Neva, de Guillermo Calderón, supuso en su estreno un punto de inflexión en la dramaturgia chilena con una palabra nueva cargada de significados y de poesía. «Hoy -apunta la productora murciana Nacho Vilar Producciones- mantiene esa energía y actualidad». Y eso que la trama se centra a principios del siglo pasado, concretamente en los albores de la revolución rusa del 17. La narración -dirigida por José Bornás- se centra en el ensayo que tres actores intentan llevar a cabo de El jardín de los cerezos, de Chéjov, tan sólo unos meses después de su muerte. Todo sucede el 9 de enero de 1905, denominado para la Historia como el Domingo Sangriento. El zar Nicolás II reprimió violentamente la protesta pacífica de más de doscientos mil trabajadores en San Petersburgo, pero los intérpretes ensayan ajenos a la matanza a orillas del río Neva.