¿Qué es para usted una buena novela negra?

Si respondo como lectora, una novela negra tiene que atraparme y sorprenderme, casi hipnotizarme, para que llegue a considerarla una buena obra. Si respondo como escritora, para mí una buena novela negra es aquella que se sale del molde -tanto a nivel técnico como argumental- y que me lleva a preguntarme cómo narices ha conseguido quien la ha escrito tal o cual efecto.

¿Cuáles serían sus personajes y autores negros favoritos?

Si hablamos de personajes, me quedo con Mr. Ripley, por su mente destartalada, y -me voy al terreno audiovisual- Sarah Linden, protagonista de The Killing, por su irritante imperfección. Autores favoritos, no los tengo. Podríamos decir que voy saltando de favorito en favorito en función de lo que me esté enseñando ese autor o autora en un momento concreto. Por eso siempre hablo de autores en relación a los libros con los que más he aprendido: Patricia Cornwell en Post Mortem, Manuel Vázquez-Montalbán en El estrangulador, Eduardo Mendoza en El misterio de la cripta embrujada, Seicho Matsumoto en El expreso de Tokio...

¿Se ha sentido atraída por este género desde siempre?

Me he sentido atraída por las posibilidades que brinda este género; en él puedo jugar con la vida y la muerte, con la crueldad y la dulzura, con la justicia y la injusticia, con el choque entre personajes profundos y personajes huecos, con la locura y la cordura, con las miserias y las lindezas de la sociedad...

¿Qué opina de la expansión que vive en España el noir

¿Qué opino? Lo cierto es que llevo unos meses en los que no tengo muy claro si puedo o no opinar sobre este tema. Bueno, vale, voy a ser sincera: ya no me apetece opinar en este sentido. Últimamente he leído y escuchado numerosa prensa en la que se hablaba -y se opinaba- sobre el boom de la novela negra desde tantos puntos de vista que me he acabado cansando. Siempre me he considerado, ante todo, escritora, a secas. Recurro al género negro porque me encanta, porque me siento bien urdiendo las tramas de mis historias cuando están tintadas de noir. Si lo que está ocurriendo en el mercado enriquece el género, bienvenido sea. Mientras tanto -y siempre y cuando mi editor siga esperando mis novelas-, yo voy a limitarme a disfrutar escribiéndolas.

¿Y qué le ha traído a participar en estas jornadas, qué espera de Cartagena Negra?

Tengo la certeza de que va a ser una experiencia enriquecedora y muy especial. El año pasado, sus organizadores me demostraron que habían sido capaces de crear un festival lleno de contenido de calidad y muy bien organizado, y no hay nada que me haga pensar que este año no vayan a repetir la hazaña. En cuanto a qué me ha traído este año a Cartagena Negra: un taller de relato policíaco. Voy a encerrarme con un grupo de personas osadas para compartir con ellas el método que uso para escribir mis novelas y, sobre todo, para pasar buenos ratos haciendo crecer historias criminales.

¿Cuáles son sus armas y métodos preferidos a la hora de matar?

Son mis personajes los que escogen armas y métodos, yo sólo me limito a facilitarles el trabajo.

Elija algún personaje real para quitar de en medio y justifique el crimen, claro.

Opto por el mutismo. ¡Imaginad que algún día me harto y decido acabar con ese 'personaje' real! No pienso dejar pista alguna, lo siento.

Va a impartir un taller de escritura policiaca. ¿Se puede enseñar a escribir con vocación negra?

Si se puede enseñar a escribir, ¿por qué no va a poderse enseñar a escribir con vocación negra? Lo único que hace falta es una pizca de técnica narrativa, una mirada perversa, una mente capaz de tejer tramas llenas de suspense y, sobre todo, conocer las reglas para poder romperlas.

Díganos tres o cuatro técnicas imprescindibles para escribir sobre este género.

Hay numerosas formas de manejar la tensión y el suspense en una novela de género negro. Se puede jugar con anticipaciones en la apertura o cierre de capítulos («Aquella mañana habría transcurrido como una mañana cualquiera en la vida de la señora Gertrudis si no fuera porque una muerte sangrienta la aguardaba al otro lado de la puerta»), con inicios de novela impactantes («Jamás olvidaré la viscosidad de su sangre caliente regándome el cuello, resbalando por la longitud de mi espalda y filtrándose por la cinturilla de mi pantalón hasta empaparme las nalgas. Jamás olvidaré su estertórea respiración...») o, cómo no, con finales sorprendentes («Sí, señoras y señores, el asesino es el mayordomo. Y lo más sorprendente de todo esto es... ¡Que no había mayordomo!»). No obstante, las mejores técnicas narrativas pueden resultar inútiles si la historia carece de personajes potentes, de una trama impactante y de una atmósfera absorbente.

Ha sido la creadora de la serie de Ada Levy, ¿qué tiene de especial para ser un personaje protagonista y para cuándo una nueva entrega de sus andanzas?

En mi opinión, lo que hace a Ada especial es que se trata de un personaje inmaduro, destartalado y tremendamente impulsivo. Sería una detective desastrosa si no fuera por su gran intuición y su cabezonería. Y, aunque he de reconocer que echo de menos a mi alocada protagonista, he decidido dejarla descansar un poco. En su última aventura se quebraron muchos personajes importantes y necesito tiempo para recolocarlos. Pero que le haya dado vacaciones a Ada no significa que su autora esté quieta, ni mucho menos. Ahora estoy cerrando una novela crossover y, en septiembre, me zambullo de nuevo en el género negro con una historia cuya documentación me ha llevado varios años y que, espero, resulte muy perturbadora.

¿Cómo cree que ha encajado este personaje entre los lectores del género?

Supongo que como entre los lectores en general. Ada es tan capaz de levantar pasiones como de despertar a los más crueles detractores, y creo que ese es uno de los encantos del personaje.

Ofrézcale también algún consejo al lector de novela negra.

Que disfrute leyendo y que, en el transcurso de esa lectura, intente descubrir las tácticas y técnicas que utilizamos los autores para captar su atención y quedarnos con sus ojos hasta la última página del libro.