El periodismo viaja desde la Región y se redescubre a sí mismo con cada experiencia, y se impregna de la musicalidad, los aromas y la visión que únicamente la visita a nuevos y lejanos horizontes sabe regalar. Y, si lo hace a través de un género tan hábil y universal como la crónica, hay autores que son capaces de abrir su corazón a otras concepciones. Si buscamos en Murcia, lo podemos encontrar capaz de transmitirlas con una destreza susceptible de hacerlo parecer un escritor de profesión.

Manuel Madrid (Murcia, 1972) se licenció en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, ha escrito crónicas de viajes para diversos medios y ejerce actualmente en la Región. Caladas de Cuba es su nueva crónica de viajes y relata su travesía al país tropical justo en el momento en que, tras 54 años de aislamiento, Estados Unidos volvía a abrir una embajada en La Habana. Se trata de una edición personal y autofinanciada por el propio autor, que presenta el libro con un diseño que emula a las antiguas cajas de habanos. Los beneficios de la venta de esta obra iran destinados íntegramente a los refugiados y a Cruz Roja.

¿Qué es Caladas de Cuba ?

Es un regalo, un homenaje a los grandes escritores y cronistas de viajes, como Robert Kaplan o Manu Leguineche, que tanto me han inspirado a la hora de leer y escribir. Y, también, es un regalo para los lectores de A marás América, mi libro anterior, a los que quería corresponder por todo el cariño y los ánimos que he recibido durante mucho tiempo con la aprobación de esa obra.

¿Cómo es la Cuba que retrata en su libro?

Es una Cuba muy viva y electrizante en muchos momentos. Una Cuba musical, que llega mucho al viajero y a los turistas. Creo que cualquiera que viaje a Cuba, nada más verla, descubre que hay matices evidentes de cambio, que se plasman en las sensaciones de la gente. Hay una efervescencia, una especie de ansia... no ya de libertad, sino de cambio, de vivir de otras formas y dejar atrás una etapa que quizá se había alargado excesivamente. No hay tanto un sentimiento de estar contra el sistema, sino una necesidad de avanzar. Los cambios que se van sucediendo resultan pequeños, pero van creando una especie de movimiento hacia otra cosa diferente. Al final el proceso es como el movimiento de un gran dinosaurio, que va muy lentamente, pero al final ellos decidirán el rumbo que toma ese monstruo. Parece como que, en algunos momentos, el telón que ha estado cubriendo el escenario del castrismo se está cayendo; mientras que, en otros sitios, sigue sosteniéndose milagrosamente. Hay gente que decide tirar de este telón con violencia, mientras que otros deciden hacerlo con más suavidad.

¿Qué impresión se lleva de las gentes?

Es un pueblo muy pillo y hábil para subsistir y sobrevivir. Quizá lo que más sorprende de ellos es esa habilidad que tienen para sobreponerse a las adversidades; gracias, entre otras cosas, a su propia imaginación e ingenio para inventar otras maneras de vivir. Hay muchísimas urgencias y necesidades, pero creo que ellos son expertos en darle la vuelta a la tortilla... por lo menos en apariencia.

¿Qué le hace decantarse por las crónicas de viajes?

La crónica es el género en el que me gustaría especializarme. Cultivo otros pero, para mí, este es el más completo. Es una especie de género perfecto para contar historias, enlazarlas y hacer que el lector se sumerja en un mar de anécdotas y descubra en el relato pequeños laberintos. Eso es algo que me gusta encontrar en otros autores.

¿Se considera tan escritor como periodista?

No me considero escritor, puesto que soy periodista y esa es mi vocación. Mi estilo quizá tiene matices que pueden hacerlo parecer como el de un escritor camuflado en un periodista, pero a mí me cuesta trabajo evadirme de la realidad y la actualidad, y eso es algo que algunos escritores me han reprochado. Me gusta más la idea de ser un narrador o un cronista, nunca hago ficción.

¿No saca ningún beneficio económico de su obra?

El beneficio no es material en mi caso, esto forma parte de mi propio compromiso con el periodismo. Llevo a cabo un proyecto personal, que me gusta definir como de educación para la comunicación, y esto forma parte de él. Sin embargo, el beneficio es total, es la enorme satisfacción de ver como algo nace de la nada, sentirte capaz de crear y, además, ponerlo al servicio de otros y que disfruten de tu trabajo. No busco otro beneficio que este.

¿Dónde y cómo se puede conseguir este libro?

Hice una presentación a beneficio de Cruz Roja en junio, que fue el primer acto público del libro. En ella expusimos una edición de 500 ejemplares y conseguimos una recaudación de 950 euros. Hay unos ejemplares a disposición del público en la librería Educania, de Puente Tocinos, y en septiembre haré algún acto o nueva presentación en Murcia, en el que estará disponible. Además, voy a hacer una donación a las bibliotecas de la Región de Murcia para que la gente también pueda acceder a la obra a través de ellas.

¿Algún proyecto en marcha para el futuro?

Sí. Estoy escribiendo una crónica que espero que vaya dentro de un libro que contenga crónicas de muchos de mis viajes. De momento estoy escribiendo cosas sueltas y he empezado a hacerlo sobre dos viajes que hice a Argentina, uno en 2004 y el otro en 2014. Y, como en todas mis obras, haré referencias a Murcia, porque me gusta y pienso que es importante vincular mi tierra con el mundo y establecer conexiones.