1. HOLOCAUSTO. He comentado en otras ocasiones que el rico universo Marvel, con sus superhéroes y sus fantásticas historias, interactúa continuamente con la realidad pasada y presente. Tal vez sea ese uno de los motivos del éxito global de este mundo de viñetas y su traslación al celuloide. Éste y los sentimientos y sensibilidades inherentes a algunas de las historias que tratan temas personales, médicos o tristemente históricos, como en el caso que nos ocupa: el holocausto judío en la Segunda Guerra Mundial. Muchos han sido las historias que han tocado dicho tema, un asunto de extrema sensibilidad y muy espinoso, pero pocas como la realizada por Pak y Giandomenico. Los autores cogen a uno de los villanos más emblemáticos de la sección mutante de Marvel, Magneto, y reescriben su trágico origen. Magneto controla todo lo que esté hecho de metal, pero antes de que supiera de sus poderes y antes de que los hubiera desarrollado, era un simple niño judío envuelto en la vorágine de la locura de muerte de los campos de exterminio.

La obra se sustenta en colores oscuros y apagados para completar la sensación de horror y destrucción a la que fueron sometidos más de un millón y medio de niños judíos. El protagonista es, simplemente, un niño que forja la necesidad de supervivencia, contra todo pronóstico, tras perder a toda su familia en los hornos, con la simple esperanza de rescatar a una chica, antigua vecina, de la que está inocentemente enamorado. El poder del amor es el arma definitiva para conservar la mente lúcida mientras el cuerpo se deteriora por la falta de alimento y descanso. Un relato Marvel diferente, donde los poderes, los héroes y villanos, no están presentes, solo el espíritu de lucha, de libertad, del poderoso ser humano.

El libro se complementa con una historia corta, esta vez basada en hechos reales, de una niña que salvó su vida por una curiosa casualidad, sabía dibujar. El sádico médico, experto en experimentos brutales de todo tipo con judíos, Josef Mengele, descubrió su capacidad y la utilizó para crear retratos. Dibujos de judíos que demostraran que eran genéticamente seres inferiores, además de escenas de crueles experimentos para disfrute del criminal. Una historia creada por Rafael Medoff y los veteranos Neal Adams y Joe Kubert cuyo final aún está pendiente de la lenta justicia que solicita que aquellos dibujos, hoy en poder de un museo del holocausto en Polonia, le sean devueltos a su autora. Cosa que difícilmente será ya posible, por su fallecimiento en 2009. Hasta en la paz los canallas trastocan el mundo.

2. OBITUARIO. El pasado día 18 moría uno de los autores de cómics menos reconocidos por el gran público aficionado, tal vez porque la mayor parte de su obra, de acabado impecable, gran fuerza gráfica y, por norma, un coloreado directo impactante, adolece de guiones de gran empaque. Sus historias, las más, están orientadas al erotismo fácil y resultón o al mundo infantil, aunque, aquí, su personaje de Mot para El Pequeño País fue un éxito sin precedentes, habida cuenta lo mal que tratamos, por lo general, a los personajes patrios. Alfonso Azpiri Mejía (1947 - 2017) nació y murió en Madrid, sus primeros trabajos los hizo para la mítica revista Trinca hasta su cierre en 1973 para pasar, posteriormente, al mercado italiano, con la realización de gruesos cómics de historias de terror erótico para Elvipress. Hasta 1981 fue dando tumbos colaborando con diversas empresas como JF Ediciones en la revista erótica festiva Muerde, Editorial Esco y su curiosa publicación El Acordeón, Riego Ediciones con la serie de espada y brujería Zephyd. Fue colorista de Forges para varias de sus colecciones de la historia de España. También iniciaría, desde 1978, diversos trabajos para el mercado británico para las revistas Starlord y Tornado. A partir de 1981 iniciaría su colaboración con la revista Cimoc, de Norma Editorial, donde crearía, junto al guionista Cidoncha, la serie Lorna y su robot que tuvo larga trayectoria.

América tampoco lo rechazó y prestigiosas revistas como H eavy Metal o Penthouse Comix le ofrecieron la oportunidad de ver editados sus obras de trasfondo, como no, erótico. Su versatilidad le llevó a compaginar el mundo del cómic con la ilustración para carátulas de videojuegos, libros o, en la industria del cine, con la creación de diseños para películas como El caballero del dragón, junto al argentino Juan Giménez, entre otras.

El siglo XXI vería muchos libros de Azpiri y hasta una colección con su propio nombre patrocinada por Norma con un total de 13 libros. Tal vez su última obra editada haya sido Azpiri y el cine, por parte de Dibbuks, el pasado año, una selección de sus trabajos para el mundo del cine con carteles para festivales y películas, bocetos de personajes, storyboards...

Yo tuve el placer de conocer a Azpiri en un salón del cómic, haciendo la típica cola para que me hiciera un dibujo original. Cuando me tocó, siendo el último, la hora tardía llamaba al almuerzo y el maestro, haciendo de tripas, rugientes, corazón, aguantó el tipo hasta que me ofreció un espléndido dibujo, encima coloreado, y una resignada sonrisa.