Tras ardua tarea estival, hay que hacer alusión, aunque sea molesta, a la vuelta al trabajo. Sólo algunos estudiantes tienen el privilegio de prolongar su veraneo. Las tiendas descuelgan esos letreros rotulados con el ´Cerrado por vacaciones´, que dicen tanto de la categoría del establecimiento. La ciudad que nos expulsó dos meses antes nos recibe amigablemente y nosotros se lo perdonamos un poco, a la vez que nos sentimos ´hijos pródigos´ de nuestro propio hogar. Mientras tanto, y con suerte, las gotas de lluvia negadas en agosto se han ido convirtiendo en apretados racimos. Tiene mucho septiembre de melancólico. Si hemos sido felices en verano, por eso; si no hemos tenido la oportunidad de serlo, porque habrá que esperar un año más. Pero los proyectos nuevos ilusionan el aire del trabajo del mismo modo que las brisas nuevas refrescan nuestro rostro sudoroso. Energías que ha habido que almacenar en la playa o en el monte y desplegar ahora en la mesa de despacho. Vuelta a lo mismo. Daría miedo pensar que a algún año le faltase el mes de septiembre y nuestra vida se saliese de su órbita por unas vacaciones cualesquiera. Eso indica lo bien hecho que está el calendario. La hoja del almanaque de septiembre nos recuerda pues, que hay que despertar de una vida que no está hecha para nosotros.

Han sido sesenta y dos días sentados a la sombra de un pino, repasando lo tal vez olvidado. Figuras de la historia, personajes ilustres del ayer y del hoy, han llenado un poquito la holganza veraniega. Repasar la historia, las artes, las ciencias, la literatura y la filosofía, estudiando sin estudiar en un intento, no sé si logrado o no, de amenizar con un toque de ironía y puede que de humor, las horas inolvidables de otro verano que se nos va.

Espero que ningún invitado, intérpretes de nuestras historias, se haya sentido molesto. En tal caso, mis disculpas más sinceras. Los murcianos tenemos suerte, la Feria es la antesala a nuestras obligaciones, días de carrusel y toros que suavizan la rutina diaria que ya nos viene, aunque siempre nos quedarán los sueños, pues al fin y al cabo, son los únicos que nos hacen libres€ Hasta el verano que viene si Dios quiere.