Robe Iniesta, líder de Extremoduro, todavía le quedan experiencias nuevas por vivir; podía seguir llenando pabellones y plazas de toros, pero el placentino prefirió cambiar de montura y de compañía, y ahora se presenta en solitario. Como Robe ya ha editado dos discos: Lo que aletea sobre nuestras cabezas (2015) y Destrozares, canciones para el final de los tiempos (2016). La primera parte de la gira Bienvenidos al temporal transcurre en teatros y auditorios como El Batel de Cartagena -que le recibirá mañana-, toda una novedad para el creador del ´rock transgresivo´. Aparte del repertorio de los dos discos lanzados bajo el nombre de Robe, «habrá sorpresas, aunque hay que ir a los conciertos para saber cuáles». No es difícil imaginar que algunas célebres canciones de Extremoduro serán adaptadas para la ocasión y llevarán el toque personal del quinteto de músicos extremeños que le acompaña, llamado como un consejo: Ponte a Cubierto. Con la que está cayendo, quizá sea esa la mejor advertencia que pueda hacerse. Robe al aparato.

La gira pasa por varios auditorios y palacios de congresos. ¿Nunca habías hecho algo así ni nada por el estilo?

No. No había hecho nada parecido, ni en teatros, ni en palacios de congresos. Nada con todo el mundo sentado.

Se trataba de probar algo diferente.

Sí, claro. Siempre hay que probar cosas nuevas, y con esa intención lo hice. La idea era hacer música de otra manera, y aunque principalmente estaba pensado para estudio (Destrozares), no estaba pensado para directo, fuimos viendo las posibilidades. Y ahí estoy, haciendo, aparte de música nueva, cosas nuevas como tocar en estos sitios. Y de momento muy bien: ha habido muy buenas sensaciones en el escenario, y a la gente creo que le ha gustado mucho.

Supongo que el público salta de las butacas enseguida.

Bueno (ríe), a ratillos. Hay momentos...

Aunque creo que tú has advertido que más que para bailar y corear, las canciones serán «para escuchar, ver y sentir».

Hombre, yo creo que si vas a un teatro, donde estás sentado y no puedes beber ni fumar, sólo atender, supongo que es porque quieres oírlo bien. Principalmente ese es el motivo de ir a esos sitios: poder escuchar y enterarte de todo. Y aunque no he ido mucho a ver grupos a teatros, creo que cuando vas así, a ver a un grupo sentado, quieres oírlo. Son conceptos distintos: ver un concierto tipo rock a estar sentado y poder escuchar todos los matices que tienen estas canciones.

Sin que eso signifique que tus canciones hayan perdido la esencia del ´rock transgresivo´. ¿Qué le sucede al rock cuando, por ejemplo en Destrozares, se le quita el protagonismo a las guitarras eléctricas y se le otorga a los violines?

De lo transgresivo, no. Yo no sé si esto es rock o no. No sé si para que sea rock tiene que ser necesario cierto tipo de instrumentos o esto se puede hacer como se quiera, o tiene que haber una mínima velocidad en las canciones. Hay instrumentos que, así de entrada, no te suenan a rock, como el acordeón o el clarinete, pero es música con intensidad. La mayoría de los instrumentos fueron apareciendo espontáneamente, y el único instrumento que cogimos para darle un cuerpo a todo fue el piano; poquito a poco nos fuimos metiendo, vimos que había un sonido muy bonito y que se podían sacar cosas bonitas, y ahí nos hemos echado.

¿Qué mensaje lanzas en Destrozares. Canciones para el final de los tiempos. ¿Qué reflexión haces? ¿Eres pesimista?

No lo sé. No sé si es pesimista o es realista. Yo creo que hay un poco de enfado también, y de querer dar un puñetazo en la mesa y decir cosas que quizá no pienses. Está claro que no pienso que lo mejor sería una guerra nuclear. He querido también plasmar ahí el cabreo y decir cosas que piensas en determinados momentos, por eso también digo en el disco que he puesto mis carencias, mis errores.

En la canción Puta humanidad, en cambio, hablas de un remedio o un intento de salir de este apocalipsis.

Sí, pero de una forma un poco sarcástica. Intento plasmar el cabreo y hacer pensar.

¿No tendrías en mente al norcoreano Kim Jong-un?

No [risas]. Pero realmente esto no es algo muy extraño. Desde que yo era pequeño el mundo ha vivido siempre al límite en este sentido, y con la Guerra Fría siempre ha estado cerca que pudiera haber una guerra nuclear. Lo de este hombre no está fuera de lo que ha venido siendo la realidad.

Me la imagino (Puta humanidad) cantándola a dúo con Albert Pla. ¿Como lo ves tú?

[Risas]Puede ser, sí. Va un poco en su rollete, sí.

En el discurso que ofreciste al recibir la Medalla de Extremadura no pediste la paz mundial, sino locales de ensayo para los músicos jóvenes. ¿Aún los están esperando?

Pues tengo la esperanza en mi ignorancia de que a lo mejor en algún sitio esto valió para algo, y de que algún alcalde, algún pueblo, se movió y esto sirvió, pero no creo que se haya solucionado el problema. ¿Y sabes lo que más rabia me da? Pues que un problema con fácil solución no se pueda arreglar. Si las cosas fáciles las hacemos difíciles, las difíciles se convierten en imposibles.

«No me pienso callar», apuntas de nuevo en Cartas desde Gaia, ¿pero Robe se ha callado alguna vez en la vida?

Bueno, pocas. Ha sido más que nada una expresión, pero esta canción tienes que imaginarte que no la escribo yo; la escribe Gaia, la escribe la Tierra, y yo he intentado ponerle voz a una tierra de mala leche, claro.

Denunciaste la reventa de Viagogo en la red. ¿Qué ocurrió?

Coño, pues que tienen mucha jeta. No es solo la reventa, es que cuando tú pones las entradas a la venta, ellos también lo hacen porque te las compran, sin que tú lo puedas evitar, e, inmediatamente, aunque queden entradas, las empiezan a vender al doble o más, y el que cae, cae. Se posicionan para ponerse el primero y cuando tu buscas 'Entradas Robe', ellos (Viagogo) salen primero, y además pone página oficial; la gente pica, pero es una estafa.

¿Ha prosperado tu denuncia?

Hombre, pues si sirve para que la gente se entere y no compre ahí o que le puedan devolver el dinero?

Algún que otro compañero tuyo (estoy pensando en César Strawberry, de Def Con Dos) se encuentra en la situación en que está por culpa de las redes sociales. ¿Qué te parece?

Bueno, vivimos unos tiempos muy malos para la libertad de expresión: un simple chiste te puede llevar hoy día a la cárcel. Hay que tener muchísimo cuidado con las cosas que se dicen. Como decía un clásico griego, ¿de qué sirve un filósofo que no hiere los sentimientos de nadie? No entiendo que ahora todo el mundo se la tenga que coger con papel de fumar, que no se puedan hacer chistes de Carrero Blanco..., cuando fue un señor que estaba dentro de una dictadura y del que han pasado ya muchos años. Todas estas cosas parecen ganas de cambiar dónde hay que mirar: 'Vamos a entretenerlos. ¿Ahora qué hacemos? ¿Prohibimos el aborto? ¡Venga! A ver qué se nos ocurre de nuevo'. Todo esto es lo mismo, es hacer que miremos para otro lado.

Robe, despedías el comunicado de Viagogo con una cita de un famoso discurso de José Mujica, de donde procede el título de tu primer disco en solitario: «¿Qué es lo que aletea en nuestras cabezas?». Eso mismo te pregunto.

¿En la mía? En la mía, lo intento averiguar. En la de la gente me hago la misma pregunta que se hacía Mujica: ¿Qué cojones estamos pensando? Hemos perdido el norte, parece que estamos todos un poco fuera de sitio. Las personas individualmente es difícil que estén locas, pero cuando nos juntamos en países, ciudades, grupos, parece que la locura es lo más normal.

«Querré lo que quiera querer, y querré lo prohibido» (Querré lo prohibido). ¿Qué es lo prohibido ahora para Robe?

Como siempre. Hay muchas cosas prohibidas para cada uno: cosas que te prohíbes por la ley, por ti mismo, por la sociedad... Está bien pensar sobre ello.

¿Tan mal estamos como para exclamar «Hoy al mundo renuncio»?

Sí, algunos días, sí.

Espero que ahora no.

No, ahora no. Estoy muy animado con la gira y eso, pero ya te digo, he dejado en el disco cosas que piensas en un momento, que no quiere decir que sea lo que realmente piensas. Es para sacarlo fuera: el cabreo, la tristeza, el mal rollo... Yo he querido sacar mis cosas, y que cada uno lo interprete a su manera.

Cada uno interpreta a su manera los cambios, y hay a quien no le han gustado los tuyos. ¿Qué respondes a los que te acusan de haberte vendido?

¿De haberme vendido? No, el mejor postor es Extremoduro. Me he vendido alguna vez cuando estaba empezando; vendido en el sentido de hacer cosas que no van conmigo: hacer un playback en Plastic hace 25 años, cuando tenía que hacer cosas que iban contra mi forma de pensar. Pero, una vez que empecé a ganar dinero suficiente para vivir, no he vuelto a hacer nada que no me gustara. He hecho poquitas concesiones, y por no ser demasiado intransigente... Pero no vendido, al contrario. Estoy haciendo lo que me da la gana, mucho más que en otros momentos, porque me podría haber quedado haciendo las canciones de toda la vida, las que sabes que le gustan a la gente, pero no quiero eso, no me hace falta. Prefiero sentirme a gusto, tener ganas y tocar lo que me gusta. Y eso es lo que estoy haciendo. Soy un artista y creo que un artista es el que hace que a la gente le guste lo que hace, y no el que hace lo que cree que le gusta a la gente.

No me cabe la menor duda; tampoco de que te gusta llevar el control de todo sin rendir cuentas a nadie.

Claro, si te lo puedes permitir, es mejor. Si para hacer un disco te vale con una discográfica pequeña que se ocupe de ti, con cariño y bien, pues es mejor que estar luchando con una multinacional que te esté poniendo pegas en todo. Y en ese sentido me gusta controlarlo, decidir dónde hago la grabación, el dinero que hay que gastar... Hoy en día, en la música, hay muchos intermediarios, muchos, muchos. Algunos te valen para bien, pero otros solamente para mal, para restarte.

Robe, tú eres de los inquietos. ¿Algunos planes en el horizonte? ¿Para cuándo Extremoduro?

Pues no tengo ningún plan. Tengo el plan de que Extremoduro está ahí y no se ha ido. Pero ahora estoy haciendo esto y quiero disfrutarlo al máximo. Y cuando acabe, no sé qué haré, si empezaré con Extremoduro, escribiré un libro o pintaré un cuadro -esto no, porque pinto muy mal-. No quiero pensármelo. Hay temporadas de la vida que no quieres tener planes delante. Yo ahora mismo no lo necesito, y estoy más a gusto sin hacer planes, viviendo el momento e intentando disfrutar de esta experiencia tan bonita.