El verano también dejará otros acontecimientos astronómicos, más allá de las llamativas lluvias de estrellas: el segundo eclipse lunar del año en el mes de agosto; el segundo eclipse solar del año, también en agosto; y, finalmente, la única superluna del presente año.

El segundo eclipse lunar de 2017 será visible el día 7 de agosto y será parcial en la zona este de la Península Ibérica, relata Miguel Gilarte. Este fenómeno se produce como consecuencia del recorrido ´inusual´ de la luna, que pasa por detrás de la Tierra. El planeta proyecta una sombra y, alrededor de la misma, una penumbra. La luna entrará en agosto en esa sombra, pero no dejará de verse, sino que podremos visualizarla con un color rojizo, según explica el presidente de la Asociación Astronómica de España, Miguel Gilarte.

El segundo eclipse solar del año tendrá lugar concretamente el 21 de agosto, y se podrá ver en España, con parcialidad, a última hora de la tarde, aunque solo en la zona oeste. Realmente, serán los habitantes del centro de Estados Unidos los que podrán disfrutar de él en su totalidad. Con el eclipse solar parcial, comenta Gilarte, el sol se mostrará semioculto, tras la luna. En el caso de los eclipses solares, el sol, la luna y la Tierra están situados en línea.

Finalmente, la superluna, la única que podremos ver este año, no llegará hasta el último mes de 2017, en diciembre, mes en el que coincidirá con la última lluvia de estrellas del año, las Gemínidas. La superluna aparecerá la noche del 3 al cuatro de diciembre, y alcanzará la cima de la instensidad a las 01.36 horas de la madrugada.

El fenómeno de la superluna se produce simplemente por su cercanía, de manera excepcional, al planeta Tierra. Habitualmente, el satélite se sitúa a una distancia de 400.000 kilómetros respecto al planeta Tierra, sin embargo, con el fenómeno de la superluna, asistimos al momento en el que más se acerca a la Tierra, de manera que queda a 350.000 kilómetros, aproximadamente, de distancia. Así, alcanza su punto más cercano a la Tierra.

De esta manera, el año, y especialmente el verano, hacen su presentación con un firmamento lleno de actividad para los más ´fanáticos´ de los astros, y para todo el que quiera unirse a la contemplación del firmamento, lejos de la contaminación de las luces de las ciudades.

De hecho, para contemplar estas lluvias de meteoros -que parten de una constelación en concreto pero se pueden atisbar mirando a cualquier lugar del cielo- no es necesario la ayuda de ningún instrumento óptico como telescopios o prismáticos. Simplemente, túmbese lejos de los obstáculos y en una zona con un horizante despejado y disfrute del espectáculo. PAULA M. GONZÁLVEZ