenes, es decir, hace diez mil millones de años, que es cuando nos llega su luz. Por tanto, nosotros no vemos su realidad actual. Es una forma de retroceder en el tiempo para ver el origen del universo», relata Díaz-Sánchez. Lo particular de esta galaxia es que sus estudiosos pueden ver las microondas que emite a través de unas antenas que las captan en detalle y con mucha resolución. «Además, está amplificada por un cúmulo de galaxias, y gracias a ello nos están llegando varias partes de ella. De lo contrario, no veríamos casi nada, apenas un pequeño punto», declara el físico. El brillo de la galaxia, que es mil veces mayor al de nuestra Vía Láctea, se debe a que está compuesta por muchas estrellas que todavía se están formando. «Estamos hablando de que esta galaxia tendría mil millones de estrellas más que la Vía Láctea, y gracias a eso también la podemos ver», expone Díaz-Sánchez. ¿Significa entonces que podría haber vida en ella? Según cuenta Anastasio, «es improbable que estemos solos en el universo», pero, en el caso de que esta galaxia tan brillante albergase vida, «nunca nos llegaría su señal por lo lejana que es», sentencia.

Este ha sido un gran descubrimiento para la Astrofísica, como seguro lo serán otros proyectos en los que trabaja este grupo de científicos de la UPCT —por ejemplo, el satélite Euclides será lanzado en 2020 para estudiar el origen de la materia oscura y cuenta con la colaboración de la Agencia Espacial Europea y la NASA—. Aun así, Díaz-Sánchez defiende que se siente «muy privilegiado por poder dedicarme a algo que me apasiona». Así, dice que disfruta tanto que parece que «no estoy trabajando», y confirma que ese ha sido, sin duda, su mayor logro profesional.

Un físico al que le encanta aprender otras materias

Aparte de científico, es músico autodidacta y amante del deporte. Díaz-Sánchez mantiene otras muchas inquietudes que a priori no están ligadas con la astrofísica. Posee amplios conocimientos de guitarra clásica que, según cuenta, ha aprendido de forma autodidacta, y hace unos cincos años se atrevió a coger un piano «con el que todavía estoy aprendiendo», comenta. Empezó a leer partituras por su cuenta y defiende que en ocasiones las clases «no se necesitan, está todo en internet». Además, el mantra ´mens sana in corpore sano´ lo lleva a la orden del día, ya que practica esgrima deportiva desde hace 15 años y actualmente se encuentra haciendo senderismo en Sierra Nevada (Granada).