En el cuarto de baño, que no utilizaban, se me puso el pelo de punta y noté un frío interior que nunca había sentido. Es el testimonio real del inspector que entró en la casa del 'expediente Vallecas', un caso de muerte misteriosa de una adolescente tras jugar a la ouija, en el Madrid de los años 90. Con ese punto de partida, el director valenciano Paco Plaza, uno de los padres de REC (el otro es Jaume Balagueró), construye otra de sus películas de terror: Verónica.

P ¿Qué nos empuja a querer pasar miedo voluntariamente?

Hay algo muy placentero en lo prohibido, en los tabús. Según la neurociencia, el miedo es necesario porque es un impulso de supervivencia: el cerebro responde al peligro. Pero en las sociedades occidentales contemporáneas ese instinto está muy adormecido porque no existen tantos riesgos de peligro físico. En Valencia o en Madrid no va uno tenso porque le puede atacar un oso, como antes, no está ese instinto primitivo. Y por eso resulta tan satisfactorio despertarlo. A todos nos gusta esa mezcla de sentimiento agradable y desagradable a la vez.

P ¿La percepción de una película de terror, la reacción de cada espectador, es diferente porque cada cual proyecta sus miedos individuales sobre los colectivos?

En el fondo no somos tan originales en el miedo. El humor sí que es algo muy personal, y muy cultural: el de España no es el humor británico, por ejemplo, o el oriental que a nosotros nos resulta incomprensible. Pero en el terror funcionan los mismos resortes, seas japonés o iraní, el miedo al peligro, a lo desconocido. Y sobre todo tenemos pánico de aquello que no podemos entender, lo que sobrepasa nuestra capacidad de entendimiento y escapa a nuestro control. La gente teme lo que no controla.

P ¿Los monstruos no son siempre una metáfora?

El terror es la mejor manera de hablar sobre nosotros mismos porque codifica el andamio, una trama que seguir de principio a fin, establece unas reglas... y por debajo de la trama de terror siempre hay cualquier otro tema. En el caso de Verónica, el miedo a crecer y asumir responsabilidades. Los monstruos, decía Jung, son proyecciones de nuestro inconsciente, cualquier entidad maligna es lo que nos aterroriza internamente, somos víctimas de nuestra propia criatura. Verónica es una adolescente con una vida compleja, que tiene que asumir responsabilidades que la superan, por lo que se enfrenta a sus propios miedos. Los poltergeist dicen que están siempre provocados por la persona que los sufre, incluso de una forma física. Lo hacemos nosotros mismos.

P La película está basada en un caso real, pero bien podría ser un programa de Cuarto Milenio. ¿Igual que en REC aborda cómo presentan la realidad los medios de comunicación?

En REC era muy evidente ese discurso: la subjetividad, la visión propia de la realidad. Toda percepción de la realidad acaba construyendo un relato, tú generas tu propia realidad y ese discurso de la realidad, que es tan new age, pero es cierto. Esta película también discurre en esa frontera difusa entre la realidad y la percepción de la realidad que tiene la protagonista.

P ¿Con REC nació el nuevo terror ´made in Spain´?

Todo eso son lecturas que se hacen a toro pasado porque nos interesa construir un discurso que nos permita entender la realidad. En 2007 salieron muy seguidas El Orfanato, REC y Los ojos de Julia, casualmente tres películas de género.

P ¿Casualmente?

Bueno, es que eran las películas de los hijos de Chicho [Ibáñez Serrador] y sus Historias para no dormir. Éramos una generación de niños influidos por Chicho que al alcanzar cierta edad dimos forma a esa especial sensibilidad por el género que habíamos visto de pequeños. Pero todo ese análisis de por qué ocurre así y en ese momento, que es interesante, es más bien una labor de periodistas y estudiosos.

P Pero es innegable que ha habido un boom.

Supongo que dentro de un tiempo también se verá que en este momento hay un grupo de mujeres muy jóvenes, de veintitantos o treintaytantos, que ya era hora, que son las que están dirigiendo las películas más interesantes. Con ese boom de directoras pasa lo mismo que con el cine de género, en el que coincidimos Jota Bayona, Jaume Balagueró, Vigalondo, Eugenio Mira, yo...

P La generación Sitges...

La generación del festival, nos hemos conocido en Sitges casi todos. Y se produjo un momento de especial lucidez, brillantez, que hizo que, si viajas por el mundo, todas esas películas sean muy conocidas, y con ellas el cine de género español. Hay que estar agradecido, porque nos ha permitido viajar por todo el mundo. Pero el género se mueve por pequeñas oleadas. Ahora se ha trasladado al cine norteamericano independiente, un cine medio de terror, medio de autor. Esperemos que llegue una segunda oleada.

P Dice Ángel Sala (director del Festival de Sitges) que la crisis le sienta bien al cine fantástico y de terror.

Si lo dice Ángel, no seré yo quien le quite la razón. Seguro que es así, aunque no sabría analizar ahora los motivos. En cualquier caso, desde que yo empecé a hacer cortos el cine español está en crisis, no creo que haya habido ningún momento de especial esplendor... salvo, quizá, Cifesa.

P Ayudas estatales al cine en Europa: Francia, 666 millones de euros; Gran Bretaña, 550; Italia, 400; Alemania,150; España, 30.

Lo más significativo de esos datos es la importancia que desde el Estado se da a la cultura, son un indicador muy claro. Así que si en Francia, por ejemplo, las ayudas son tan superiores significa que les importa veinte veces más. Es un síntoma de la importancia que cada institución otorga a la cultura en general y al cine en particular. Si miramos a Francia es porque es el país del mundo donde más se valora la cultura, donde es importante para la población, también en consumo cultural, allí compran más libros que nosotros, van más al cine y van más al teatro. ¿El fomento de la cultura es mayor porque el interés es mayor? Va en ambos sentidos. Es evidente que la cultura de un país es fundamental para entenderse a sí mismo, su literatura, su cine. Ves el cine de Berlanga o Almodóvar y son espejos donde ver nuestra sociedad y su evolución. Y se la explica al resto del mundo. Y es fundamental para el autoconocimiento como sociedad.