Si echamos mano del decir popular el refrán ‘Nunca es tarde si la dicha es buena’ es el que mejor le va a las distintas iniciativas y planes puestos en marcha desde la Comunidad Autónoma para recuperar o conservar las especies en peligro de extinción o vulnerables, tanto de flora como de fauna. Eso sí, muchos de ellos llevan años de retraso.

A los sempiternos planes de conservación y recuperación de aves esteparias o de la tortuga mora ­-que parece que están ya a punto de ver la luz, unos antes que otros-; se unen los ya aprobados y que están en fase de ejecución: el de la malvasía cabeciblanca, la nutria, el fartet o el águila perdicera. Esto desde el punto de vista de la fauna silvestre.

La flora también lleva su retraso y, según la Consejería de Turismo, Cultura y Medio Ambiente, a lo largo de este año (de lo que queda) pretenden elaborar los planes de recuperación del tabaco borde, la manzanilla de Escombreras, la fumana Desfontaines y el brezo de Irlanda.

El ciprés de Cartagena ya tiene en marcha, y a punto de concluir, el proyecto Life Tetraclinis, en el que se incluyen trabajos de conservación y recuperación de la especie arbórea, que se encuentra en la antigua zona minera de Cartagena y La Unión. Un proyecto no exento de cierta polémica puesto que no se ha podido confirmar que se trate de una especie autóctona.

La Oficina de Impulso Socioeconómico del Medio Ambiente (OISMA) está apoyando, junto a la Fundación Biodiversidad, el proyecto de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) para la recuperación de la jara de Cartagena, una planta en peligro de extinción.

Y también, por mandato de los decretos 244/2014 y 12/2017, la Comunidad tienen que poner en marcha los planes para sacar de la línea roja a especies arbóreas como la erica arbórea y el juniperus turbinata; el narcisus nevadensis en la subespecie enemeritoi (o narciso de Sierra Nevada); la scropularia arguta (ortiga), y el astragalus nitidiflorus o garbancillo de tallante.

La última alegría

Pero si no siempre recibimos buenas noticias de la Administración, o al menos no tan rápido como nos gustaría, la Naturaleza, si la dejamos tranquila, suele cubrir ese espacio. Una de estas últimas alegrías ha sido la reciente reaparición en aguas de la cuenca del Segura del cangrejo de río común, el Austropotamobius pallipes.

El hallazgo corrió a cargo de un grupo de investigadores, dirigidos por Félix Picazo, del departamento de Ecología e Hidrología de la Universidad de Murcia, quienes encontraron ejemplares del cangrejo en el Arroyo Hondares, en Moratalla.

«El hallazgo tiene importantes implicaciones en términos de conservación, ya que se trata de una especie con gran impacto sobre la fisionomía del hábitat y las interacciones biológicas, que está catalogada como amenazada y que ha visto cómo sus poblaciones se reducían drásticamente en las últimas décadas», explica Picazo. De hecho, está catalogada como en peligro de extinción, tanto a nivel nacional como mundial.

Sobre esta especie hay varias figuras de protección a nivel nacional y europea, recuerda el investigador, por lo que sus poblaciones son susceptibles de ser protegidas mediante la designación de Lugares de Importancia Comunitaria (LICs), que junto con las Zonas de Especial Protección para las Ave (ZEPAs), constituyen las Zonas Especiales de Conservación (ZECs) de la Red Natura 2000.

Los investigadores manejan varias teorías para explicar la reaparición de esta especie, si bien la más plausible apuntaría hacia una introducción deliberada a manos de algún particular, dado el interés para el consumo y la facilidad de su captura.

La Consejería, tras tener conocimiento de la reaparición de esta especie que estaba extinguida en la cuenca, está viendo la posibilidad de hacer una reintroducción con cría en cautividad. «Pero no es inminente, está en fase de estudio», según fuentes de Medio Ambiente.

Picazo apunta que la conservación de la población detectada pasaría por la protección del hábitat y el control de las poblaciones de los cangrejos invasores, como el rojo americano.