La pedanía lorquina de Doña Inés, acoge estos días la visita de Dolly Onetti, viuda del que fuera ganador del Premio Cervantes (1980) y candidato al Premio Nobel de Literatura, el uruguayo Juan Carlos Onetti Borges, que falleció en España dos décadas atrás. A sus 92 años de edad, y acompañada por los directores del Museo del Escritor de Madrid, Raúl Manrique Girón y Claudio Pérez, Dorotea Muhr Satterthwaite -nombre de nacimiento- disfruta de unos días de descanso en las pedanías altas de Lorca, donde dice sentirse encantada y donde sigue recordando a su esposo y a la música que ha sido parte de su vida.

Dolly -como le gusta que le llamen sus amigos- nació en el año 1925 en la ciudad de Buenos Aires (Argentina). Su padre, Juan, era austriaco, y su madre, Dorotea, inglesa. Desde que tenía seis años estuvo en permanente contacto con la música gracias a ellos, pero no fue hasta su traslado a Montevideo (Uruguay), al casarse con el escritor y periodista Juan Carlos Onetti, cuando comenzó a dedicarse profesionalmente a ella siendo contratada por la orquesta del Servicio Oficial de Difusión Radiotelevisión y Espectáculos.

Sin embargo, en el año 1975, el matrimonio inició el exilio a España. Una vez aquí, Dolly empezó a trabajar en una orquesta de cámara que ofrecía conciertos didácticos en escuelas de primaria e institutos y, más tarde, fue contratada por la orquesta estable del Teatro Real, donde actuó como violinista hasta su jubilación. No obstante, Dolly recuerda con especial cariños sus primeras vacaciones en España, las que pasaron en Cartagena en la casa del poeta murciano José María Alvarez, a quien aún hoy agradece su generosidad. Entonces, Álvarez estaba traduciendo unos poemas del inglés al español, y no dudó en pedir ayuda Onetti, angloparlante de nacimiento.

No obstante, Dolly ha cambiado su lugar de vacaciones este verano; aunque no se ha alejado de la Región. Desde hace aproximadamente un año, sus amigos Claudio Pérez Míguez y Raúl Manrique Girón disponen de una casa en la pedanía de Doña Inés. El inmueble reúne los requisitos que buscaban, como tierra suficiente para una huerta donde cultivan diversos productos, un jardín y la cercanía al mar.

Dolly disfruta de estas vacaciones en las tierras altas de Lorca donde el amable paisaje de colinas suaves, sembrados de cereal, viñedos y olivares, se tiñe de rojo en bellos atardeceres. Asegura que le «encantan las playas murcianas, entre ellas, las de Calnegre, Águilas o Percheles, de aguas más cálidas que las de Uruguay y donde no existe ningún tipo de peligro y con instalaciones y comodidades adaptadas a las personas mayores».

Durante los días que ha pasado en la Región de Murcia, Dolly ha podido disfrutar al mismo tiempo de parte de la gran oferta cultural, arqueológica y monumental de la que disponemos. Ha visitado el castillo y Museo Arqueológico de Lorca, Caravaca de la Cruz y el Museo de Bordados del paso Blanco, entre otros lugares.

Sobre su esposo, Juan Carlos Onetti, al que siempre tiene presente, afirma que «después del exilio, no quiso regresar nunca a Uruguay. Estaba muy enojado». Dice que «las novelas fueron sus grandes obras», destacando La vida breve cómo su gran trabajo y añadiendo que «sentía pasión por las cosas y escribía solamente cuando le venía la locura; y si no le venía, se mostraba depresivo». Reconoce asimismo que «no se cuidaba nada»: «Fumaba, no hacía ejercicio y escribía siempre desde la cama; incluso allí recibía a sus amigos, lo que fue deteriorando poco a poco su salud».

A pesar de todo, según Dolly «era un hombre bondadoso y de buen corazón que ayudaba a la gente joven». La última novela que escribió fue Cuando ya no importe y es autor de trabajos cómo Para una tumba sin nombre, El astillero, La muerte y la niña, Dejemos hablar al viento, cuentos completos y de la novela corta Tiempo de abrazar, entre otros varios.

Dolly afirma también que le gusta mucho la gastronomía de la Región de Murcia y en concreto de Lorca, «donde se puede comer de todo y con mucha calidad». En parte por eso, a sus 92 años está dispuesta a volver de nuevo a Lorca, «siempre que me inviten, como ahora», indica.